08.05.2013 Views

Nuestras Yungas, relatos en la selva jujeña - Fundación ProYungas

Nuestras Yungas, relatos en la selva jujeña - Fundación ProYungas

Nuestras Yungas, relatos en la selva jujeña - Fundación ProYungas

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

juan carlos giménez<br />

teaba todos los recovecos con curiosidad.<br />

Decidí seguir <strong>la</strong> marcha, ahora <strong>en</strong> desc<strong>en</strong>so; el s<strong>en</strong>dero se bifurcaba, tomé el de <strong>la</strong><br />

izquierda, pero luego de andar unos metros dudé, se hacía <strong>en</strong>ramado, era una huel<strong>la</strong><br />

de vaca, Paco no me seguía, t<strong>en</strong>ía que retroceder, buscarlo e ir por el otro s<strong>en</strong>dero. Al<br />

volver al c<strong>la</strong>ro tuve una gran sorpresa: s<strong>en</strong>tado y apoyado <strong>en</strong> un pino, había un hombrecito<br />

que acariciaba a Paco y este muy tranquilo estaba a su <strong>la</strong>do. ¡Este señor hace<br />

un minuto no estaba aquí!, p<strong>en</strong>sé preocupado, inquieto por el inesperado <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro,<br />

pero me tranquilizó <strong>la</strong> total confianza de Paco hacia el desconocido; sus rasgos y<br />

ademanes eran amables, protectores. Lo saludé mecánicam<strong>en</strong>te, sorpr<strong>en</strong>dido; contestó<br />

levantando <strong>la</strong> vista mi<strong>en</strong>tras decía: lindo su perrito, don; le sonreí disimu<strong>la</strong>ndo<br />

mi sorpresa, no podía imaginarme cómo apareció tan rep<strong>en</strong>tinam<strong>en</strong>te, sin mediar<br />

ningún ruido, le pregunté por el s<strong>en</strong>dero para ir a «los pedrones». «Tome el s<strong>en</strong>dero<br />

pegadito a <strong>la</strong> <strong>la</strong>guna seca, <strong>en</strong>file siempre para abajo, empezará a s<strong>en</strong>tir el ruido del<br />

arroyo, se topará con él, su perrito irá ade<strong>la</strong>nte, sígalo, él lo guiará», me dijo.<br />

Quedé asombrado por <strong>la</strong> afirmación, pero no <strong>en</strong>tré a explicarle que Paco no conocía<br />

estos lugares. Me despedí con un, «muchas gracias, amigo», y tomé el s<strong>en</strong>dero<br />

indicado, detrás de Paco que parecía seguro <strong>en</strong> su papel de guía. Se veía <strong>la</strong><br />

marca de los machetes abri<strong>en</strong>do paso, p<strong>en</strong>sé <strong>en</strong> <strong>la</strong> suerte del <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro justo <strong>en</strong> el<br />

mom<strong>en</strong>to de mayor duda, no quería perderme <strong>en</strong> <strong>la</strong> serranía, pero <strong>la</strong> verdad que<br />

s<strong>en</strong>tía un no se qué respecto al <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro. Ya preguntaré a don Salomón por el<br />

paisano, me dije para tranquilizarme.<br />

De allí no tuve más dudas, Paco cumplía al pie de <strong>la</strong> letra <strong>la</strong> misión de baqueano<br />

oficial, asignada por el hombrecito, desc<strong>en</strong>dimos cubiertos por una seca arboleda,<br />

<strong>en</strong> un piso polvori<strong>en</strong>to e inseguro. Empecé a oír el ruido del agua, Paco, con su natural<br />

inclinación al líquido elem<strong>en</strong>to aceleró sus pasos, no tuve mas remedio que<br />

seguirlo, rasmillándome, resba<strong>la</strong>ndo de cuando <strong>en</strong> cuando.<br />

Como sali<strong>en</strong>do de una habitación aparecimos <strong>en</strong> <strong>la</strong> luminosidad de <strong>la</strong> quebrada<br />

del Sunchales, el arroyo t<strong>en</strong>ía pequeñas p<strong>la</strong>yas de ar<strong>en</strong>a y piedrecil<strong>la</strong>s, también<br />

rocas de distintos tamaños. Los inm<strong>en</strong>sos «pedrones» estaban allí, el agua corría<br />

por un lecho de piedra roja, formaba pequeñas piletas y cascadas, por mom<strong>en</strong>tos<br />

muy angostos, transcurri<strong>en</strong>do por gargantas: ¡un verdadero arroyo de montaña,<br />

<strong>en</strong> estado puro!<br />

Paco chapoteaba feliz <strong>en</strong> el agua de aquí para allá, regresando cada tanto a mi<br />

<strong>la</strong>do para darse una formidable sacudida que mojaba y salía corri<strong>en</strong>do nuevam<strong>en</strong>te<br />

al agua, divirtiéndose de su travesura ante mis quejas. Decidí esperar allí a don<br />

Salomón, acomodé <strong>en</strong> lugar visible mi morral para que lo viera y recorrí el arroyo corri<strong>en</strong>te<br />

arriba. Sorteábamos con Paco bi<strong>en</strong> los obstáculos, estaba asombrado por los<br />

recovecos que hacía el agua para avanzar: saltos, cauce, pozos. Caminaba por piedras<br />

con marcada inclinación, que por suerte t<strong>en</strong>ían algo de vegetación para agarrarse;<br />

me consideraba un experto, cuando s<strong>en</strong>tí que <strong>la</strong> roca <strong>en</strong> donde pisábamos empezó<br />

a desmoronarse y, como <strong>en</strong> cámara l<strong>en</strong>ta nos deslizamos hacia un pozo de agua que<br />

77

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!