Arlequine - andes
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El autor – Demoledor contra la mediocridad frente al genio. Perdón por la paráfrasis<br />
pero así animamos algo la conversación. La mitad más uno del éxito de una entrevista<br />
depende del comunicador, el contenido de la pregunta no sólo incentiva una buena<br />
respuesta sino que desentraña el fondo, la proyección y el mensaje. Aspectos<br />
subliminales que captan y atraen la curiosidad del lector.<br />
Periodista – Como usted sabe hoy en día llevamos el micrófono incorporado. (Señala<br />
un botón de la blusa.) Todo estará grabado simultáneamente en la redacción. Así nos<br />
evitamos de tanta rectificación a que estábamos acostumbrados, de que no dijo o fue<br />
mal interpretado.<br />
El autor – Con las disculpas del caso yo también tengo esta grabadorita (muestra una<br />
de casete sobre el escritorio), aunque en desuso, pero que también sirve como<br />
testimonio de lo dicho y no nos hagan aparecer ideas fuera de contexto, como<br />
también ocurre, con o sin malas intenciones, depende del medio pero que son la<br />
mayoría. Al final defienden las inversiones de sus accionistas que no están dispuestos<br />
a perder plata cada cierto tiempo de aumento de capital. Para qué hablar de la<br />
publicidad, cuyos ingresos son altos y marca el termómetro de los intereses grupales<br />
lo que determina la sobrevivencia o el cierre. En otro aspecto se juega el puesto de<br />
trabajo de bastante gente. Por último el gobierno, el poder…<br />
Periodista – No es nuestro caso, como usted bien señaló. Nosotros nos sentimos<br />
libres.<br />
El autor – Los directores son empleados y piensan igual que sus editores pues tienen<br />
que llevar el ingreso mensual a su hogar, además del status social que los obnubila en la<br />
vanidad de un falso catonismo. El protagonismo pasivo. Eso de la libertad de información<br />
y expresión son cuentos chinos. No existe. Una de tantas mentiras convencionales.<br />
Tiene demasiados filtros e intereses para ser libertad. Los soberbios propietarios están<br />
por encima de Luis XIV.<br />
Periodista – Deberá existir una ley que prohíba al Estado discriminar a los medios<br />
de comunicación suprimiendo o reduciendo en forma arbitraria la publicidad oficial,<br />
pues es un gran avisador. No se puede hacer lo mismo con la empresa privada,<br />
pues son gremios que actúan por consigna secreta en defensa de sus intereses.<br />
El autor – Pese a los esfuerzos y voluntad permanentes de la Asociación Mundial de<br />
Periodistas y de la SIP con su bien elaborado y estudiado decálogo principista,<br />
“Declaración de Chapultepec”, firmada en solemnes y ruidosos actos por los jefes de<br />
Estado y de Gobierno que son los primeros en violarla.<br />
Periodista – Debiera establecerse un Código de Ética Internacional, como<br />
complemento de la Declaración. Entiendo que ya está redactado y en circulación por<br />
la SIP para su reconocimiento y aprobación de los media asociados. De todos modos<br />
la ética es siempre subjetiva y de conciencia sin sanción real, que no puede ir más<br />
allá del rechazo social, nacional e internacional, el cual si bien se queda en el ámbito<br />
de los intereses creados, marca con el dedo la indignidad moral. Más grave que la<br />
penalidad jurídica, que se manifiesta en la falta de credibilidad pública y, por tanto, en<br />
prestigio, ventas y publicidad. Además el honor personal.<br />
El autor – Si bien igualmente líricas, son de manifiesta repulsa social, ya que el<br />
principio básico del que parte todo código de conducta informativa radica en no<br />
reconocer la existencia del delito de expresión, llamado de imprenta. No puede ni<br />
debe haber delito de expresión porque es ir contra la propia existencia del hombre,<br />
de la sociedad, de la democracia. Cuando se trata de reporteros de a pie peor aún,<br />
pues pasan a ser calificados de conflictivos o de izquierdistas, comunistas, con lo<br />
que son impunemente echados a la calle. Por sólo cumplir su misión básica que es<br />
decir la verdad y no revelar jamás la fuente de su información. El valor<br />
comunicacional supremo es moral.<br />
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