Volume 1 - Número 8 - EDUEP - Uepb
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SocioPoética - <strong>Volume</strong> 1 | <strong>Número</strong> 8<br />
julho a dezembro de 2011<br />
No le contesté, el alivio pesaba más que la lástima. Estaba de este lado, el pobre<br />
estaba de este lado y no alcanzaba a creer lo que habíamos sabido juntos. Lo vi<br />
levantarse y caminar por la pista con paso de borracho, buscando la mujer que se<br />
parecía a Celina. Yo me estuve quieto, fumándome un rubio sin apuro, mirándolo<br />
ir y venir sabiendo que perdía su tiempo, que volvería agobiado y sediento sin haber<br />
encontrado las puertas del cielo entre ese humo y esa gente 7 ”.<br />
La ausencia de Celina pone en evidencia no sólo la experiencia de la finitud<br />
y de la muerte a cuyo horizonte se dimensionan los proyectos y empresas humanas<br />
sino también su nueva forma de presencia. Esta nueva forma de presencia es ante<br />
un tú ausente que por mucho que se lo quiera olvidar está más presente que nunca.<br />
Y más hondamente, en ese tú ausente se revela lo que en Mauro surte como anhelo<br />
de reencuentro, de amor que no se resigna a la muerte como fin. Y, por último, es<br />
ante ese tú ausente que se revela que ese deseo de reencuentro, por muy vivo que<br />
esté, siembra más bien una más aguda insatisfacción en el ser deseante. De este lado,<br />
del lado de la finitud, el cielo está cerrado y el paraíso- como plenitud de vida- inalcanzable.<br />
Este deseo apela a un tú silencioso y enigmático, que no se deja ni siquiera<br />
entrever en medio del humo y de la gente. Éste tú inaccesible, Celina y, en último<br />
término, el cielo o el paraíso (circunlocuciones para designa a Dios), es sólo encontradizo<br />
si antes se ha consentido a dejarse encontrar por esos tú que son promesa<br />
del encuentro con el Tú definitivo. Si el ser humano no consiente a aceptar la ley<br />
de su propia finitud, entonces su propio deseo de infinitud hace de él un “absurdo<br />
viviente”, como califica Bruno al escuchar la pieza Amourous – enamorado- del<br />
jazzista Johnny Carter en El Perseguidor: “un absurdo viviente, en un cazador sin<br />
brazos y sin piernas, en una liebre que corre tras un tigre que duerme 8 .”<br />
Estos ejemplos literarios presentan al Tú al que aspiran encontrarse estos<br />
personajes. Precisamente porque se manifiesta ausente, ese tú les revela a ellos mismos<br />
la hondura y profundidad de su deseo y, a la vez, se revela por su ausencia como<br />
el que está más allá de los deseos del ser humano, y en quien se esconde la realización<br />
de su anhelo de infinitud.<br />
Retomando la escena de la vocación de Moisés, es Yahveh quien decide<br />
venir a su encuentro. Dios se manifiesta allí donde el deseo de Moisés lo encierra<br />
en sus propias limitaciones- el no conocer quién lo envía, el temor a no ser creíble,<br />
sus torpezas al hablar. Moisés sólo puede abrirse a la experiencia abismante de Dios<br />
cuando acepta que sea éste el que hable y actúe a través de él, desde su finitud y sus<br />
limitaciones, sólo cuando se fía a su iniciativa libre y a su acción liberadora. Dios<br />
es un abismo que no aplasta al ser humano y precisamente porque se revela en su<br />
realidad desbordante, el ser humano puede relativizar sus propias limitaciones y<br />
arrojarse a Él con confianza. Sintetizamos esta idea de Dios como abismo para<br />
el ser humano, citando a Karl-Josef Kuschel quien refiriéndose la experiencia del<br />
“abismo de Dios”, tal como se vislumbra en algunos escritores contemporáneos y<br />
7 Julio Cortázar, “Las puertas del cielo”, 164.<br />
8 Julio Cortázar, “El perseguidor” en Cuentos Completos. Madrid: Alfaguara, 1997, p. 250.