charpentier, etienne.. - 10
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dote. Esta frágil unión entre judíos y samaritanos<br />
sólo durará unos veinte años.<br />
Los últimos reyes persas tienen que enfrentarse<br />
con la revuelta de varias satrapías, antes de sucumbir<br />
ante una nueva potencia: la de Macedonia. El<br />
338, Filipo de Macedonia logra unir a toda Grecia<br />
bajo su mando. Con la llegada al poder de su hijo<br />
Alejandro, en el 336, empieza una nueva era en la<br />
historia.<br />
• La vuelta del destierro<br />
Ciro pone fin a los 50 años de destierro en Babilonia.<br />
Se pueden calcular en unos 50.000 los judíos<br />
que vuelven a la patria, en dos expediciones principales.<br />
En el 538, llega un primer grupo conducido por<br />
Sesbasar, en el que figuran muchos sacerdotes, algunos<br />
levitas, bastantes "donados» (esclavos y servidores<br />
del templo). Los menos religiosos y que se<br />
habían buscado una buena situación en Babilonia<br />
prefirieron quedarse allí.<br />
La reinstalación en Judá fue difícil. El territorio<br />
estaba sometido a los samaritanos (véase p. 59), que<br />
ven llegar con malos ojos a los antiguos propietarios<br />
de un suelo en donde ellos se habían instalado.<br />
Quieren ayudarles a reconstruir el templo, pero los<br />
judíos se niegan a ello porque su religión no es pura.<br />
Por el contrario, los samaritanos se oponen a la<br />
reconstrucción de las murallas de Jerusalén. Estas<br />
dificultades, unidas a la sequía ya la falta de dinero,<br />
hacen que se interrumpan las obras del templo.<br />
Fue sin duda durante estos años cuando predicó un<br />
discípulo de Isaías, llamado el Tercer [salas (o Trito<br />
[salas).<br />
El año 520, en el reinado de Darío, llega de<br />
Babilonia una nueva expedición conducida por el<br />
príncipe real Zorobabel y el sumo sacerdote Josué.<br />
Bajo su dirección y con el apoyo de los profetas Ageo<br />
y Zacarlas, el templo queda finalmente reconstruido<br />
el año 515.<br />
• 515: la era del segundo templo<br />
Tras cinco años de esfuerzos, el templo queda<br />
finalmente reconstruido. Los ancianos que habían<br />
98 PARA LEER EL Al'<br />
ISRAEL, PUEBLO DEL TEMPLO<br />
En el principio de la historia de Israel no había<br />
templo unificado, ni hay templo en el momento<br />
actual, después de la caída de Jerusalén, el 70 d. C.<br />
Pero la visión material y simbólica del templo define<br />
toda la trayectoria israelita, como ahora mostraremos,<br />
distinguiendo desde aquí las «eras» de historia.<br />
- Está al principio la era en que no habla templo. Al<br />
comienzo de su historia, los israelitas veneraban a Dios<br />
en los diversos santuarios de la tierra (Guilgal, Betel,<br />
Siquén, Siló, Hebrón, etc.) en los que Dios «había manifestado<br />
su nombre» (cf. Gn 12, 8; 28, 17-18; 33, 18s,<br />
etc.).<br />
- La era del primer templo se extiende desde su construcción<br />
en tiempos de Salomón, en torno al 965 a. C.<br />
(cf. 1 Re 8), hasta su primera destrucción en el comienzo<br />
del exilio (año 586 a. C.). Este es el tiempo del<br />
reinado independiente de Judá, y el templo es, a la vez,<br />
un santuario del rey y de la nación.<br />
- La era del segundo templo empieza con la vuelta de<br />
los exiliados de Babilonia (en torno al 537 a. C.) y acaba<br />
con la destrucción del templo (el año 70 d. C.). Durante<br />
ese tiempo, el templo funciona casi siempre como santuario<br />
espiritual (social, sacral y legal) de un pueblo<br />
que políticamente carece de independencia nacional<br />
(está sometido a persas, sirios y romanos). De todas<br />
formas, los sacerdotes de ese templo gozan siempre de<br />
gran autoridad en Israel. Son ellos precisamente los<br />
que han condenado a Jesús por anunciar con un gesto<br />
simbólico el fin del mismo (cf. Mc 11, 15-19; 14,58; 15,<br />
29 y par).<br />
- El fin del templo. Tras el año 70 d. C., el judaísmo<br />
se mantiene vinculado por la ley (reinterpretada en la<br />
Misná y el Talmud) sin necesidad de un santuario nacional<br />
de tipo cúltico. Conforme a la palabra de Jesús,<br />
para los cristianos el nuevo templo será el mismo Señor<br />
resucitado y la comunión de los creyentes que forman<br />
el verdadero «templo de Cristo» (cf. Jn 2, 21-22; 1<br />
Cor 3, 16; 2 Cor 6, 16).