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Arlequine - andes

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Juan – De acuerdo a modernas investigaciones, nuestros antepasados arios indoeuropeos,<br />

los encontramos, por aquellos tiempos, entre los míticos ríos Tigres y<br />

Éufrates que abrazan la Mesopotamia, en las antiguas monarquías orientales de<br />

sumerios, caldeos y babilonios, incluso mezclados con los sanguinarios asirios, que<br />

propiamente son semitas.<br />

El tío – (Sonriente.) Así es. Por ahí estuvo la Torre de Babel cuya dispersión de<br />

idiomas nos identifica en las raíces. Sigue siendo mi juguete favorito. Desde entonces<br />

se evidencia la superioridad de la raza aria que es el motor del desarrollo de la<br />

civilización occidental todo el tiempo. ¿Sabías que somos parientes con los persas y<br />

los hindúes?<br />

Juan – Interesante, es bueno saberlo, pero, volviendo al tema de los ilustres hombres<br />

por mitad de milenio, imagínate dos por cada mil años es poco decir, será necesario<br />

explicar el por qué y quizá señalar a un segundo de a bordo en cada caso. Porque<br />

siempre habrá alguien emulando el honor de tal altura que alcanzaron ciertos genios<br />

que ayudaron a mejorar la sociedad humana.<br />

El tío – (Interrumpe.) Llegaron majestuosamente como vuelan los cóndores, no<br />

reptando, arrastrándose como cucarachas o reptiles (levantando las cejas), que los<br />

hay muchos.<br />

Juan – Peor aún, si es como la fábula esópica de la sanguijuela y el tigre.<br />

El tío – Señálalos tú…<br />

Juan – Con el respeto debido a tus seleccionados, yo me permitiría nombrar en línea<br />

paralela, de atrás a hoy, los siguientes nombres que sin hacerles sombra podrían figurar<br />

a su nivel: Herodoto con Confucio; Platón con Alejandro de Macedonia; Cristo con Julio<br />

César; Mahoma con Carlomagno; Leonardo da Vinci con Copérnico; Einstein con<br />

Beethoven (Tararea la quinta sinfonía) que expresa toda la naturaleza en su música. En<br />

cuanto al período faraónico Ramses II con Ajenatón que evoluciona al monoteísmo.<br />

El tío – Que involuciona, dirás. Por cuanto más dioses mayores gracias en el cielo y<br />

en la tierra. Como la Trinidad. Se pueden inventar más milagros.<br />

Juan – Mejor no le contamos esta conversación a <strong>Arlequine</strong> porque nos va a incluir<br />

una tercera línea paralela de celebridades, empezando por Machiavelli y Rousseau<br />

en los modernos y queriendo convencernos al ateísmo, ¡ni uno ni muchos, ninguno!<br />

El tío – De acuerdo.<br />

Juan – Le conocemos bastante. Ojalá fuera panteísta, pero… quizá esté en la razón.<br />

Todos tenemos derecho a la duda.<br />

El tío – Volviendo al poder atómico como respaldo monetario. Está bien probado y<br />

mejor demostrado –para que nadie dude– en dos poblaciones japonesas con lo que<br />

terminó la Segunda Guerra Mundial, pues había que escarmentar al agresor de Pearl<br />

Harbor. De otro modo nadie creería y menos respetaría al nuevo Imperio. Qué mejor<br />

ocasión para humillar a uno viejo con sus kamikazes suicidas. En esto el presidente<br />

Harry Truman estuvo bien asesorado. Ochenta mil muertos con la primera bomba y<br />

cuarenta mil con la segunda. Además de otro tanto y más de heridos. Yo no me<br />

atrevería.<br />

Juan – ¿Así de simple?<br />

El tío – Así de simple, señor. Estamos hablando de los Estados fuertes porque los<br />

débiles se acaban solos. Hay que tenerlos controlados desde dentro con la CIA, el<br />

Virrey y los cortesanos locales, los curas y las sectas también ayudan, y si fuere<br />

necesario militarmente cuando no bastaren las corporaciones. Hay que do-la-ri-zarlos.<br />

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