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Se rompieron las cadenas.pdf - Stichting In de Rechte Straat

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Fundatión En la Calle Recta (ECR)<br />

Había puesto en práctica sus propias enseñanzas sobre la humildad; se había<br />

dominado por amor a Jesús. No recuerdo apenas nada <strong>de</strong> sus char<strong>las</strong> semanales; no<br />

era orador, pero yo no he olvidado jamás su muda predicación.<br />

Una poesía <strong>de</strong>l poeta holandés Fe<strong>de</strong>rico van Ee<strong>de</strong>n, , me causó<br />

una fuerte impresión.<br />

El viento sopla en <strong>las</strong> alturas sin conocer nada <strong>de</strong> los hombres.<br />

Yo también, yo quiero elevarme con el viento <strong>de</strong>l Norte<br />

por encima <strong>de</strong> los rumores <strong>de</strong> <strong>las</strong> voces, por encima <strong>de</strong> <strong>las</strong> luces,<br />

<strong>de</strong> <strong>las</strong> cales abarrotadas <strong>de</strong>l mundo. Lejos <strong>de</strong> tibios contactos,<br />

<strong>de</strong> la presión enervante <strong>de</strong> los hombres a mi alre<strong>de</strong>dor.<br />

Yo quiero ser libre, libre infinitamente.<br />

No quiero junto a mí ni amor ni risas,<br />

ni dulce voz, ni mirada <strong>de</strong> amigo,<br />

ni caricias, ni tristezas, ni placer.<br />

Yo quiero, solitario, subir con el viento <strong>de</strong>l Norte,<br />

que, sin cesar, sopla en la noche fría,<br />

sublime e ignorante <strong>de</strong> seres<br />

subir y ver <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la altura,<br />

con fría mirada y con callada boca,<br />

lo que sin cesar se hun<strong>de</strong> <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> mí<br />

Y si <strong>las</strong> pasiones que yo he amado,<br />

se asen a mis ropas, elevando hacia mí<br />

su rostro lloroso y me suplican<br />

que no <strong>las</strong> olvi<strong>de</strong> en la noche,<br />

sin una palabra <strong>de</strong>sataré sus manos crispadas<br />

sobre mis ropas y, a su caída,<br />

no temblaré por su choque ahogado,<br />

sino que cantando, ascen<strong>de</strong>ré en la noche fría.<br />

.<br />

Como una noche glacial <strong>de</strong>speja el espíritu, como el viento <strong>de</strong>l Norte sopla apacible<br />

cuando <strong>las</strong> borrascas y <strong>las</strong> tormentas <strong>de</strong>l Oeste no le alteran, así quería elevarme yo<br />

sobre <strong>las</strong> pasiones sofocantes. No quería sentir más <strong>las</strong> caricias <strong>de</strong> la vanidad, el calor<br />

placentero <strong>de</strong> la sensualidad, el temblor <strong>de</strong> <strong>las</strong> angustias y el encabritarse <strong>de</strong> la ira.<br />

Puse freno a mi fogoso caballo y mantuve firmemente sus riendas en mis manos. La<br />

disciplina ascética tiene sus alegrías propias. La vida interior corre por estrechos<br />

canales espiritualizados <strong>de</strong> clarida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> plata, y confiere la paz que le es peculiar.<br />

Un día solicité <strong>de</strong>l P. Alberto la autorización para subir a mi habitación y recoger un<br />

pañuelo. Era una petición razonable pero él, para probarme, me la <strong>de</strong>negó. La ira<br />

quemó mis ojos pero me calmé rápidamente: se me ofrecía una ocasión <strong>de</strong><br />

dominarme. Sin proferir palabra, me retiré, no sin leer en los ojos <strong>de</strong> mi director<br />

espiritual una muda aprobación.<br />

Aquel día me sentí verda<strong>de</strong>ramente feliz.<br />

<strong>Se</strong> Rompieron <strong>las</strong> Ca<strong>de</strong>nas 15 Herman J. Hegger

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