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her de un hombre de bien ? Sentiría que
pudiese costarme alguna cosa de ua modo
ó de olro ; y creo que me es permitido
tener esla conversación con mi lugarteniente
, sin achacar á aadie las pérdidas
y los peligros que víueda correr.»
Quinlin dedujo de este modo de producirse
, que el Siadico era del número
de aqaella gente que murmuraado y
regañando se recompensan ellos mismos
de los servicios que prestaa á los demás,
y cuyo único objeto , lastimándose asi ,
es dar mas brillante idea de su conducta.
Guardó pues prudenle sileacio , y permitió
al burgomaestre esleaderse á su
gusto sobre las pérdidas y los peligros á
que se había espuestu , y se esponia aun
en esle instante , á causa de su zelo por
el bien público y de su cordial ben«'ficencia
á favor de sus semejantes : difusa
materia que les dio tiempo de llegar
basta la puerta de su casa.