Nuestras Yungas, relatos en la selva jujeña - Fundación ProYungas
Nuestras Yungas, relatos en la selva jujeña - Fundación ProYungas
Nuestras Yungas, relatos en la selva jujeña - Fundación ProYungas
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
juan carlos giménez<br />
<strong>la</strong> corri<strong>en</strong>te, tome como refer<strong>en</strong>cia una roca, árbol, del otro <strong>la</strong>do y camine <strong>en</strong> esa<br />
dirección, siempre <strong>en</strong> el s<strong>en</strong>tido de <strong>la</strong> corri<strong>en</strong>te, no a través y m<strong>en</strong>os, <strong>en</strong> contra.<br />
Sin p<strong>en</strong>sar dos veces me metí al agua, Paco <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dió perfectam<strong>en</strong>te <strong>la</strong> maniobra.<br />
Ap<strong>en</strong>as pisé el fondo noté que los pies se hundían <strong>en</strong> <strong>la</strong> ar<strong>en</strong>a y un remolino de<br />
agua giraba <strong>en</strong> torno de ellos como un ta<strong>la</strong>dro, no dejé de caminar, el agua me llegó<br />
bastante más arriba de <strong>la</strong>s rodil<strong>la</strong>s, mirando siempre al fr<strong>en</strong>te seguí firme. Paco, vali<strong>en</strong>te,<br />
nadaba a mi <strong>la</strong>do, ayudado por <strong>la</strong> correa; estoy seguro de que hubiera pasado<br />
solo, pero no quería exponerlo al peligro, él era un cachorro, su primer cruce por un<br />
torr<strong>en</strong>te de verdad, antes sólo lo hizo <strong>en</strong> mansas acequias. Ap<strong>en</strong>as asomaba <strong>la</strong> cabeza,<br />
<strong>la</strong>s <strong>la</strong>rgas orejas flotaban, sus ojos marrones se veían algo asustados <strong>en</strong>tre el<br />
oleaje, pero estábamos uno junto al otro, protegiéndonos mutuam<strong>en</strong>te.<br />
Sin darme cu<strong>en</strong>ta, ya estábamos del otro <strong>la</strong>do <strong>en</strong> tierra firme. Paco me miró tranquilo<br />
y cont<strong>en</strong>to dándose una formidable sacudida que me empapó tanto como el cruce.<br />
Entonces me percaté de que mi guía iba descalzo con absoluta naturalidad por <strong>la</strong>s piedras,<br />
hacer yo eso hubiera sido imposible. Este brazo es más profundo y bravo, me dijo<br />
refiriéndose al que v<strong>en</strong>ía, siga <strong>la</strong>s instrucciones y tranquilo, que lo hizo bi<strong>en</strong>.<br />
Sin det<strong>en</strong>erme siquiera <strong>en</strong>caré el agua, Paco firme a mi <strong>la</strong>do, más todavía, algo<br />
ade<strong>la</strong>nte, abri<strong>en</strong>do camino. Me s<strong>en</strong>tía seguro y hasta me pareció angosto, lo pasamos<br />
sin inconv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes con el agua cerca de <strong>la</strong> <strong>en</strong>trepierna. No había terminado de<br />
salir y solté a Paco que estaba muy cont<strong>en</strong>to con el remojón y empezó a correr de<br />
aquí para allá, previa sacudida que nos volvió a mojar. La corr<strong>en</strong>tada cubría y dejaba<br />
libre por mom<strong>en</strong>tos, unas piedras de <strong>la</strong> oril<strong>la</strong>, a el<strong>la</strong>s se puso a <strong>la</strong>drar furiosam<strong>en</strong>te,<br />
creía que se trataba de seres vivos; todos nos reímos. Acomodé algo <strong>la</strong> ropa, despedí<br />
a mi «samaritano» que volvió a cruzar para ver sus cosas y, con un circunstancial<br />
compañero que había cruzado antes, empr<strong>en</strong>dimos el camino, algo mojados pero<br />
cont<strong>en</strong>tos de haber superado el obstáculo. Era nuestro primer cruce a pie del Agua<br />
Negra ahora sin pu<strong>en</strong>te, el verano recién com<strong>en</strong>zaba con sus imprevistas lluvias y<br />
seguram<strong>en</strong>te no sería el último.<br />
Rumbo a Libertador íbamos <strong>en</strong> fi<strong>la</strong> india, esquivando charcos, a bu<strong>en</strong> paso para no<br />
llegar muy tarde. Paco abría <strong>la</strong> marcha, luego el compañero, después yo. De rep<strong>en</strong>te,<br />
nos sorpr<strong>en</strong>dió el ruido de un vehículo que v<strong>en</strong>ía de Agua Negra. –¡Imposible! No<br />
había nadie de este <strong>la</strong>do, ¿cruzarlo? También imposible– p<strong>en</strong>sé.<br />
Al darnos vuelta, vimos <strong>en</strong> <strong>la</strong> p<strong>en</strong>umbra los poderosos faros de una camioneta que se<br />
detuvo a nuestro <strong>la</strong>do. Era <strong>la</strong> Toyota Hilux de Tito Ontiveros, un «moderno» paisano de<br />
Valle Grande. Como el Agua Negra había bajado y él lo conoce de años, es su «amigo» y<br />
así también lo respeta cuando corresponde, decidió <strong>en</strong>cararlo con su moderno vehículo<br />
4x4 luego de arreg<strong>la</strong>r algo los bordes y lo pasó nomás, ante el asombro de todos.<br />
G<strong>en</strong>til nos invitó a subir <strong>en</strong> <strong>la</strong> caja y así, montados <strong>en</strong> tan formidable vehículo<br />
llegamos a Libertador luego de sortear algunos bad<strong>en</strong>es bastante creciditos, <strong>en</strong> <strong>la</strong><br />
ruta de tierra, a los que Paco <strong>la</strong>draba incansable. El Hermoso me había reconocido y<br />
protegido como a un amigo.<br />
31