Nuestras Yungas, relatos en la selva jujeña - Fundación ProYungas
Nuestras Yungas, relatos en la selva jujeña - Fundación ProYungas
Nuestras Yungas, relatos en la selva jujeña - Fundación ProYungas
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
juan carlos giménez<br />
inusual; <strong>la</strong> máxima velocidad del limpiaparabrisas daba una mediana visibilidad.<br />
Paco estaba a mi <strong>la</strong>do <strong>en</strong> el asi<strong>en</strong>to; ap<strong>en</strong>as lo pasé a <strong>la</strong> cabina, captó que algo inusual<br />
estaba ocurri<strong>en</strong>do, s<strong>en</strong>tado observaba con at<strong>en</strong>ción lo que sucedía <strong>en</strong> el exterior,<br />
también mis actitudes y movimi<strong>en</strong>tos. Normalm<strong>en</strong>te es alegre, vivaracho, todo<br />
<strong>en</strong>ergía, cariño; pero ahora estaba serio, p<strong>en</strong>sativo. Luego de «valorar» <strong>la</strong> situación<br />
me dirigió una mirada tranqui<strong>la</strong>, como queri<strong>en</strong>do trasmitirme su confianza y muy<br />
ser<strong>en</strong>o se fue al piso acurrucandose, haciéndose el dormido ¿Me estaba dici<strong>en</strong>do<br />
que maneje tranquilo, que confiaba <strong>en</strong> mí y prefería descansar para no importunarme?<br />
De rato <strong>en</strong> rato levantaba su cabeza para mirarme sosegado, dándome coraje.<br />
Estaba admirado por su conducta que mucho me ayudaba.<br />
Pasamos «La Mesada de <strong>la</strong>s Colm<strong>en</strong>as»; no había signos de vida <strong>en</strong> <strong>la</strong> casa del guardaparque.<br />
El arroyo Tres Cruces traía bastante agua pero pude pasarlo bi<strong>en</strong>, es ancho<br />
y con un bu<strong>en</strong> lecho. Ibamos <strong>en</strong> medio de <strong>la</strong> furia de <strong>la</strong> naturaleza que a decir verdad<br />
era b<strong>en</strong>évo<strong>la</strong> con nosotros permitiéndonos seguir y más, «gozar» del espectáculo de<br />
los relámpagos, de los árboles que se ba<strong>la</strong>nceaban como paredes, columnas, muros a<br />
punto de caerse, tal era el aspecto por <strong>la</strong>s <strong>en</strong>redaderas que los cubrían. La lluvia por<br />
mom<strong>en</strong>tos era horizontal o asc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te como un torbellino por el vi<strong>en</strong>to; el agua se<br />
escurría cada vez más rápido por el camino, cubriéndolo y no se lo veía.<br />
En una curva, por suerte bastante amplia y firme, alcancé a ver <strong>en</strong>tre <strong>la</strong> cortina de<br />
agua dos t<strong>en</strong>ues lucecitas de un auto pequeño. ¡Qué corajudo o irresponsable este remisero!,<br />
p<strong>en</strong>sé, <strong>la</strong>rgarse con semejante tiempo, otro no podría ser. Detuve mi marcha<br />
para que pasara sin problemas; el conductor era un hombre jov<strong>en</strong>, rubio, acompañado<br />
por otros chicos y chicas de su edad, estaban <strong>en</strong> shorts y remeras, bi<strong>en</strong> de paseantes<br />
veraniegos. T<strong>en</strong>ían cara seria de asustados y me preguntaron: –¿Falta mucho<br />
para <strong>la</strong> Mesada?– Les contesté que un trecho, pero que allí no había nadie. –¿Qué nos<br />
aconseja?– preguntaron –¿Seguimos o volvemos? Estamos de paseo, pero el tiempo<br />
no nos gusta.– Está horrible y peligroso, d<strong>en</strong> ya <strong>la</strong> vuelta, les contesté sin dudar y nos<br />
separamos, <strong>en</strong> un segundo no los vi más. Estos están buscando un accid<strong>en</strong>te, p<strong>en</strong>sé…<br />
¡<strong>la</strong>rgarse con este tiempo! solos, sin conocer; es tal cual dic<strong>en</strong> los paisanos, el cerro los<br />
desconoció y se <strong>en</strong>ojó. Si el camino normalm<strong>en</strong>te es algo peligroso para los extraños,<br />
más con este tiempo y <strong>en</strong> un autito pequeño, ni qué hab<strong>la</strong>r. Mi<strong>en</strong>tras seguía el l<strong>en</strong>to<br />
desc<strong>en</strong>so con mi fiel compañero «descansando», p<strong>en</strong>sé que quizá hubiera t<strong>en</strong>ido que<br />
esperarlos, pero me tranquilicé p<strong>en</strong>sando que inmediatam<strong>en</strong>te detrás de ellos v<strong>en</strong>drían<br />
los turistas con sus pot<strong>en</strong>tes camionetas.<br />
El temporal iba m<strong>en</strong>guando l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te, pasaba por lugares conocidos. En El Mirador,<br />
estuve casi seguro que llegaría a Agua Negra. –Pero, ¿cómo estaría su cauce?, seguram<strong>en</strong>te<br />
bi<strong>en</strong> cargado y turbul<strong>en</strong>to; <strong>en</strong>ojado al máximo– p<strong>en</strong>sé. Felicitaba a <strong>la</strong> camioneta,<br />
<strong>la</strong> Taruca III, acariciando y palmeando el vo<strong>la</strong>nte, el tablero, estaba portándose<br />
muy bi<strong>en</strong>, andaba parejito, ni una tosecita siquiera, con muy bu<strong>en</strong>a reacción.<br />
Llegamos a <strong>la</strong> casa del guardaparque, no había nadie; todavía llovía aunque sin<br />
vi<strong>en</strong>to. Al bajar los vidrios s<strong>en</strong>tí c<strong>la</strong>rito el rugido del Agua Negra y un fuerte olor a<br />
29