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Volume 1 - Número 8 - EDUEP - Uepb

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SocioPoética - <strong>Volume</strong> 1 | <strong>Número</strong> 8<br />

julho a dezembro de 2011<br />

entonces, Jacob puede llamar al lugar donde acontecido dicho encuentro, “Penuel”<br />

es decir “rostro de Dios”.<br />

En estos dos relatos, Dios se manifiesta ante el ser humano, no como un inquisidor<br />

omnipresente y que todo lo sabe sino como un Dios escondido y desconcertante.<br />

En efecto, escondido por su manifestación misma, pues el Dios Santo se hace presente<br />

bajo la forma de una visita inesperada y de incógnito, como los viajeros que<br />

pasan delante de la tienda de Abraham o como el desconocido con el que lucha<br />

Jacob. Y desconcertante también porque el Dios grande se muestra a la vez limitado,<br />

un Dios que pregunta por la condición humana, que se expone al combate<br />

del hombre y a sus embates, que incluso se hace influenciable a los requerimientos<br />

de su amigo e intercesor. Para este Dios el ser humano se presenta a sus ojos como<br />

alguien no del todo conocido. Y para que el ser humano pueda advenir a ser lo que<br />

está llamado a ser- un tú capaz de mantenerse de pie delante de Dios y que puede<br />

responderle- Yahveh se acerca a él asumiendo el ser humano, no sabiendo dónde se<br />

ha escondido (en el relato adámico), cómo se comporta (en el relato de Abraham)<br />

ni cómo se llama (en el relato de Jacob).<br />

Así la relación misma entre estos dos actores- Dios y el ser humano- se reviste<br />

de una nueva significación, más aún a la luz del abajamiento de Jesús. Por un<br />

lado, Dios es el que se acerca al ser humano con infinito respeto y a la vez con una<br />

profunda compasión, al punto que, en su grandeza desconcertante, manifestada<br />

en Jesucristo, Dios mismo, tal vez, no puede ver al hombre sin morir por él. Su<br />

gesto mismo de ocultamiento en la muerte de Jesús le revela a la vez de manera<br />

sorprendente ¿Quién es este Dios cuya filantropía es tal que está dispuesto incluso<br />

a aniquilarse por el ser humano, este Dios “fou de l’homme” (Schelling)? Y, por otro<br />

lado, el hombre mismo adquiere un nuevo valor ante sí mismo y a los ojos de Dios.<br />

En efecto el ser humano agudiza la conciencia de su condición enigmática al preguntarse<br />

ante tal gesto, parafraseando y radicalizado las palabras del salmo 8: “¿Qué<br />

es el hombre para que tú Dios pienses en él, lo cuides e incluso mueras por él?”<br />

Gesché afirma pues acerca de la sorprendente manera como el Dios de los Padres,<br />

de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de Jesús, se muestra como Dios y se hace<br />

creíble a los ojos del hombre:<br />

“Es porque Dios se plantea el mismo una (feliz) pregunta acerca de nosotros y<br />

acerca de nuestro enigma (…) que Él merece ser y permanecer Dios. Es el único<br />

que nuestra dignidad tiene aún el derecho de confesar. Este Dios de Abraham y de<br />

Jacob, este Dios de Jesucristo, que acepta en nosotros una parte de opacidad que<br />

no se abre enteramente incluso a él, es “digno de nosotros”- lo que él siempre ha<br />

querido ser 13 .”<br />

13 Adolphe Gesché, « La théologie dans le temps de l’homme. Littérature et Révélation » en Jacques Vermeylen,<br />

Cultures et théologies en Europe. Jalons pour un dialogue. Paris : Cerf, 1995, 140.<br />

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