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trueno de Guillermo de la Marck sofocó
todas ¡as del tumulto. Cerrado el puño
y eslendido el brazo , gritó : • ¡ Qué es
esto, viles marranos de Lieja ! ¿Vosotros
que os revolcáis en el cieno del Mosa ,
osaríais probar vuestras tuerzas con el
Jabalí de las Ardenas ? Ola , jabatos
míos, pues este era el nombre que él
mismo V otros daban frecuentemente á
sus soldados . enseñad vuestros colmillos
á (-os cerdos flamencos. •
Todos sus soldados se levantaron á
una ; y como estaban confundidos con
sus cx-aliados , que no esperaban uu
ataque de e>ta naturaleza , cada uno de
ellos en ua abrir y cerrar de ojos cogió
por el collarín al liejense mas iamedialo,
mientras que su mano derecha tenia levantado
contra su pecho un puñal cuva
hoja se veía brillar al resplandor de los
velones y de la luna. Todos estaban eii
actitud de herir , pero nadie descargaba