Volume 1 - Número 8 - EDUEP - Uepb
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SocioPoética - <strong>Volume</strong> 1 | <strong>Número</strong> 8<br />
julho a dezembro de 2011<br />
al dios por las raíces” – como lo escribe el poeta francés Christian Bobin 16 . Por lo<br />
tanto, la literatura está llamada a hacer sus mayores esfuerzos por dar a luz el verbo<br />
poético que haga recular el horizonte amenazante del sinsentido y nos haga penetrar<br />
en las tierras de lo abismal y de lo inefable que envuelve a lo humano. En ese verbo<br />
primordial – que se expresa en los distintos registros y posibilidades del lenguaje y<br />
de la ficción- no sólo encuentran voz las múltiples variaciones de lo humano sino<br />
también los murmullos de Dios, en el corazón de la experiencia secular, “las puertas<br />
del cielo” que se vislumbran entre las notas lánguidas de una milonga o sincopadas<br />
del jazz, o que se insinúan púdicamente en los blancos de la poesía, en un tú entrevisto,<br />
en los puntos suspensivos. La teología por su parte, requiere disponerse ella<br />
misma a la admiración renovada por el Dios vivo, por su trascendencia amante, que<br />
se revela en las Escrituras. Desde este “suelo santo”, de rodillas y descalza, la teología<br />
está llamada a recorrer el “humus” común que comparte con sus compañeros de<br />
humanidad y que la literatura expresa en sus posibles inéditos. Entonces la teología<br />
podrá discernir no sólo potencial antropofánico de la literatura sino también allí<br />
mismo su potencial teofánico, la presencia del Verbo de Dios en el verbo poético y<br />
literario. Una teología que requiere entonces aguzar su sentir para discernir y acoger<br />
el paso de Dios por las figuras de humanidad posible desplegadas por la literatura.<br />
En la convergencia de esta admiración renovada ante el Dios vivo manifestado en<br />
Jesús y del contacto asiduo con las búsquedas y exploraciones en los abismos de lo<br />
humano por los escritores, la teología podrá despertar su imaginación heurística<br />
para elaborar formas discursivas que dejen hablar a Dios: Un Dios que habla en su<br />
exceso y en su misterio, en la presencia discreta del Verbo, llevada por su Espíritu<br />
que pasa por la humanidad como “una voz de fino silencio 17 ” que resuena en las<br />
voces humanas, en especial en la de los que ya no la tienen o nunca la han tenido.<br />
Una teología que no tema expresar sus propios tanteos, balbuceos y perplejidad<br />
ante Dios y su querer y ante la realidad ineludible, en esta ladera del mundo, la<br />
vida cotidiana de los pobres, transida de pena y se esperanza. Por ello mismo, una<br />
teología que se pone ella misma en camino, como un mendigo sediento y amante,<br />
a la búsqueda del rostro de Dios, en las rutas del tiempo para abrirse a su iniciativa<br />
siempre imprevisible y desconcertante.<br />
Además hoy nuestro mundo globalizado nos hace particularmente a la diversidad<br />
cultural en la que vivimos y a la que, querámoslo o no, de hecho pertenecemos.<br />
Al mismo tiempo, sabemos y padecemos las tendencias uniformizadotas de una<br />
comunicación y de un comercio transnacional. A menudo ello despierta resquemores<br />
y miedos ante el otro diferente de mí y, junto con eso, exacerbaciones de lo<br />
propio en desmedro de lo distinto. Los nuevos lenguajes para hablar de Dios hoy<br />
deberá hacerse cargo de esta diversidad, como un “kairós” para dejar hablar al exceso<br />
de Dios. Es este exceso el que requiere del genio, los valores y visiones de mundo<br />
16 Christian Bobin, L’homme qui marche. Cognac : Le temps qu’il fait, 1995, 18.<br />
17 Traducción que hace Levinas del viento suave en que Dios pasó delante de Elías (1 Re 19,12) citada y<br />
adoptada por Jaques Briand, Dieu dans l’Écriture. Paris. Cerf, 1992, 26.<br />
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