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«Este es un asunto de que no suele hablarse
con satisfaccioa , respondió el
Guardian, pues las palabias que se profieren
contra los poderosos del siglo ,
etiam in cubicuío , toman ;ilas para llegar
hasla sus oídos. Sin embargo, f>ara complacer
en cuanlo pueda tanto á vos qtie
parecéis ua joven biea educado , como á
esas señoras que temen á Dios pues están
cumplieodo ua santo voto de peregrinacion
, no guardaré reserva alguna
sobre el particular. »
Diciendo esto , miró ea derredor suyo
con aire de precaución , y continuó bajando
la voz como si temiese ser oido.
«A los Liejenses, dijo, les escítan
ocultamente á sus continuas rebeliones
ciertos hombres de Belial , que pretenden
, falsamente á mi ver, tener á este
efeclo secreta comisión de nuestro Rey
cristiinísimo, quien ha dado hartas
pruebas de merecer este título para que