Arlequine - andes
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Y en el mundo, en conclusión,<br />
Todos sueñan lo que son,<br />
Aunque ninguno lo entiende.<br />
Yo sueño que estoy aquí<br />
Destas prisiones cargado,<br />
Y soñé que en otro estado<br />
Más lisonjero me ví.<br />
¿Qué es la vida? Un frenesí;<br />
¿Qué es la vida? Una ilusión,<br />
Una sombra, una ficción,<br />
Y el mayor bien es pequeño;<br />
Que toda la vida es sueño,<br />
Y los sueños, sueños son.<br />
Periodista – Hermoso monólogo de verdad. ¿Prefiere que se le llame <strong>Arlequine</strong>?<br />
<strong>Arlequine</strong> - Me es indiferente. En esta obra los amigos me tratan indistintamente<br />
como El autor o de <strong>Arlequine</strong>, según les parece y viene en gana.<br />
Periodista - El uno es alter ego del otro. ¿Pero qué es del otro? ¿No se presta a<br />
confusión?<br />
<strong>Arlequine</strong> – Mire. El único autor que existe aquí soy yo. Una misma y sola persona<br />
en el teatro. No sé de qué otro me habla. Actuamos con naturalidad y nos<br />
representamos. Somos nosotros mismos. El que usted sugiere es el editor, que es<br />
otra persona. Ocurre desde que el mundo es mundo, ¿no le parece?<br />
Periodista – Disculpará usted, pero me confundí algo. Ahora lo tengo claro. Gracias.<br />
El autor – Los clásicos no diría que estaban equivocados, pues no acostumbro<br />
cuestionar a mis colegas, pero sí habría que tomar conciencia de que en el gran<br />
teatro del mundo la vida es una representación y que todos los seres vivos<br />
tenemos un papel que nos asignó la madre Naturaleza pero, una vez conscientes,<br />
nosotros mismos, el destino está en nuestras manos. No es determinismo, que no<br />
se aprovechen los creyentes que siempre son sospechosos de llevar agua a su<br />
molino, ni tampoco es libre albedrío, porque la verdad sea dicha, muy triste, es<br />
que (eleva la voz) ¡No sabemos para qué estamos aquí! Perdón.<br />
Periodista – Es una afirmación existencial, muy seria. Creo que no tiene explicación<br />
lógica.<br />
<strong>Arlequine</strong> – En estas circunstancias el personaje más interesante de la representación<br />
es el Arlequín. Personifica las dos caras del teatro: el drama y la comedia. Es el santo<br />
de los ricos y de los pobres. Además hace milagros (casi inteligible), según cree la<br />
gente. Se ríe de todo y de todos. Se burla de la razón y de la sinrazón. Iconoclasta,<br />
ateo, republicano. Por todo eso me identifico con él y me honro de llevar su nombre.<br />
Periodista – Irreverente, soberbio a su modo. Rebelde.<br />
<strong>Arlequine</strong> – ¡Eso!, rebelde. Que hermosa palabra, de hecho es sinónima de juventud.<br />
Aristócrata de pensamiento y en la acción. Está más allá del bien y del mal (Burlón.)<br />
Se halla en todas partes y en ninguna, pero es real. ¡Existe! De carne y hueso. (Se<br />
señala a sí mismo.)<br />
Periodista – ¿Podría considerarse un philosophe?<br />
<strong>Arlequine</strong> – Me gustaría. Pienso que engloba todo lo dicho pero hay que tener en<br />
cuenta que se trata de un latinoamericano del siglo XXI. La palabra no tiene, como<br />
usted sabe, traducción a cabalidad en ningún otro idioma que no sea la propia<br />
acepción que el Iluminismo francés le dio, no es la de filósofo ni corresponde a la<br />
traducción francesa luminaria.<br />
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