Nuestras Yungas, relatos en la selva jujeña - Fundación ProYungas
Nuestras Yungas, relatos en la selva jujeña - Fundación ProYungas
Nuestras Yungas, relatos en la selva jujeña - Fundación ProYungas
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
30<br />
nuestras <strong>Yungas</strong>, <strong>re<strong>la</strong>tos</strong> <strong>en</strong> <strong>la</strong> <strong>selva</strong> <strong>jujeña</strong><br />
barro, el acompasado retumbar de piedras grandes rodando por su cauce impulsados<br />
por <strong>la</strong> fuerte corri<strong>en</strong>te. Seguí hasta el borde del embravecido arroyo, allí estaban<br />
Catalino y Jacinto, dos transportistas de San Francisco con sus camionetas<br />
y algunos pasajeros; del otro <strong>la</strong>do no había nadie.<br />
El panorama era feo, el Agua Negra bramaba bote a bote, el pi<strong>la</strong>r del pu<strong>en</strong>te había<br />
quedado <strong>en</strong> medio del oleaje, por suerte ya habían retirado el pu<strong>en</strong>te del lecho para<br />
que no se lo lleve, <strong>la</strong> fuerte corr<strong>en</strong>tada había cavado su cauce, <strong>la</strong>s <strong>en</strong>tradas del camino<br />
al río eran muros de casi un metro ¡Ni p<strong>en</strong>sar <strong>en</strong> cruzarlo! Hay que esperar, dijo Catalino,<br />
si deja de llover el Agua Negra baja tan rápido como sube y veremos qué hacer!<br />
No llegaba ningún otro vehículo, salvo los jóv<strong>en</strong>es <strong>en</strong> el pequeño auto, cosa que<br />
me tranquilizó. Paco corría de aquí para allá <strong>en</strong>tre los charcos y <strong>la</strong> lluvia, estaba<br />
empapado pero a sus anchas, era <strong>la</strong> atracción de <strong>la</strong> g<strong>en</strong>te por su gracioso aspecto<br />
y lo inquieto de sus actitudes. Ya era el Paco de siempre, había pasado el susto, se<br />
s<strong>en</strong>tía seguro y cont<strong>en</strong>to. Decidimos poner los vehículos <strong>en</strong> el estacionami<strong>en</strong>to<br />
del Parque, alejado del cauce, por lo que pudiera suceder.<br />
Eran <strong>la</strong>s siete de <strong>la</strong> tarde, había bu<strong>en</strong>a luz, <strong>la</strong> lluvia cesaba, corría una suave brisa,<br />
se estaba ac<strong>la</strong>rado el panorama. En ese mom<strong>en</strong>to, como <strong>en</strong> una caravana llegaron<br />
varios vehículos, había caído un árbol sobre el camino y <strong>en</strong>tre todos ap<strong>en</strong>as<br />
pudieron abrir paso.<br />
La torm<strong>en</strong>ta se alejó dando tranquilidad al ambi<strong>en</strong>te, llegó el ómnibus, varios<br />
pasajeros fueron inmediatam<strong>en</strong>te a ver cómo estaba el cauce del arroyo, los acompañé.<br />
Había bajado bastante y se lo veía más tranquilo; varios se dirigían Agua<br />
Negra abajo y pasaban al fr<strong>en</strong>te, allí el río se divide <strong>en</strong> varias ramas, haci<strong>en</strong>do<br />
m<strong>en</strong>os peligroso el cruce. Calculé que los vehículos no podrían pasar esa noche y,<br />
que a bu<strong>en</strong> paso, <strong>en</strong> una hora podría estar <strong>en</strong> Libertador, debía aprovechar <strong>la</strong> luz<br />
que quedaba; decidí cruzar con Paco llevando lo imprescindible. Volví al estacionami<strong>en</strong>to,<br />
cerré bi<strong>en</strong> <strong>la</strong> F 100, tomé unas manzanas, un poco de agua para el camino,<br />
<strong>la</strong> correa de Paco, linterna, conseguí un bu<strong>en</strong> bastón y me dispuse a cruzar.<br />
Por suerte, al mom<strong>en</strong>to de hacerlo, <strong>en</strong>contré a Raúl, un jov<strong>en</strong> sanfrancisqueño<br />
que, g<strong>en</strong>til, ofreció ayudarme, lo que acepté al instante; él conocía el Agua Negra. La<br />
verdad que <strong>en</strong> <strong>la</strong> oril<strong>la</strong> del torr<strong>en</strong>te tuve un poco de temor, el agua corría velozm<strong>en</strong>te,<br />
era de color marrón, se <strong>la</strong> apreciaba espesa como un caldo, con fuerte olor a barro,<br />
pero con mi guía me s<strong>en</strong>tía seguro. Al ser más p<strong>la</strong>no el cauce se veían <strong>la</strong>s piedras<br />
rodar. Paco, firme a mi <strong>la</strong>do, sujeto con <strong>la</strong> correa a su pechera, se lo veía tranquilo,<br />
confiado, dispuesto a acompañarme <strong>en</strong> <strong>la</strong> av<strong>en</strong>tura. Yo estaba con pantalones cortos,<br />
calzaba unas sufridas sandalias de cuero, todo apto para meterme al agua.<br />
En el propio borde, el jov<strong>en</strong> que había agarrado mis cosas, yo t<strong>en</strong>ía el bastón y<br />
a Paco, fue concreto al darme <strong>la</strong>s instrucciones para cruzar: Doctor, si trastabil<strong>la</strong><br />
suelte al perro, él saldrá mejor que usted. No se det<strong>en</strong>ga <strong>en</strong> <strong>la</strong> corri<strong>en</strong>te, camine<br />
perman<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te, use el bastón, de lo contrario se le hundirán los pies, <strong>la</strong> corri<strong>en</strong>te<br />
cava donde uno pisa y se <strong>en</strong>terrará dificultándole más <strong>la</strong> marcha. No mire