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El encuentro <strong>de</strong> occi<strong>de</strong>nte con la indianidad Guaraní<br />

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feroces. Lo propio <strong>de</strong> la humanidad, que es<br />

referencia para los unos como para los otros,<br />

es lo que se celebra en los ritos <strong>de</strong> comunión<br />

<strong>de</strong> la antropofagia.<br />

No es a Schmidl al que hay que pedir<br />

que nos cuente los usos y costumbres <strong>de</strong> los<br />

amerindios, concernientes a la reciprocidad<br />

negativa, sino a otro alemán, Hans Sta<strong>de</strong>n.<br />

Sin embargo, Schmidl nos refiere lo siguiente:<br />

“Cuando estos Cario hacen la guerra contra<br />

sus enemigos, entonces ceban a los<br />

prisioneros, sea hombre o mujer, sea joven<br />

o vieja, o sea niño, como se ceba un cerdo<br />

en Alemania; pero si la mujer es algo<br />

hermosa, la guardan durante uno o tres<br />

años. Cuando ya están cansada <strong>de</strong> ella,<br />

entonces la matan y la comen, y hacen una<br />

gran fiesta, como en un banquete <strong>de</strong> un<br />

casamiento allá en Alemania; si es un<br />

hombre viejo o una mujer vieja, se los hace<br />

trabajar, a aquel en la tierra y a ésta en<br />

preparar la comida para su amo...”.<br />

Schmidl no se asombra que estos<br />

prisioneros, <strong>de</strong>stinados al sacrificio, no se<br />

escapen durante los años <strong>de</strong> tregua. Pero<br />

observa que el sacrificio está ligado a una<br />

fiesta, comparable a una fiesta alemana <strong>de</strong><br />

bodas. En efecto, son unas bodas las que se<br />

preparan; bodas sacrificiales para fundar una<br />

religión e instaurar, para todos los hombres:<br />

amigos o enemigos, una referencia espiritual<br />

común; un sacrificio en el cual todavía no ha<br />

sido substituido el hombre por el animal, pero<br />

que, en cualquier caso, se encuentra en las<br />

antípodas <strong>de</strong>l canibalismo español.<br />

Si la matanza fuese el objetivo <strong>de</strong> las<br />

guerras indias, los guerreros ¿se molestarían<br />

acaso en cargar las armas <strong>de</strong>scritas por<br />

Schmidl y en cortar y llevar las cabezas<br />

enemigas en el campo <strong>de</strong> batalla?. “Sus<br />

armas son dardos, largos como media<br />

flecha, aún cuando no tan gruesos, que en<br />

la punta llevan un filo <strong>de</strong> pe<strong>de</strong>rnal.<br />

También llevan en el cinto un palo que<br />

La comprensión guaraní <strong>de</strong> la Vida Buena<br />

36<br />

termina en una porra; cada uno lleva<br />

a<strong>de</strong>más un número cualquiera, diez o doce,<br />

<strong>de</strong> unos palitos, <strong>de</strong> un jeme <strong>de</strong> largo, que<br />

en la punta llevan el diente <strong>de</strong> un pescado,<br />

parecido a la tenca y que en español se<br />

llama palometa. Este diente corta como<br />

una navaja <strong>de</strong> afeitar. Ven ahora lo que<br />

hacen con esos palitos. Primero pelean con<br />

sus dardos y cuando han vencido a sus<br />

enemigos y los han puesto en fuga, <strong>de</strong>jan<br />

los dardos y corren tras sus enemigos hasta<br />

que los alcanzan, y entonces los hacen caer<br />

con golpe <strong>de</strong> su porra. Si está muerto o<br />

medio muerto, que lo mismo les da, con el<br />

referido diente <strong>de</strong> pescado le cortan la<br />

cabeza; y luego lo vuelven a guardar en el<br />

cinturón o en lo que tengan en <strong>de</strong>rredor<br />

<strong>de</strong>l cuerpo. Estos indios cortan las cabezas<br />

con una velocidad increíble (...) Cuando ha<br />

terminado la batalla y hay entonces<br />

tiempo, <strong>de</strong> día o <strong>de</strong> noche, toma el indio<br />

la cabeza y la <strong>de</strong>suella cortando en <strong>de</strong>rredor<br />

<strong>de</strong> la frente y <strong>de</strong> las orejas; <strong>de</strong>spren<strong>de</strong> la<br />

piel con pelo y todo y la reseca<br />

cuidadosamente. Cuando está reseca la<br />

coloca sobre un palo en la puerta <strong>de</strong> su<br />

casa como recuerdo; tal como aquí en esta<br />

tierra se acostumbra que los capitanes u<br />

otros guerreros pongan pendones en la<br />

iglesia. En esa misma forma es que esos<br />

indios guardan la referida piel”. La avi<strong>de</strong>z<br />

<strong>de</strong> los indios Yapiru y Guatata por las cabezas<br />

<strong>de</strong>l enemigo, Schmidl la <strong>de</strong>scribe con fuerza,<br />

pero el mismo texto testimonia que esta<br />

avi<strong>de</strong>z no tiene por finalidad apo<strong>de</strong>rarse <strong>de</strong>l<br />

bien <strong>de</strong> otro ni <strong>de</strong> matar por matar. Los indios<br />

no buscan la aniquilación <strong>de</strong>l otro, ni hacer<br />

pillaje. Se arman para tomar la ventaja,<br />

tumbar al adversario, hacerlo prisionero o<br />

quitarle la cabeza.<br />

Schmidl, con cierta bonhomía,<br />

reconoce el significado <strong>de</strong> reducir las cabezas:<br />

producir renombre. Las cabezas son como<br />

estandartes, como pendones. Su percepción<br />

es correcta en la medida que precisa: “como<br />

los pendones que nuestros capitanes ponen

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