08.05.2013 Views

Nuestras Yungas, relatos en la selva jujeña - Fundación ProYungas

Nuestras Yungas, relatos en la selva jujeña - Fundación ProYungas

Nuestras Yungas, relatos en la selva jujeña - Fundación ProYungas

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

72<br />

nuestras <strong>Yungas</strong>, <strong>re<strong>la</strong>tos</strong> <strong>en</strong> <strong>la</strong> <strong>selva</strong> <strong>jujeña</strong><br />

villera, cumbias, folclore a todo volum<strong>en</strong> del pasacasette del conductor. Si uno viaja<br />

solo, o con amigos que conoc<strong>en</strong> el ambi<strong>en</strong>te, <strong>la</strong> situación se hace tolerable, pero<br />

esto se complica algo si es con personas no familiarizadas con estas situaciones.<br />

Recuerdo el regreso <strong>en</strong> un mes de julio, para esa época oscurece temprano, el<br />

ómnibus estaba ll<strong>en</strong>o y viajaba yo de pie. Habíamos pasado el monolito, estábamos<br />

<strong>en</strong> pl<strong>en</strong>o desc<strong>en</strong>so; <strong>en</strong>tre los pasajeros del fondo, había un grupito que bebía,<br />

estaban alegres, se hacían chistes, cantaban. Se destacaba <strong>en</strong>tre ellos José Félix,<br />

albañil de San Francisco, siempre ocurr<strong>en</strong>te. El ambi<strong>en</strong>te no era molesto, al contrario<br />

se veían simpáticos.<br />

Hacía frío y como estábamos amontonados, v<strong>en</strong>íamos cal<strong>en</strong>titos. El ómnibus<br />

bajaba cruji<strong>en</strong>do por los fr<strong>en</strong>os, <strong>la</strong> carga, <strong>la</strong> vieja carrocería <strong>en</strong> el zigzageante e<br />

irregu<strong>la</strong>r camino <strong>en</strong> bajada, su interior estaba iluminado sólo por <strong>la</strong>s luces rojas<br />

de emerg<strong>en</strong>cia, dándole un aspecto especial a ese grupo humano de atrás, que se<br />

bamboleaba con el traqueteo. La música tronaba, acompañando <strong>la</strong> romántica y<br />

melodiosa voz de Sandro, los pasajeros char<strong>la</strong>ban; yo, parado <strong>en</strong> el pasillo, colgado<br />

del pasamano, descansando <strong>la</strong> cabeza sobre el dorso de mi mano, divagando, por<br />

ratos at<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do, observando al grupo del fondo. P<strong>en</strong>saba <strong>en</strong> los animales de <strong>la</strong>s<br />

<strong>Yungas</strong> que nos oirían o verían pasar, asustados con tanto barullo.<br />

Fue <strong>en</strong>tonces, cuando mi meditación se interrumpió de golpe al s<strong>en</strong>tir a José<br />

Félix exc<strong>la</strong>mar <strong>en</strong> viva y melosa voz: –Con esta música y luz, esto parece un «nigiticlú»!,<br />

sólo faltan <strong>la</strong>s locas, y estalló una carcajada g<strong>en</strong>eral.<br />

El «23 de Agosto» cruzando el pu<strong>en</strong>te sobre el río Jordán.<br />

Foto de Gracie<strong>la</strong> Fernández.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!