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tentativa alguna para divertirlas; de suerte,
qsie no pudieron menos de notar y
hallar estraordínario su silencio.
«Nuestro jóvea campeoa ha visto algaa
lobo, dijo la coadesa Hamelina aludiendo
á una superstición antigua ; y
este eacuentro le ha quitado el uso de la
palabra.»
De otro modo acertaría diciendo que
be rastreado uaa zorra , pensó Quintín
; pero hizo iateriormenle esta observación
sin mover los labios.
«¿Estáis indispuesto , señor Quintín?
preguató la coadesa Isabel coa un iateres
que ao pudo menos de ponerla colo-
'ada , porque veía que era adelaatarse
dgo mas délo que le permitía la distaa-
;ía que los separaba.
—Ha perdido la noche en la mesa con
os buenos padres , dijo la condesa Ilanelina.
El escocés se parece en eslo al
deman : es tan bullicioso y prodiga taa-