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ellos nos proveerían <strong>de</strong> bastimentos y todos<br />

lo que necesitáremos, alejándonos <strong>de</strong> allí,<br />

porque si no serían nuestros enemigos.<br />

Pero nosotros y nuestro capitán general<br />

Juan Ayolas no quisimos retroce<strong>de</strong>r <strong>de</strong><br />

nuevo, pues la gente y la tierra nos<br />

parecieron muy convenientes,<br />

especialmente los alimentos; pues en<br />

cuatro años no habíamos comido pan sino<br />

solamente con pescados y carnes nos<br />

habíamos alimentado (...) hicimos disparar<br />

nuestros arcabuces, y cuando los oyeron y<br />

vieron que su gente caía y no veían ni flecha<br />

alguna sino un agujero en los cuerpos, no<br />

pudieron mantenerse y huyeron, cayendo<br />

los unos sobre los otros como perros,<br />

mientras huían hacia su pueblo”. Los indios<br />

resistieron frente a su al<strong>de</strong>a durante dos días.<br />

“Mas cuando vieron que no podrían<br />

sostenerlo más y temieron por sus mujeres<br />

e hijos, pues los tenían a su lado, vinieron<br />

dichos carios y pidieron perdón y que ellos<br />

harían todo cuanto nosotros quisiéramos.<br />

También trajeron y regalaron a nuestro<br />

capitán Juan Ayolas seis muchachitas, la<br />

mayor como dieciocho años <strong>de</strong> edad,<br />

también le hicieron un presente <strong>de</strong> siete<br />

venados y otra carne <strong>de</strong> caza. Pidieron que<br />

nos quedáramos con ellos y regalaron a<br />

cada hombre <strong>de</strong> guerra dos mujeres, para<br />

que cuidaran <strong>de</strong> nosotros, cocinaran,<br />

lavaran y atendieran a todo cuanto más<br />

nos hiciera falta. También nos dieron<br />

comida, <strong>de</strong> la que bien necesitábamos en<br />

aquella ocasión. Con esto quedó la paz con<br />

los Carios”.<br />

Veamos, en primer lugar, los Carios les<br />

propusieron a los españoles <strong>de</strong> proveerles<br />

<strong>de</strong> todo lo necesario con la condición <strong>de</strong> que<br />

se quedasen lejos <strong>de</strong> la al<strong>de</strong>a. La primera<br />

observación <strong>de</strong> Schmidl: “pero nosotros no<br />

quisimos retroce<strong>de</strong>r <strong>de</strong> nuevo, pues la gente<br />

y la tierra nos parecieron muy<br />

convenientes, especialmente los<br />

alimentos”, confirma el hecho <strong>de</strong> que los<br />

31<br />

españoles compran y no buscan una relación<br />

<strong>de</strong> dones mutuos. Ahora bien, visto que los<br />

Cario les ofrecen a los españoles todo lo que<br />

<strong>de</strong>sean, a condición <strong>de</strong> que se que<strong>de</strong>n en sus<br />

naves o, por lo menos, lejos <strong>de</strong> sus al<strong>de</strong>as,<br />

¿por qué es que quieren apo<strong>de</strong>rarse <strong>de</strong> sus<br />

casas?.<br />

No es solamente el hambre, que<br />

retuerce las entrañas <strong>de</strong> los españoles. Las<br />

condiciones <strong>de</strong> la paz con los Carios arrojan<br />

cierta luz sobre esta pregunta: dos mujeres<br />

por soldado. Schmidl lo relata con cierta<br />

concupiscencia:”a nuestro capitán Juan<br />

Ayolas le ofrecieron seis muchachitas, la<br />

mayor como <strong>de</strong> dieciocho años <strong>de</strong> edad”.<br />

En otros lugares, Schmidl se expresa<br />

sobre la hospitalidad <strong>de</strong> parentesco con más<br />

pudor. Es más, recomienda a los lectores que<br />

quisieran saber más al respecto <strong>de</strong><br />

embarcarse hacia América. “Estas mujeres<br />

(se trata <strong>de</strong> los Mbaya) se quedan en casa y<br />

no van a trabajar en los campos, pues es el<br />

hombre quien busca los alimentos; ellas<br />

hilan y tejen el algodón, hacen la comida y<br />

dan placer a su marido y a los amigos <strong>de</strong><br />

éste que lo pidan; sobre esto no he <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir<br />

nada más por ahora. Quien no lo crea o<br />

quiera verlo que haga el viaje”. Refiriéndose<br />

a los Jerus, aña<strong>de</strong>: “Las mujeres son bellas<br />

a su manera y van <strong>completa</strong>mente<br />

<strong>de</strong>snudas. Pecan llegado el caso; pero yo<br />

no quiero hablar <strong>de</strong>masiado <strong>de</strong> eso en esta<br />

ocasión”<br />

Los españoles se quedaron sólo un día<br />

en esta comunidad <strong>de</strong> los Jerús. Con otras<br />

palabras, la reciprocidad <strong>de</strong> parentesco es<br />

inmediata y generalizada.<br />

Cuando al día siguiente los españoles<br />

fueron recibidos por el “rey” <strong>de</strong> los Jerús,<br />

Schmidl precisa: “Estas mujeres son muy<br />

hermosas, gran<strong>de</strong>s amantes, afectuosas y<br />

<strong>de</strong> cuerpo ardiente, según mi parecer”<br />

Ñan<strong>de</strong> Reko<br />

El encuentro <strong>de</strong> occi<strong>de</strong>nte con la indianidad Guaraní

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