Goethe 01-13.indd - Círculo de Bellas Artes
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tiva. «Por encima <strong>de</strong> cualquier otro fue el ojo el órgano con el que comprendí el mundo» 40 , leemos<br />
en Poesía y Verdad. Pero el sentido <strong>de</strong> la visión, ese educador <strong>de</strong>l espíritu con cuyo primado <strong>Goethe</strong><br />
se propuso reformar la cultura alemana y refundar la mirada clásica, no es conforme a verdad sino<br />
en lo artístico, en esa segunda naturaleza que formaliza una imagen <strong>de</strong> unidad para lo disperso y es<br />
apta para tener efecto en el ser humano como un todo. <strong>Goethe</strong> distingue perfectamente las realida<strong>de</strong>s<br />
<strong>de</strong>l arte y <strong>de</strong> la naturaleza, al tiempo que dispone en íntima relación la visión <strong>de</strong> la naturaleza y<br />
la visión <strong>de</strong>l arte. Los estudios <strong>de</strong> <strong>Goethe</strong> como científi co <strong>de</strong> la naturaleza cobraron en su madurez,<br />
como es bien sabido, una importancia creciente hasta lo colosal. «La naturaleza es el único libro en<br />
el que todas las páginas ofrecen mucho contenido» 41 , escribió en el Viaje a Italia. Pero los estudios<br />
científi cos que abordó, fueran los <strong>de</strong> cromatología, botánica o mineralogía, habían <strong>de</strong> servirle eminentemente<br />
para instruir el sentido <strong>de</strong> la visión. Emociona, por ejemplo, leer en la carta que remitió<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> Roma el 25 <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 1788 cómo, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber ultimado unos estudios <strong>de</strong> osteología<br />
<strong>de</strong> los que venía ocupándose <strong>de</strong>s<strong>de</strong> tiempo atrás, y ya más seguro <strong>de</strong> sus conocimientos <strong>de</strong>l<br />
esqueleto humano, sentía que había alcanzado mejor fundamento para contemplar las obras <strong>de</strong> arte:<br />
«La próxima semana serán vistas con ojos recién lavados las más sobresalientes estatuas y pinturas<br />
<strong>de</strong> Roma» 42 . La práctica <strong>de</strong>l dibujo se sumaba a la ejercitación <strong>de</strong> la mirada como parte <strong>de</strong>l mismo<br />
objeto. Cito una frase incluida en la entrada <strong>de</strong> fi nales <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 1787 <strong>de</strong>l Viaje a Italia: «Mi ojo se<br />
educa increíblemente y mi mano no <strong>de</strong>be quedarse atrás <strong>de</strong>l todo» 43 . La vida <strong>de</strong> <strong>Goethe</strong> nos confi rma<br />
que el ejercicio <strong>de</strong>l arte juega un papel inexcusable en sus ocupaciones porque la integridad <strong>de</strong><br />
la experiencia y el conocimiento visuales requería que se comprometieran todas sus disposiciones.<br />
La contemplación <strong>de</strong> pinturas, esculturas y estampas, el recreo en arquitecturas, jardines y paisajes,<br />
la geología, la cosmogonía, la profundización en las leyes <strong>de</strong>l color y tantos incontables estudios<br />
están entre los agentes <strong>de</strong> una novela <strong>de</strong> formación <strong>de</strong> la mirada que se sabe falsa si su actor<br />
no toma parte práctica en el arte <strong>de</strong>l dibujo. Es el hombre entero el que anhela la irreprochable<br />
probidad <strong>de</strong>l conocimiento visual, y son sus dibujos el testimonio visible <strong>de</strong> tan afortunado<br />
empeño. Conviene consi<strong>de</strong>rar la altura <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la que el <strong>Goethe</strong> paisajista quiere ser juzgado, y<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego se trata <strong>de</strong> una esfera en la que aquel que nos comunica sus experiencias <strong>de</strong>l paisaje<br />
procura acompasar su mano a la <strong>de</strong>cidida formación <strong>de</strong> sus sentidos.<br />
5 autobiografía <strong>de</strong>l paisaje<br />
También fue en Italia don<strong>de</strong> le visitó la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> la Urpfl anze o «planta original», el célebre principio<br />
formal en el que fundamentarían sus estudios <strong>de</strong> botánica y ante todo el ensayo <strong>de</strong> 1790 La metamorfosis<br />
<strong>de</strong> las plantas. <strong>Goethe</strong> vislumbró la posibilidad <strong>de</strong> una forma sensible para «una planta original<br />
suprasensible» 44 , cuya existencia vaticinaba. Lo que la ciencia podría estimar como mera hipótesis,<br />
para <strong>Goethe</strong> era un principio constitutivo <strong>de</strong> lo que podríamos <strong>de</strong>nominar juicio visual comprensivo.<br />
En la carta que remitió a Karl Ludwig Knebel <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Frascati el 3 <strong>de</strong> octubre <strong>de</strong> 1787 leemos:<br />
«Cada vez estoy más seguro <strong>de</strong> que la fórmula general que he encontrado vale para todas las plantas»<br />
45 . Era el mo<strong>de</strong>lo formal <strong>de</strong> toda planta real o imaginaria, la «prodigiosa criatura», cuya <strong>de</strong>fi ni-<br />
GOETHE: EL PAISAJE COMO IMAGEN JAVIER ARNALDO 25<br />
40 <strong>Goethe</strong>s Werke HA, IX, p. 224.<br />
41 <strong>Goethe</strong>s Werke HA, XI, p. 196.<br />
42 <strong>Goethe</strong>s Briefe HA, II, p. 80.<br />
43 <strong>Goethe</strong>s Werke HA, XI, p. 354.<br />
44 <strong>Goethe</strong>s Werke HA, XIII, p. 164.<br />
45 <strong>Goethe</strong>s Briefe HA, II, pp. 66-67.