Arlequine - andes
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El tío – Ahora olvídense aquello de intelectuales, hay que impresionar, sacudir sus<br />
conciencias, obrar como hace la iglesia desde el púlpito. Llevarlos con el sermón<br />
hasta el paroxismo y allí hacerles sentir que son culpables. No importa de qué,<br />
simplemente ¡culpables! Mejor diremos acusándolos con el dedo índice<br />
¡pecadores!<br />
Juan – Eso es. Hacerles sentir responsables para luego de darles la penitencia<br />
ofrecerles la Salvación. Es una sabiduría ejercitada durante dos mil años de gran<br />
resultado con las masas.<br />
El autor – Que bien. Así se habla.<br />
El tío – Sobretodo tiene éxito con el sentimiento delicado de las mujeres. Sienten la<br />
necesidad de ir a confesarse todos los días y de paso son maniobrables para formular<br />
preguntas capciosas de doble sentido como aprenden en el seminario.<br />
Juan – Igual que la CIA y los servicios secretos de todo el mundo. Hay que saber<br />
preguntar para obtener las respuestas correctas.<br />
El tío – La mayoría de las mujeres lo sueltan todo, cosas aparentemente sin<br />
importancia, nimias, aspectos privados del hogar, confidencias de familia, temores<br />
sobre la seguridad de sus seres queridos, marido e hijos, denunciando en la práctica<br />
conspiraciones, actos fallidos, planes reservados, sin medir las consecuencias ni el<br />
destino de sus palabras. Los curas no necesitan grabadoras para informar a sus<br />
superiores el secreto de comunión que terminan conociendo en el Vaticano.<br />
Juan – La mano negra de la religión está en todas partes, en el pueblito más<br />
alejado y perdido siempre habrá un cura en cumplimiento de su misión<br />
“evangélica”. Forman parte del ejército de dominación mundial que caracteriza al<br />
Estado Vaticano. Mientras los políticos criollos luchan por el control político<br />
superficialmente.<br />
El autor – Y llenarse los bolsillos.<br />
El tío – A ello se suma la mano parda del Opus Dei, que ejerce su influencia metida<br />
en todos los niveles de la sociedad. Juntas las manos aseguran el Estado Teocrático,<br />
que subyace como gobierno invisible de un país ocupado.<br />
El autor – No hay que exculpar a los hombres tampoco, los hay sueltos de lengua que<br />
cantan mejor que Caruso. Después no saben por qué les va mal.<br />
Juan – La confesión es un arma más poderosa que la bomba H, que posee la Iglesia<br />
desde los primeros tiempos de su historial. En la estrategia militar se valora más que<br />
nada la información, saber lo que piensa el adversario es tener media batalla ganada.<br />
Para eso existe el espionaje y el doble agente. La fuerza de la masonería radica en<br />
saber guardar silencio, por eso se mantiene tantos siglos en vigencia.<br />
El tío – A propósito, les interesará saber que la masonería internacional y el Vaticano<br />
firmaron un Acuerdo de entendimiento y servicios mutuos a la subida del fascismo en<br />
Italia. Desde entonces la Iglesia acepta a diplomáticos masones acreditados y éstos<br />
no se hacen problemas internos con la religión que profesen los hermanos que es<br />
independiente de sus propios signos y ritual.<br />
El autor – Los espectadores, perdón lectores, deben reconocer su culpa para poder ser<br />
absueltos. Perdonados son materia dispuesta al aplauso prolongado, listos para<br />
entregar su alma si fuera necesario. ¿Qué penitencia les damos? Aquí tenemos a El tío.<br />
El tío – Lo que más duele siempre. Sacarles plata, no importa si son sus ahorros,<br />
siempre están dispuestos a dar algo pues su salvación está primero que nada. Les<br />
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