08.05.2013 Views

Nuestras Yungas, relatos en la selva jujeña - Fundación ProYungas

Nuestras Yungas, relatos en la selva jujeña - Fundación ProYungas

Nuestras Yungas, relatos en la selva jujeña - Fundación ProYungas

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

juan carlos giménez<br />

Los personajes<br />

«Lurito Calilegu<strong>en</strong>sis» Amazona tucumana<br />

Guillermo Lingua, fue el primer guardaparque del Parque Nacional Calilegua,<br />

creado <strong>en</strong> el año 1978. Era una jov<strong>en</strong> delgado, no muy alto, de cabello y bigotes castaños,<br />

mirada franca, tranqui<strong>la</strong>, at<strong>en</strong>ta, casi infantil. Vivía sumergido <strong>en</strong> <strong>la</strong> naturaleza,<br />

<strong>en</strong>amorado de su trabajo, siempre dispuesto a ori<strong>en</strong>tar, asesorar al viajero,<br />

al turista, ayudar a los paisanos. Estuvo <strong>en</strong> otros lugares antes, pero de paso, este<br />

era su primer destino fijo. Calilegua era «su Parque», a más, lo estr<strong>en</strong>aba. La casa<br />

donde viviría nuevita, colgada del cerro, <strong>en</strong> «La Mesada de <strong>la</strong>s Colm<strong>en</strong>as», a diez kilómetros<br />

de «Aguas Negras», <strong>la</strong> <strong>en</strong>trada del Parque y a medio camino de «Abra de<br />

Cañas», <strong>la</strong> cima de <strong>la</strong> serranía, el límite oeste de <strong>la</strong> reserva. La vivi<strong>en</strong>da, moderna,<br />

espaciosa; como era un gran lector, t<strong>en</strong>ía una amplia y surtida biblioteca.<br />

Su ayudante y baqueano era Alejandro Za<strong>la</strong>zar, «Alejo», un mozo de <strong>la</strong> zona,<br />

nacido <strong>en</strong> Valle Grande, que vivía con su familia <strong>en</strong> San Francisco. Fuerte, g<strong>en</strong>til,<br />

despierto, compet<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el trabajo y desde ya gran conocedor del cerro, el Parque<br />

es <strong>la</strong> palma de su mano. Guillermo estaba satisfecho y orgulloso de él, lo modeló<br />

<strong>en</strong> su espíritu de servicio y amor a <strong>la</strong> naturaleza, era su brazo derecho y hombre<br />

de confianza.<br />

Parque Nacionales, dep<strong>en</strong>día <strong>en</strong> ese <strong>en</strong>tonces, del Ministerio de Agricultura y<br />

Ganadería, institución con una formidable burocracia. Dos años llevaba Za<strong>la</strong>zar<br />

como provisorio sin lograr el nombrami<strong>en</strong>to que lo efectivizara. Los múltiples<br />

requisitos y papeles fueron cumplim<strong>en</strong>tados, ll<strong>en</strong>ados puntillosam<strong>en</strong>te y <strong>en</strong>viados<br />

a Salta donde estaba <strong>la</strong> oficina cabecera del noroeste. Za<strong>la</strong>zar t<strong>en</strong>ía todas <strong>la</strong>s<br />

condiciones para el cargo, que por otra parte, figuraba <strong>en</strong> el presupuesto desde <strong>la</strong><br />

creación del Parque; t<strong>en</strong>ía muchas esperanzas <strong>en</strong> conseguir este trabajo fijo que le<br />

gustaba mucho, además, iba a permanecer <strong>en</strong> su medio, cerca de los suyos, lo trataban<br />

bi<strong>en</strong>; ni comparación a ser zafrero <strong>en</strong> <strong>la</strong> caña de azúcar o ir al sur <strong>en</strong> busca<br />

de trabajo.<br />

Fue una suerte que, mi<strong>en</strong>tras trabajaba <strong>en</strong> <strong>la</strong> construcción de <strong>la</strong> casa <strong>en</strong> <strong>la</strong> Mesada,<br />

<strong>la</strong> g<strong>en</strong>te de Parques se fijara <strong>en</strong> ese jov<strong>en</strong> responsable, intelig<strong>en</strong>te, honesto,<br />

conocedor de <strong>la</strong> zona, baqueano <strong>en</strong> el monte y le propusieran el cargo, cosa que<br />

aceptó al instante. En el cerro no se consigue trabajo estable fácilm<strong>en</strong>te, s<strong>en</strong>tía<br />

que tocaba el cielo con <strong>la</strong>s manos (y era verdad).<br />

Pasaron los meses, dos años y cada viaje de Guillermo a Salta era para ocuparse<br />

39

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!