Arlequine - andes
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Juan – Lástima que murió mi amiga Oriana Fallaci que habría sido otra dama de<br />
primera para acompañar nuestras especulaciones, pues de acuerdo con sus<br />
entrevistas a famosos, ella incluida, andaba en nuestra onda, a pesar de la<br />
enfermedad terminal que en su reaparición literaria la llevó a sostener algunas<br />
simplezas como aquella de que la muerte existe porque existe la vida. Tuve<br />
oportunidad de conocerla en su visita a La Paz. ”El Apocalipsis” hubiera sido mejor<br />
que no lo escriba y se lo lleve a la tumba, pues estoy seguro que en circunstancias<br />
normales le hubiera avergonzado a ella misma.<br />
<strong>Arlequine</strong> – Nosotros hemos llegado a la conclusión –vale la pena rememorar– de que<br />
la muerte no existe, pues no hay nada después, y la muerte es simple y llanamente el<br />
fin de la vida. Es una mera palabra que, sin embargo, asusta a todo el mundo con su<br />
guadaña. Esa mentalidad es precisamente lo que queremos cambiar, entre otras<br />
cosas.<br />
Juan – Bueno, ya encontraremos nuevos contertulios en el camino, mejor si también<br />
hay mujeres para perfeccionar ideas y pensamientos desde el punto de vista de la<br />
pareja. Y así nos complementamos en la unidad del ser. ¿No les parece? Porque<br />
realmente somos una naranja partida en dos, la comparación es excelente y<br />
pedagógica, iguales pero distintas, pues las pepas, por ejemplo, no están en los<br />
mismos sitios en una u otra parte. En la mujer se sobrepone el sentimiento a la<br />
razón, por la maternidad. En cambio en el hombre domina más la razón que el<br />
sentimiento.<br />
El tío – Nos diferencian las hormonas del sexo con órganos y funciones específicos, lo<br />
cual hace la diferencia.<br />
Juan – ¡Qué palabra más bella y maravillosa es maternidad! Ante lo único que debe<br />
arrodillarse el humano y rendir culto. Toda madre está dispuesta a morir tres veces<br />
por el ser al que dio la vida. ¡Madre, te bendigo, aquí y para siempre! No existe altar ni<br />
agradecimiento suficientes para ti.<br />
<strong>Arlequine</strong> – ¡Madre, yo te bendigo, aquí y para siempre! Qué más podríamos decir si<br />
te debemos la vida.<br />
Juan – El mundo cambia completamente, deja de ser el mismo, desde el momento<br />
que se pierde a la madre. El hombre queda solo y no tiene a nadie. Desaparece<br />
recién el cordón umbilical y con éste el único ángel protector conocido realmente. ¡Si<br />
lo sabré! Murió cuando yo tenía diez años, era muy bella. Soy un self made man.<br />
<strong>Arlequine</strong> – Hablando de la mujer, pienso que debemos hacer un homenaje coqueto a<br />
la feminidad. Mi amigo Philippe Stern presidente de la Patek Philippe, describe muy<br />
bien como debe ser la mujer ideal: “bella, sofisticada y un poco complicada”, igual que<br />
el reloj de mujer que fabrica su famosa firma suiza.<br />
El tío – Tenemos que celebrar el estar en el siglo XXI porque con él deberá<br />
confirmarse el reconocimiento de la igualdad de la mujer en todo terreno. La práctica y<br />
los hechos lo van demostrando y afianzando.<br />
Juan – Hubieron notables mujeres gobernantes, como Indira Gandhi que fue<br />
primera ministra de India, ocupó la presidencia de los países no alineados en su<br />
segundo período de 1980 hasta octubre de 1984 en que murió asesinada. En Sri<br />
Lanka se dio el caso de una madre y una hija que ejercieron la misma magistratura<br />
en forma sucesiva. Eva Perón y Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, Lydia<br />
Gueiler en Bolivia y Margaret Thatcher en Gran Bretaña hicieron historia. En<br />
Alemania Angela Merkel, en Chile Michelle Bachelet, todas ellas mujeres que<br />
gobernaron por sus propios méritos de lucha política y capacidad.<br />
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