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Arlequine - andes

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Juan – ¿Y las que vienen esta tarde?<br />

<strong>Arlequine</strong> – Les contaré durante el almuerzo por qué las escogí y espero no haberme<br />

equivocado, pues al final de cuentas con cada mujer es algo muy personal, sean de<br />

donde fueren, sin embargo hay un toque muy propio de nacionalidad que les es<br />

característico a todas, un colectivo por regiones para no decir también por raza.<br />

Disculpen la palabreja. Como un sello de origen y carácter nacional. Tienen un común<br />

denominador, proveniente del clima y costumbres ancestrales que no se pueden<br />

disimular ni perder. Lo llevan en la sangre y en sus terminaciones nerviosas, o sea los<br />

centros eróticos más sensibles.<br />

Juan - Como las cruceñas…<br />

<strong>Arlequine</strong> - Bueno, ya hablaremos.<br />

El tío – Y guay si nació con la bendición del diablo, que se llama vulgarmente choco o<br />

también perro de aguas. Al término de nuestro viaje les contaré en qué consiste, sólo<br />

una mujer de cada millón es afortunada en tenerlo. Es como un lotto acumulado.<br />

Juan – La mujer no olvida al hombre que le da más orgasmos.<br />

El tío – En este caso es el hombre el que queda más que embrujado para toda su<br />

vida.<br />

<strong>Arlequine</strong> – De todos modos a las 19 p.m. las recibimos en el lobby, tomaremos un<br />

cóctel y los ujieres se encargarán de conducirlas a las suites que la suerte hubiera<br />

determinado. Para las 10 de la noche, está reservada nuestra cena en un comedor<br />

privado, donde les agradeceré llegar puntuales en pareja. El menú lo elegí<br />

especialmente para la ocasión con la chef que, da la casualidad, es mujer. Tienen<br />

todo el día de mañana plena libertad de acción (Les mira sonriente.) Y nos<br />

volveremos a ver, si les parece, de despedida otra vez en la cena de la noche a la<br />

misma hora con parejas. Pasado mañana partimos en una de las limusinas Rolls-<br />

Royce del hotel hacia Davos después del desayuno, a las 10 a.m. Las damas se<br />

quedan en las suites y serán conducidas a Ginebra como vinieron y no las volverán a<br />

ver en su vida. ¿Queda entendido? Gracias. Entremos a almorzar.<br />

(Los tres ingresan al hotel, mientras baja el telón y el trío de cámara reinicia la música<br />

donde quedó suspendida.)<br />

Se oyen gritos en la platea:<br />

VIVA EL AMOR<br />

VIVA EL AMOR<br />

CUADRO SEGUNDO<br />

(Para la música. Se oyen cuatro golpes sonoros de un reloj de péndulo que no se ve.<br />

Sube el telón).<br />

Entran por distintos lugares del escenario los tres personajes que conocemos. Están<br />

vestidos de sport elegante. Se dan la mano de saludo. Es el Bar Terraza panorámico<br />

de los Alpes. Toman asiento alrededor de una mesa en la esquina que les permite<br />

tener mayor visión. Un mozo sirve tres tasas de café y les ofrece una muestra de<br />

habanos “Cohiba” de distintos tamaños, al gusto, y chocolates “Godiva”.<br />

Mozo – Los señores han escogido bien el sitio para admirar el paisaje. Es la mejor<br />

vista que tiene el hotel. Ideal para reuniones o esperas breves. Su café expreso está<br />

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