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El tesoro del Obispo se halla ea la torre
del oeste.»
Cien voces repilleroa estas palabras :
« A la torre del oeste ; el tesoro está ea
la torre del oeste ,» y todos los que pudieron
oírlas , semejantes á uaa maaada
de lobos hambrientos, corrieroa coa dirección
opuesta al puato donde Quintín
habia resuelto llegar muerto ó vivo.
Tomando ua aire de coafianza , como
si hubiese sido del aümero de los veacedoresy
ao de los vencidos, fuese ea derechura
al jardín, doade halló meaos
obstácalos délo que creía. Los gritos repetidos
de « á la torre del oeste» llevaran
á aquella parle gran número de los
asaltadores; y el sonido de los clarines
llamaba álos demás para repeler naa salída
que inteatabaa ea aquel momeato los
defeasores del castillo. Quiatia corrió
.entonces al jardín con precipitados pasos
y corazoa palpilaate , encomendáa-