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peligros á que las espusieran las hostilidades
de Guillermo de la Marck y las
conmociones populares de Lieja , siempre
le seria fácil caviar á las desgraciadas
Condesas á Alemania con regular escolta.
Fiaalmente (pues ¿que iadividuo ba
termiaado jamás una deliberación men-,
ial, sin alguna consideración particular?)
pensó Quinlin que , habiéndole condenado
el rey Luís á sangre fría ó al oautiverio
ó á la muerte, quedaba libre de sus
empeños con la Corona de Francia ; y
tomó la firme resolución de renunciar á
ellos. El Obispo de Lieja probablemente
necesitaría soldados , y acaso podría
«obtener alguaa comandaacía coa la protección
de las bellas Condesas , que ya
en la actualidad, especialmente la coadesa
Hamelina , tratábanle con mucha
familiaridad. ¿Y quien sabe si se le daria
la comisión de acompañar á las Sras.
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