08.05.2013 Views

Nuestras Yungas, relatos en la selva jujeña - Fundación ProYungas

Nuestras Yungas, relatos en la selva jujeña - Fundación ProYungas

Nuestras Yungas, relatos en la selva jujeña - Fundación ProYungas

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

78<br />

nuestras <strong>Yungas</strong>, <strong>re<strong>la</strong>tos</strong> <strong>en</strong> <strong>la</strong> <strong>selva</strong> <strong>jujeña</strong><br />

estaba he<strong>la</strong>da, me cortó <strong>la</strong> respiración, por suerte hice pie antes que me cubra y así,<br />

sin p<strong>en</strong>sarlo me <strong>en</strong>contré con el agua al cuello. Paco a mi <strong>la</strong>do nadaba con cara de<br />

asustado, lo agarré de su arnés, poniéndolo sobre piedras seguras, dio un formidable<br />

sacudón y siguió explorando sin preocuparse por <strong>la</strong> suerte de su amo.<br />

Salí despacio, agarrándome de rocas firmes, estaba mojado de pies a cabeza, tiritando<br />

de frío. Volví hacia «los pedrones» que estaban <strong>en</strong> el sol, debía sacarme <strong>la</strong><br />

ropa, escurrir<strong>la</strong>, poner<strong>la</strong> a secar, por suerte me había sacado antes <strong>la</strong> camisa que<br />

estaba seca <strong>en</strong> el morral, con el<strong>la</strong> me cubrí y me dispuse a esperar a don Salomón;<br />

acababa de completar <strong>la</strong> operación cuando apareció, y, al verme semidesnudo y<br />

contarle mi caída, se rió de bu<strong>en</strong>a gana.<br />

Esperamos unas dos horas hasta que <strong>la</strong> ropa estuvo oreada, char<strong>la</strong>mos bastante<br />

<strong>en</strong> ese <strong>la</strong>pso. Me contó su historia <strong>en</strong> el ing<strong>en</strong>io. Entró de ayudante de grúa cuando<br />

salió del servicio militar, se retiró como maquinista luego de cuar<strong>en</strong>ta años de<br />

trabajo, no se jubiló todavía por falta de edad, pero los años de aporte ya los ti<strong>en</strong>e.<br />

Había t<strong>en</strong>ido un accid<strong>en</strong>te; perdió los dedos índice y pulgar de <strong>la</strong> mano izquierda,<br />

se los agarró <strong>en</strong> un descuido <strong>la</strong> paleta del v<strong>en</strong>ti<strong>la</strong>dor de un motor; pero siguió<br />

trabajando, se retiró porque le ofrecieron indemnizarlo, esos pesos no le vinieron<br />

mal, ahora esperaba los ses<strong>en</strong>ta y cinco años para jubi<strong>la</strong>rse, su jefe fue don Mario<br />

Caorlín, quién le <strong>en</strong>señó y ayudó mucho.<br />

Don Apaza era de Alto Calilegua, allí transcurrió su infancia y adolesc<strong>en</strong>cia, fue<br />

a <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> sólo hasta cuarto grado, t<strong>en</strong>ía ya diez y seis años y, como era muy<br />

«grandote», fue su último año de instrucción formal, debía trabajar con sus padres.<br />

De chango recorrió todas <strong>la</strong>s serranías cuidando el ganado de <strong>la</strong> familia, corría<br />

<strong>la</strong>s vacas a una velocidad increíble para que no se escap<strong>en</strong>, <strong>en</strong> una caída se<br />

resintió <strong>la</strong> rodil<strong>la</strong> izquierda, que le molesta a veces. Ahora ya viejo, volvía al cerro<br />

para quedarse y seguir cuidando <strong>la</strong> haci<strong>en</strong>da familiar.<br />

Char<strong>la</strong>mos de Basilia, su esposa, que es de Valle Grande, de sus hijos, <strong>en</strong> fin, esas<br />

conversaciones dist<strong>en</strong>didas, tranqui<strong>la</strong>s y francas que por el ajetreo de <strong>la</strong> vida de<br />

ciudad uno ya no <strong>la</strong>s ti<strong>en</strong>e. Le conté de mi <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro con el paisano <strong>en</strong> <strong>la</strong>guna seca<br />

y se quedó p<strong>en</strong>sativo, no podía ubicar quién podría ser, él conoce a todos, cosa que<br />

me inquietó, más cuando me dijo <strong>en</strong>tre broma y serio: Debe ser el hombrecillo<br />

del monte, el que protege a los animales, el «Coqu<strong>en</strong>a» 14 . Su perrito le cayó bi<strong>en</strong><br />

porque es bu<strong>en</strong>o, simpático y cariñoso, quiso darle una mano evitando se extravíe<br />

y que pase un mal rato y le dio dotes de guía. La verdad que estaba asombrado, no<br />

t<strong>en</strong>ía miedo, me sonreí y <strong>en</strong>tre char<strong>la</strong> y char<strong>la</strong>, cuando m<strong>en</strong>os nos dimos cu<strong>en</strong>ta <strong>la</strong><br />

ropa estuvo seca, ya era medio día.<br />

Me vestí, reiniciamos <strong>la</strong> caminata por un s<strong>en</strong>dero paralelo al arroyo luego de cru-<br />

14 Coqu<strong>en</strong>a: Personaje de <strong>la</strong> mitología andina repres<strong>en</strong>tado por un hombrecito, <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral bajo, es el protector<br />

de los animales salvajes de <strong>la</strong> rapacidad del hombre. los que cazan por gusto o arteram<strong>en</strong>te son castigados<br />

con accid<strong>en</strong>tes, desgracias. Premia, ori<strong>en</strong>ta a los que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> bu<strong>en</strong> comportami<strong>en</strong>to, cazan para alim<strong>en</strong>tarse.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!