08.05.2013 Views

Nuestras Yungas, relatos en la selva jujeña - Fundación ProYungas

Nuestras Yungas, relatos en la selva jujeña - Fundación ProYungas

Nuestras Yungas, relatos en la selva jujeña - Fundación ProYungas

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

16<br />

nuestras <strong>Yungas</strong>, <strong>re<strong>la</strong>tos</strong> <strong>en</strong> <strong>la</strong> <strong>selva</strong> <strong>jujeña</strong><br />

cargueros. Iba sobre una fuerte y pícara mu<strong>la</strong> que, desde el vamos, se dio cu<strong>en</strong>ta<br />

que el jinete era un novato. Así fue nuestra re<strong>la</strong>ción. La primera parte del recorrido<br />

fue <strong>en</strong> perman<strong>en</strong>te subida por un bosque de grandes árboles: tipas, cebiles, cedros,<br />

nogales, con un espectáculo de cerros y quebradas alrededor que aparecían o desaparecían<br />

por <strong>la</strong> vegetación. Los pueblitos vecinos, Pampichue<strong>la</strong>, Santa Bárbara,<br />

San Lucas, se veían desparramados sobre <strong>la</strong>s <strong>la</strong>deras <strong>en</strong> <strong>la</strong>s montañas de atrás e<br />

iban haciéndose cada vez más pequeños. La primera parte era <strong>la</strong> huel<strong>la</strong> abandonada<br />

de los camiones vigueros que transportaban los gigantescos troncos. Parecía<br />

m<strong>en</strong>tira que <strong>en</strong> lugares inaccesibles se hubieran realizado caminos, eran realm<strong>en</strong>te<br />

obras de ing<strong>en</strong>iería e ing<strong>en</strong>io hechas por g<strong>en</strong>te de monte; a pa<strong>la</strong>, pico, dinamita,<br />

sin <strong>la</strong> ayuda de <strong>la</strong> maquinaria moderna, con grandes sacrificios.<br />

Mucha madera han brindado estas montañas y no se reforesta, con el riesgo de<br />

agotar <strong>la</strong> riqueza arbórea, alterar el equilibrio ecológico, hecho que se ve <strong>en</strong> verano<br />

con los grandes derrumbes. Estos montes son expoliados desde hace más de 50<br />

años. Cada vez hay que ir más lejos a buscarlos, pudi<strong>en</strong>do, una reforestación racional,<br />

proveer de excel<strong>en</strong>tes bosques por ciclos. La madera es un recurso r<strong>en</strong>ovable,<br />

lo estamos agotando y, como columnas <strong>en</strong> ruinas de inm<strong>en</strong>sas construcciones, se<br />

v<strong>en</strong> los troncos amputados de los gigantes de <strong>la</strong> <strong>selva</strong>.<br />

Al seguir asc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do desaparece toda <strong>la</strong> <strong>en</strong>ramada inferior del bosque, los árboles<br />

están cubiertos por <strong>la</strong> «barba del monte», un musgo piloso que lo ornam<strong>en</strong>ta<br />

y protege; <strong>la</strong> mañana era húmeda, los rayos del sol, al filtrarse <strong>en</strong>tre el fol<strong>la</strong>je<br />

lo marcaban nítidam<strong>en</strong>te, haci<strong>en</strong>do fluoresc<strong>en</strong>te su tronco; se veían ardil<strong>la</strong>s, pequeños<br />

monos. Todo esto termina más allá de «Pino Hachado», el fin de <strong>la</strong> huel<strong>la</strong><br />

maderera ya llegando a <strong>la</strong>s ondu<strong>la</strong>das p<strong>la</strong>nicies de <strong>la</strong> cima de <strong>la</strong> serranía, a los<br />

pastizales de altura, donde <strong>en</strong> verano se alim<strong>en</strong>tan los animales, el ganado de los<br />

lugareños. Durante el invierno los tras<strong>la</strong>dan a los valles más bajos, m<strong>en</strong>os fríos,<br />

con vegetación per<strong>en</strong>ne al que localm<strong>en</strong>te d<strong>en</strong>ominan «el monte». Desde esos<br />

pastizales se aprecia el Cerro Hermoso por detrás, es un gigantesco terraplén <strong>en</strong><br />

<strong>la</strong>s alturas, termina abruptam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> un inm<strong>en</strong>so mirador, todo está rodeado de<br />

sil<strong>en</strong>cio (foto 3, Pág. 113). Transitar esas praderas de altura es ir flotando por el aire.<br />

A derecha e izquierda se v<strong>en</strong> cerros, parec<strong>en</strong> cercanos, pero están separados por<br />

grandes cañadas de paredes cortadas a pico.<br />

Durante <strong>la</strong> marcha, se v<strong>en</strong> puestos donde viv<strong>en</strong> los paisanos <strong>en</strong> verano cuidando<br />

el ganado: El Durazno, Tres Morros, Agua B<strong>la</strong>nca, Campo Colorado, Casa Quemada,<br />

esa es <strong>la</strong> época de pastos inmejorables, agua abundante, pero ahora, fin del<br />

otoño, todo se pinta de amarillo; seco, desierto.<br />

Ganando altura el piso se hace de piedra, por mom<strong>en</strong>tos debíamos esca<strong>la</strong>r por<br />

lo empinado de <strong>la</strong> cuesta y lo angosto del s<strong>en</strong>dero, eran verdaderas escaleras. L<strong>la</strong>maba<br />

poderosam<strong>en</strong>te <strong>la</strong> at<strong>en</strong>ción el retumbe de los cascos de <strong>la</strong>s cabalgaduras <strong>en</strong><br />

el suelo, un eco <strong>en</strong> <strong>la</strong>s <strong>en</strong>trañas de <strong>la</strong> tierra, como si camináramos sobre una gigantesca<br />

caverna. Mi pródiga imaginación, exacerbada por tanto paisaje no descarta-

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!