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te, iluminó todo el aposento, y encendió
con ella ua candilejo que sacó dei su
seno.
«El horóscopo de vuestro destino ^
dijo á Durward con energía sin saludarle
de otro modo , depende de la resolución
que vais á tomar ahora mismo.
— Miserable ! esclamó Quiatia : la
traición nos está rodeaado ; y en cualquier
parte que exista, es imposible que
dejes de ser su cómplice.
—Vos habéis perdido el juicio , respondió
el Maugrabin : jamás he vendido
á nadie sin que me valiera algo. ¿Que
necesidad teadria , pues , de venderos,
cuando de serviros me resultará mayor
beneficio? Atended por ua momento, si
os es posible , la voz de la razón : de lo
contrario , la muerte y las ruinas serán
las que os obliguen á atenderla. Los Liejenses
se han sublevado; Guillermo de
la Marck con su banda se ha puesto á