08.05.2013 Views

Nuestras Yungas, relatos en la selva jujeña - Fundación ProYungas

Nuestras Yungas, relatos en la selva jujeña - Fundación ProYungas

Nuestras Yungas, relatos en la selva jujeña - Fundación ProYungas

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

juan carlos giménez<br />

seguir con mis huesos sanos, con razón ti<strong>en</strong><strong>en</strong> que estar bi<strong>en</strong> herrados, p<strong>en</strong>sé. Después<br />

me ac<strong>la</strong>raron que no cualquier caballo hace el trayecto, deb<strong>en</strong> ser de <strong>la</strong> zona,<br />

<strong>en</strong>tr<strong>en</strong>ados previam<strong>en</strong>te sin carga y a tiro, como hacían con el «Chaqueño».<br />

Superado el impon<strong>en</strong>te obstáculo <strong>en</strong>tramos de vuelta <strong>en</strong> <strong>la</strong>s lomadas. Los pastizales<br />

se veían secos, pero <strong>la</strong>s ovejas obt<strong>en</strong>ían alim<strong>en</strong>to <strong>en</strong> su incansable rumiar.<br />

En una <strong>la</strong>dera había una majada, <strong>en</strong> una meseta construcciones de piedra (foto 8,<br />

Pág. 115). Dos habitaciones fr<strong>en</strong>te a fr<strong>en</strong>te, de techo de paja a dos aguas, rodeadas<br />

por una pirca con otra habitación más alejada; todo estaba mimetizado con el<br />

paisaje amarillo terroso, para distinguir<strong>la</strong>s había que prestar at<strong>en</strong>ción. Dimos un<br />

rodeo para llegar, cruzamos una tranquera, pasamos al costado de <strong>la</strong> majada; una<br />

oveja negra acababa de dar a luz a un corderito del mismo color, int<strong>en</strong>taba hacerlo<br />

parar con su hocico para que camine, éste daba algunos pasos torpes y volvía a<br />

caer. Al vernos, lejos de dejarlo nos <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tó protegiéndolo; nosotros seguimos,<br />

<strong>en</strong> <strong>la</strong> casa daríamos <strong>la</strong> novedad del recién nacido. Desde allí se apreciaba <strong>en</strong> el filo<br />

del cerro los tres morros que daban el nombre al lugar, dos estaban juntos y eran<br />

nítidos, el tercero hacia <strong>la</strong> derecha, ap<strong>en</strong>as se esbozaba.<br />

Nos recibió Nolberto Leaños al que, por su pulóver verde, lo v<strong>en</strong>íamos distingui<strong>en</strong>do<br />

desde hacía rato, era amigo de Lino, hijo de <strong>la</strong> dueña de casa, vivía <strong>en</strong><br />

Libertador. Des<strong>en</strong>sil<strong>la</strong>mos, dejamos <strong>en</strong> libertad a los animales. En <strong>la</strong> altura se notaba<br />

más el vi<strong>en</strong>to, era cálido, había que fijar todo para que no se vo<strong>la</strong>ra; los paisanos<br />

presagiaron un cambio de tiempo, iba a llegar el frío, cosa que ocurrió los<br />

días sigui<strong>en</strong>tes.<br />

En el lugar vivían dos señoras, una con unos kilos de más, <strong>la</strong> dueña de casa,<br />

Doña Flor<strong>en</strong>cia Ontiveros; <strong>la</strong> otra era Baldomera, su hermana, algo m<strong>en</strong>or, t<strong>en</strong>ía su<br />

puesto cerca; se acompañaban, <strong>la</strong>s ovejas pastaban juntas. Nolberto había v<strong>en</strong>ido<br />

anteayer y se volvía con nosotros: ¡Las dos mujeres mayores, vivían so<strong>la</strong>s <strong>en</strong> esa<br />

inm<strong>en</strong>sidad! Al mediodía, pusieron una mesa <strong>en</strong> el patio al resguardo del vi<strong>en</strong>to y<br />

nos ofrecieron asado, papa del cerro, ocas; nosotros aportamos nuestras vitual<strong>la</strong>s<br />

haci<strong>en</strong>do un almuerzo común. Las señoras comieron aparte, <strong>en</strong> <strong>la</strong> cocina, el asado<br />

estaba tierno, <strong>la</strong>s papas y <strong>la</strong>s ocas, riquísimas; estas últimas b<strong>la</strong>ncas y dulces. Nolberto<br />

nos contó que <strong>la</strong> carne era de una vaca que habían carneado el día anterior<br />

sin p<strong>en</strong>sarlo; <strong>la</strong> estaban llevando a San Francisco y de tan mañera y arisca se desbarrancó,<br />

tuvieron que sacrificar<strong>la</strong> y carnear<strong>la</strong> <strong>en</strong> el camino.<br />

El lugar austero, como todas <strong>la</strong>s vivi<strong>en</strong>das del cerro, el único signo de modernidad<br />

era una pantal<strong>la</strong> fotovoltaica que proveía de <strong>en</strong>ergía a <strong>la</strong>s baterías que daban<br />

luz. Están <strong>en</strong> todos los puestos de cerro, <strong>la</strong>s instaló ejsedsa, a un mínimo costo. La<br />

cocina, una habitación pequeña, con su fuego <strong>en</strong> un hueco del piso; ol<strong>la</strong>s y parril<strong>la</strong><br />

al ras del suelo, el ambi<strong>en</strong>te con mucho humo que ap<strong>en</strong>as salía por <strong>la</strong>s h<strong>en</strong>dijas de<br />

<strong>la</strong> puerta, <strong>la</strong>s paredes; todo estaba tiznado. Los asi<strong>en</strong>tos eran piedras con jergones;<br />

<strong>en</strong> un deteriorado estante estaban los implem<strong>en</strong>tos de cocina, había una pi<strong>la</strong> de<br />

leña <strong>en</strong> un rincón, ganchos colgaban del techo con variadas cosas, el agua <strong>en</strong> bido-<br />

33

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!