Arlequine - andes
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Juan – ¡Qué más!<br />
<strong>Arlequine</strong> – Segundo, no hacer preguntas indiscretas acerca de la vida y datos<br />
personales, ni siquiera sus verdaderos nombres pues vienen con un alias. Tercero, no<br />
buscarlas ni preguntar por ellas después de cumplidos los servicios y compromiso de<br />
ocasión. Cuarto, ningún mal trato de palabra y mucho menos de hecho para lo cual<br />
tienen su celular de auxilio. Quinto, beber con mesura y sexto hacer el amor con<br />
refinamiento, sin violencia ni precipitaciones, que ellas conocen muy bien el Kama<br />
Sutra en su iniciativa sexual para un placer mayor.<br />
El tío y Juan – (Ansiosos.) Qué más.<br />
<strong>Arlequine</strong> – He encargado mujeres de 30 a 35 años que es la edad más cualificada<br />
para el sexo. Todavía son jóvenes y ya suficientemente formadas, con experiencia y<br />
arte. Pedí una sueca, una rusa y una brasileña, que las vamos a sortear esta tarde.<br />
Sus medidas no hay necesidad de especificar porque “Le Paradis” garantiza su<br />
belleza integralmente, rostro y cuerpo, en este nuestro caso, 1.70 de estatura, 90-60-<br />
90 y 54 kilos de peso. Se llaman oficialmente Ulrika, Karina y Preta. Haber cual toca a<br />
quien en el sorteo que Juan se encargará de ejecutar.<br />
Juan – ¿Y por qué esas nacionalidades y no francesas o alemanas, por ejemplo?<br />
<strong>Arlequine</strong> – (Sonriente y con suficiencia.) He tratado de hacer lo mejor posible de<br />
acuerdo con mis experiencias. He querido que todo esté a la altura de nuestras<br />
discusiones. Las francesas si son parisinas son más sofisticadas que agradables por<br />
su falta de naturalidad. Muy seguras de su fama. La primera vez pedí una dama<br />
francesa, se llamaba Claire, la recuerdo bien, tenía un parecido extraordinario con una<br />
de las mujeres bellas que me impresionaron en la vida, la artista de cine Kate Holmes,<br />
la de Batman Begins. Fueron diez días magníficos de paseo por Italia invitados por<br />
Giorgio y tuve oportunidad de calibrarla plenamente. Era muy evidente que lo hacía<br />
como un servicio, muy pagada de si misma. Al punto que más me impresionó el viaje<br />
y paseo por la costa amalfitiana que la mujer. No me convenció del todo. La de<br />
Giorgio era italiana.<br />
Juan – Sin embargo las francesas tienen mucho nombre y fama.<br />
<strong>Arlequine</strong> – Si es francesa de provincia se hacen las cartuchonas y hay que rogarles<br />
para hacer el amor que lo aceptan como una concesión de doncella engreída. Las de<br />
Pigalle ni decir, como todas las del oficio en el mundo solo les interesa fingir el<br />
orgasmo y cobrar unos pocos euros. Bajas de nivel y por ahí te agarras un contagio,<br />
ser elitista además del refinamiento es una necesidad, pero, claro, tiene su precio. El<br />
charme no se adquiere y menos se compra, es innato a la persona.<br />
El tío – Antiguamente la sífilis hizo estragos en la nobleza y en más de un Rey, que<br />
contagiaba omnímoda a las damas de la Corte.<br />
Juan – ¿Y qué de las alemanas?<br />
<strong>Arlequine</strong> – En toda germana está la Hausfrau y tienen la tendencia a hacerse crecer<br />
el traste. Están hechas para los alemanes, que es así como las quieren y les gusta.<br />
Son mujeres de trabajo, ahorran el centavo y más que el sexo les interesa su futura<br />
seguridad. A mí, en cambio, me agradan las pasarelas de la moda y, por tanto, flacas.<br />
Admiro el carácter de las alemanas, pero paso, no son para mí. Hacer el amor es un<br />
arte en la cama.<br />
El tío – La excepción se llama Diane Kruger, está en mis planes raptarla no me<br />
importa que arda Troya, quiero decir Hollywood. La mujer más bella que he conocido.<br />
Es la princesa Helena de hoy, como la recuerdo de antes y se la ve en la película.<br />
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