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— Pues bien, caballero , dijo Rouslaer.
ya que queréis guardar el embozo,
aua con nosotros mismos que somos
hombres de confianza . permitidme nna
pregunta sencilla. ¿Porque llevar el distintivo
de vuestro Cuerpo , si queríais
permanecer oculto en Lieja?
— ¿ De que distintivo . de que cuerpo
h iblais ? esclamó Quintín. La apariencia
vuestra es de hombres graves, de ciudidanos
respetables ; pero á fe mia, que
habéis perdido la cabeza ó traíais de hacérmela
perder á mí.
— Sapperment! esclamó Pabellón.
Esle j()ven seria capaz de hacer jurar á
san Lamberlo: ¿quien llevó jamás un
gorro con la cruz de san Andrés y las
flores de lis , sino los archeros de la
Guardia escocesa del rev Luís XI?
— Y suponiendo que sea yo un archcro
de la Guardia, dijo Quinlin, ¿qué
hay de eslraño en que lleve la gorra do
mi compañía?