Nuestras Yungas, relatos en la selva jujeña - Fundación ProYungas
Nuestras Yungas, relatos en la selva jujeña - Fundación ProYungas
Nuestras Yungas, relatos en la selva jujeña - Fundación ProYungas
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
64<br />
nuestras <strong>Yungas</strong>, <strong>re<strong>la</strong>tos</strong> <strong>en</strong> <strong>la</strong> <strong>selva</strong> <strong>jujeña</strong><br />
mantuvimos con <strong>la</strong>s señoritas Cáceres correspond<strong>en</strong>cia episto<strong>la</strong>r, primero por el<br />
Correo, hasta que lo cerraron y luego por los transportistas. Siempre llegaban para<br />
fin de año expresivas tarjetas, esque<strong>la</strong>s, que mi esposa contestaba puntualm<strong>en</strong>te.<br />
También recibí varias veces <strong>en</strong>víos de frutas, dulces y hasta unas delicadas tacitas<br />
chinas de té, eran parte del juego que había admirado <strong>en</strong> mi primera visita.<br />
Mi<strong>la</strong> estaba asombrada por lo alejado y solitario de <strong>la</strong> casa, allí abajo, <strong>en</strong> pl<strong>en</strong>o<br />
monte, mi<strong>en</strong>tras nos acercábamos le contaba y mostraba mis experi<strong>en</strong>cias por<br />
esos lugares. Ester estaba so<strong>la</strong>, deteriorada, pero incansable <strong>en</strong> sus tareas, y, a pesar<br />
de todo, nos at<strong>en</strong>dió con g<strong>en</strong>tileza, <strong>en</strong>tusiasmada por <strong>la</strong> visita, sin una queja;<br />
nos brindó un cali<strong>en</strong>te té y tuvimos una am<strong>en</strong>a char<strong>la</strong> ll<strong>en</strong>a de recuerdos. Mucho<br />
l<strong>la</strong>mó <strong>la</strong> at<strong>en</strong>ción de mi esposa una frondosa <strong>en</strong>redadera <strong>en</strong> <strong>la</strong> esquina de <strong>la</strong> galería<br />
que se ext<strong>en</strong>día por doquier, t<strong>en</strong>ía hermosas y perfumadas flores b<strong>la</strong>ncas<br />
como azahares, pero de mayor tamaño. Ap<strong>en</strong>as se acercó, empezó a resaltar su belleza<br />
y perfume, el rostro de Ester cambió, se cubrió de una alegre sonrisa, empezó<br />
a hab<strong>la</strong>r con <strong>en</strong>tusiasmo de esa viejísima p<strong>la</strong>nta. Nos contó que <strong>la</strong> había traído su<br />
padre de Bu<strong>en</strong>os Aires, que fue el orgullo, el símbolo de <strong>la</strong> casa y ahora recuerdo<br />
de otras épocas <strong>en</strong> que el lugar era toda actividad. Nos habló de su perfume, hizo<br />
refer<strong>en</strong>cia a una risueña anécdota de un ilustre visitante, el ing<strong>en</strong>iero Arrieta, que<br />
<strong>en</strong> una noche de suave brisa, p<strong>en</strong>só se había derramado un frasco de perfume, y<br />
no, era <strong>la</strong> fragancia de <strong>la</strong> flor de esa <strong>en</strong>redadera que t<strong>en</strong>ía un sugestivo nombre:<br />
Angélica. Nos dijo también que era difícil de pr<strong>en</strong>der, que varios int<strong>en</strong>tos habían<br />
fracasado.<br />
Al despedirnos, l<strong>la</strong>mó a Mi<strong>la</strong>, eligió un lindo gajo y lo arrancó diciéndole: córtelo<br />
<strong>en</strong> dos o tres ramas y plántelo esta noche, procure que sea <strong>en</strong> bu<strong>en</strong>a tierra, por<br />
ahora bajo sombra y no le deje faltar el agua, estaba muy cont<strong>en</strong>ta al dárselo.<br />
Cumplimos al pie de <strong>la</strong> letra sus recom<strong>en</strong>daciones <strong>en</strong> el jardín de «Aurora», Y,<br />
¡oh, mi<strong>la</strong>gro!, los brotes crecieron, están luchando por mant<strong>en</strong>erse vivos. Son erguidos,<br />
francos, tranquilos, seguros y delicados, como <strong>la</strong>s señoritas Cáceres; se l<strong>la</strong>man<br />
Rosa y Ester 13 .<br />
13 ester falleció <strong>en</strong> septiembre de 2000, pasó sus últimos meses <strong>en</strong> libertador <strong>en</strong> casa de familiares, <strong>en</strong> el hospital<br />
orías, lejos de Pampichue<strong>la</strong>, de su san luis de noques. Fue <strong>en</strong>terrada <strong>en</strong> el cem<strong>en</strong>terio de <strong>la</strong> finca, al <strong>la</strong>do de<br />
los suyos y estoy seguro que allí continúa el bullicio y actividad de los Cáceres, ahora nuevam<strong>en</strong>te juntos.