Nuestras Yungas, relatos en la selva jujeña - Fundación ProYungas
Nuestras Yungas, relatos en la selva jujeña - Fundación ProYungas
Nuestras Yungas, relatos en la selva jujeña - Fundación ProYungas
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
juan carlos giménez<br />
zarlo por un precario pu<strong>en</strong>te de troncos; a poco de andar llegamos a un pequeño<br />
c<strong>la</strong>ro de desmonte, muy cerca del curso del agua pero a un nivel superior y estaba<br />
a<strong>la</strong>mbrado, t<strong>en</strong>ía una pequeña pieza de paredes de tablones hechos con motosierra,<br />
techo de chapas, a su alrededor había restos de fogata, troncos como asi<strong>en</strong>tos.<br />
Allí habían parado los pescadores, ahora estaban arroyo abajo, fuimos a buscarlos,<br />
los <strong>en</strong>contramos <strong>en</strong> el s<strong>en</strong>dero, ya regresando de su pesca, era <strong>la</strong> hora acordada<br />
con el baqueano. Se los veía cansados pero cont<strong>en</strong>tos; nos pres<strong>en</strong>tamos.<br />
Eran José Manuel, de unos ses<strong>en</strong>ta y pico de años, delgado, de baja estatura, ojos<br />
c<strong>la</strong>ros y Néstor más jov<strong>en</strong> y alto, rell<strong>en</strong>ito, fr<strong>en</strong>te amplia. V<strong>en</strong>ían cargados con sus<br />
pertrechos, el segundo t<strong>en</strong>ía <strong>en</strong> bandolera a <strong>la</strong> espalda, un curioso canasto de mimbre,<br />
como los de pan pero más chico, con tapa, protegido con su cuerpo de <strong>la</strong>s ramas.<br />
En él llevaba <strong>la</strong>s preciadas truchas, vestían los chalecos con múltiples bolsillos.<br />
Tuvieron una bu<strong>en</strong>a pesca, se autotitu<strong>la</strong>ban «pescadores ecológicos», sacaban<br />
lo que podían consumir <strong>en</strong> cantidad y calidad; traían <strong>en</strong> cada viaje o <strong>en</strong>viaban,<br />
alevinos para sembrar, tarea de <strong>la</strong> que se <strong>en</strong>cargaban ellos o don Salomón; el día<br />
anterior pescaron justo para c<strong>en</strong>ar, almorzar hoy y, esa mañana para llevar a Jujuy<br />
refrigerados. Los peces pequeños eran devueltos al agua. La comida que hicieron<br />
<strong>la</strong> noche anterior fue «trucha a <strong>la</strong> piedra, al roquefort», un exótico p<strong>la</strong>to. Cal<strong>en</strong>taban<br />
una <strong>la</strong>ja con fuego, <strong>la</strong> limpiaban y ponían <strong>la</strong>s tiernas truchas <strong>en</strong> esa «p<strong>la</strong>ncha»,<br />
agregándole el queso, ¡formidable!<br />
Me mostraron sus seleccionadas piezas, eran ejemp<strong>la</strong>res de unos 25 cm, p<strong>la</strong>teadas<br />
con reflejos dorados, grandes ojos que parecían t<strong>en</strong>er vida; al ver mi admiración se<br />
ofrecieron hacerme pescar, lo que acepté al instante. Con Néstor fuimos al arroyo, a<br />
un pozo. Ahí no más me explicó <strong>la</strong> técnica mi<strong>en</strong>tras <strong>en</strong>carnaba el anzuelo con patudos,<br />
curiosa carnada, un animalejo (¿insecto?), que vive debajo de <strong>la</strong>s piedras, de lomo<br />
duro con múltiples patas y un par de t<strong>en</strong>azas; <strong>la</strong> verdad que impresiona al verlo, pero<br />
es una excel<strong>en</strong>te y duradera carnada que, si se es práctico, sirve para varios piques.<br />
La pesca de truchas es inquietante, el animalito intelig<strong>en</strong>te, ubica perfectam<strong>en</strong>te<br />
al pescador que debe mimetizarse. La presa y el predador son especiales, ti<strong>en</strong><strong>en</strong><br />
su personalidad, compit<strong>en</strong>, se complem<strong>en</strong>tan y respetan. Guiado por un experto,<br />
sin proponérmelo, pesqué mi primera trucha vallegrandina, un hermoso ejemp<strong>la</strong>r<br />
de unos 30 cm, al sacarlo, mi<strong>en</strong>tras coleteaba <strong>en</strong> <strong>la</strong> línea, Paco le <strong>la</strong>draba insist<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te<br />
desde <strong>la</strong> oril<strong>la</strong>.<br />
Char<strong>la</strong>mos animadam<strong>en</strong>te, com<strong>en</strong>taron <strong>la</strong> hermosa noche anterior con luna<br />
creci<strong>en</strong>te, <strong>la</strong>s estrel<strong>la</strong>s, el ruido del arroyo, de los animales nocturnos, del brillo y<br />
crepitar de <strong>la</strong> fogata, gozaron g<strong>en</strong>uinam<strong>en</strong>te de <strong>la</strong> naturaleza. En el puesto almorzamos,<br />
orgullosos nos convidaron <strong>la</strong> famosa «trucha al roquefort», que a pesar de<br />
fría estaba bu<strong>en</strong>a, tiernísima, <strong>la</strong> cabeza se deshacía debajo de los di<strong>en</strong>tes, hab<strong>la</strong>mos<br />
de una y mil cosas mi<strong>en</strong>tras preparaban sus vitual<strong>la</strong>s para el regreso. La yegua de<br />
don Salomón estaba <strong>en</strong> <strong>la</strong> otra oril<strong>la</strong> esperando para hacerse cargo de sus bultos.<br />
El regreso fue re<strong>la</strong>jado, sin estar p<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te del s<strong>en</strong>dero, pero estábamos cansa-<br />
79