08.05.2013 Views

Nuestras Yungas, relatos en la selva jujeña - Fundación ProYungas

Nuestras Yungas, relatos en la selva jujeña - Fundación ProYungas

Nuestras Yungas, relatos en la selva jujeña - Fundación ProYungas

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

60<br />

nuestras <strong>Yungas</strong>, <strong>re<strong>la</strong>tos</strong> <strong>en</strong> <strong>la</strong> <strong>selva</strong> <strong>jujeña</strong><br />

Antes del almuerzo el padre me pres<strong>en</strong>tó dos mujeres b<strong>la</strong>ncas, de ojos c<strong>la</strong>ros,<br />

delgadas, mayores, de vestidos oscuros <strong>la</strong>rgos, pasados de moda. La mayor y más<br />

baja era Rosa, algo <strong>en</strong>corvada, con cierta dificultad para hab<strong>la</strong>r por una lesión <strong>en</strong><br />

el pa<strong>la</strong>dar. La otra más alta, bi<strong>en</strong> derechita era Ester, inquieta <strong>en</strong> su actitud. Ambas<br />

de maneras s<strong>en</strong>cil<strong>la</strong>s, educadas, sost<strong>en</strong>ían fluidam<strong>en</strong>te una conversación mirando<br />

siempre a los ojos, distinto a nuestros paisanos. Doctor, son <strong>la</strong>s señoritas<br />

Cáceres, resid<strong>en</strong> aquí cerca, de muchos años, son amigas del padre Aurelio, me<br />

dijo Laudino. Yo p<strong>en</strong>saba mi<strong>en</strong>tras les daba <strong>la</strong> mano; son b<strong>la</strong>ncas, resid<strong>en</strong> cerca<br />

de aquí, de muchos años ¡Si esto es el fin el mundo! ¡Qué son! ¿Náufragos <strong>en</strong> una<br />

is<strong>la</strong>? (foto 20, Pág. 122).<br />

Me saludaron con franqueza desde el apretón de manos, formalidad, alegría y,<br />

luego de p<strong>la</strong>ticar un rato, nos invitaron a tomar <strong>la</strong> meri<strong>en</strong>da <strong>en</strong> su casa. Fuimos<br />

por <strong>la</strong> tarde; <strong>en</strong> <strong>la</strong> cancha estaban <strong>en</strong> el segundo tiempo de un clásico del fútbol<br />

vallisto: Valle Grande versus Pampichue<strong>la</strong>. P<strong>en</strong>sé que era lejos pero el cura me<br />

tranquilizó, es aquí nomás. Marchamos hasta los límites del pueblo, bajamos por<br />

un casi vertical s<strong>en</strong>dero a una profunda quebrada ll<strong>en</strong>a de vegetación, –Es <strong>la</strong> quebrada<br />

de Noques, ti<strong>en</strong>e un arroyo con truchas, el San Luis– me dijo el curita, todo<br />

estaba verde a pesar del invierno. Llegamos al torr<strong>en</strong>te luego de un rato de andar;<br />

sus aguas cristalinas, el pu<strong>en</strong>te, era un tronco canteado <strong>en</strong>tre dos piedras que se<br />

movía algo, dando una s<strong>en</strong>sación de inseguridad, pero estaba firme, mi<strong>en</strong>tras lo<br />

cruzaba con temor, alcancé a ver algunos peces que se movían veloces <strong>en</strong>tre <strong>la</strong>s<br />

piedras: <strong>la</strong>s truchas.<br />

Cruzado el pu<strong>en</strong>tecillo, <strong>la</strong> huel<strong>la</strong> se hacía asc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te aunque no tan inclinada<br />

como <strong>la</strong> bajada, se apreciaban pequeños rastrojos a <strong>la</strong> izquierda, se cultivaba maíz.<br />

A <strong>la</strong> derecha el terr<strong>en</strong>o era elevado, estaba cubierto de yuyos. En un mom<strong>en</strong>to el<br />

padre, que iba ade<strong>la</strong>nte, se detuvo. La zona era, hace años, mucho más activa, –me<br />

dijo– eso que ves allí, agregó, seña<strong>la</strong>ndo un hueco <strong>en</strong>tre <strong>la</strong> vegetación, que empecé<br />

a distinguir al prestarle at<strong>en</strong>ción, es un molino hidráulico jesuita, de <strong>la</strong> época de <strong>la</strong><br />

colonia, antes que los expuls<strong>en</strong>, ellos recorrieron <strong>la</strong> región evangelizando.<br />

Quedé asombrado por su com<strong>en</strong>tario, decidí explorarlo y <strong>en</strong>contré algo formidable.<br />

Una gruta afirmada con piedras donde podía <strong>en</strong>trar una persona de mediana<br />

altura, <strong>en</strong> <strong>la</strong> pared del fondo a <strong>la</strong> derecha y arriba, había un agujero, era <strong>la</strong> desembocadura<br />

de un canal, por allí caía el agua. En el piso, acostada, había una rueda<br />

de madera, como de carro, con paletas verticales <strong>en</strong> su periferia, donde golpeaba<br />

el agua al caer, haciéndo<strong>la</strong> girar, <strong>en</strong> el c<strong>en</strong>tro, t<strong>en</strong>ía un eje, que transmitía el movimi<strong>en</strong>to<br />

y que se perdía <strong>en</strong> el techo. Estaba asombrado, emocionado por lo que veía,<br />

salí jadeando, el curita sonreía captando el asombro <strong>en</strong> mi rostro. Esto es magnífico,<br />

dije. Veo que estáis <strong>en</strong>tusiasmado, respondió con su gracejo español, si queréis<br />

ver más, sígueme, y se abrió paso <strong>en</strong>tre unos arbustos por un s<strong>en</strong>dero imaginario<br />

que trepaba a <strong>la</strong> par de <strong>la</strong> cueva, cuando estuvo arriba limpió un poco el suelo y<br />

pude apreciar dos inm<strong>en</strong>sas piedras circu<strong>la</strong>res superpuestas, de distinta textura:

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!