Arlequine - andes
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El tío – Hablando del Diablo, tengo una queja contra la modernidad que abusa de mi<br />
nombre y figura demasiado discrecionalmente de manera grotesca, presentándome<br />
como un ser ridículo del cual pueden burlarse y hacer escarnio sin ninguna<br />
consideración. Antes mi presencia causaba circunspección y respeto, así fuera por<br />
miedo.<br />
Juan – No debe preocuparte eso pues son bromas de Halloween, consecuencia de<br />
ser tan famoso y tener un día de celebración especial dedicado, reconocido y<br />
festejado con tu nombre. Por el contrario debieras estar verdaderamente orgulloso.<br />
¿El 31 de octubre, verdad?<br />
El tío – Si, la fecha se ha universalizado y, como tiene lógica, es la víspera nocturna<br />
de Todos los Santos el primero de noviembre y el Día de Difuntos el dos, con la<br />
estúpida idea de que las almas visitan a sus seres queridos que dejaron en la tierra.<br />
Nos han puesto en seguidilla. Son maniobras religiosas para mantener la fe y el temor<br />
en las gentes, desde niños para que no cambien ni se curen de la enfermedad.<br />
Juan - ¿Es terminal?<br />
El tío - De ninguna manera. Requiere de una profunda meditación e introspección<br />
individual, de uno mismo. No es fácil, pero es posible. Recordarán que ya lo<br />
establecimos al comienzo de nuestra función.<br />
Juan - Si, aquello de sacarse las espinas del alma. Una por una, todo lo falso<br />
aprendido y aprehendido. Un auto lavado cerebral, a fondo. Es muy doloroso.<br />
El autor – Sabemos bien que la muerte no existe y, por tanto, los muertos. El cuerpo<br />
si es cremado mejor, sino termina en huesos luego de su descomposición en<br />
gusanos. Y los que creen en el alma que sale, que retorna y se vuelve a ir hasta el<br />
próximo año viven en el tiempo prehistórico del hombre primitivo, primario. También<br />
les llaman espíritus, duendes, fantasmas y no sé que otras ridiculeces más.<br />
Juan – Bueno, tienen que creer en algo y qué mejor que en la salvación de su alma<br />
que, además, se redime. Si así son felices que se queden en la ignorancia. De lo que<br />
viven, lucran y perviven las religiones. Es parte del negocio. Por lo demás todo<br />
termina con la muerte. La muerte es eso. Y punto, no hay nada más allá, ¿está claro?<br />
El tío – Hay algo que no hemos aclarado y en lo que no quise ser inoportuno.<br />
Preferí callarme esperando una mejor ocasión y pienso que ésta ha llegado. Es el<br />
momento de aclarar, antes de terminar la obra de teatro en la que actuamos juntos<br />
y nos comprendimos bastante. ¡Quien soy yo!, y ¿qué hago yo aquí?<br />
Juan – Llegamos a conocernos bastante. Hasta el séptimo velo.<br />
<strong>Arlequine</strong> – Vamos con calma, querido Tío.<br />
El tío – Es que a ratos me dan la impresión de que ustedes piensan que no existo allá<br />
fuera. En el mundo real. Hubo un momento que preferí quedarme mudo cuando uno<br />
de ustedes dijo que el Diablo no existe.<br />
Juan – Pero tú has estado de acuerdo con que Dios no existe. Y por lo tanto tampoco<br />
puede existir el Diablo<br />
El tío – Ahí estás en el error que es imperdonable en una inteligencia como la tuya. Yo no<br />
existo en función de nadie, ¡yo soy yo! ¿Entiendes? Ya lo dijimos también y ustedes no<br />
contradijeron, el Diablo, mejor diré El tío, existe desde siempre, desde e incluso antes que<br />
el primer ser poblara esta tierra y, por tanto, el universo conocido y aun el desconocido.<br />
¿Está claro? Aparecí junto al reino mineral, soy el creador y dueño de las vetas mineras.<br />
El oro y el carbón diamante son mi creación para perder a los hombres y las mujeres.<br />
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