Se rompieron las cadenas.pdf - Stichting In de Rechte Straat
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Fundatión En la Calle Recta (ECR)<br />
Me propuso que, para terminar, orásemos. Accedí lleno <strong>de</strong> curiosidad. ¿<strong>Se</strong> vestirá <strong>de</strong><br />
un hábito litúrgico <strong>de</strong> los protestantes? ¿Buscará un libro litúrgico?, me pregunté.<br />
¿Abrirá un grueso libro y pronunciará sobre mí algún exorcismo?<br />
Todo fue muy sencillo. <strong>Se</strong> puso <strong>de</strong> pie, metió la mano en el bolsillo, cerró los ojos y<br />
empezó a hablar con su Dios. ¡Qué contraste con el ceremonial romano!<br />
Le encontré, en verdad, un poco exagerado. Aún ahora me cuesta compren<strong>de</strong>r que<br />
se hable a Dios con una mano en el bolsillo. Me parece que el respeto a la majestad<br />
divina exige necesariamente una compostura reverente. Dios es realmente nuestro<br />
Padre en Jesucristo; pero es también el Dios tres veces Santo ante el cual los ángeles<br />
se inclinan con un santo temor.<br />
De todas formas su plegaria me emocionó profundamente. Con palabras muy<br />
sencil<strong>las</strong> expuso mi combate ante el trono <strong>de</strong> Dios y le suplicó que me concediese la<br />
fuerza <strong>de</strong> alma necesaria para tomar una acertada <strong>de</strong>cisión. Le pidió también a Dios,<br />
con una voz que me conmovió, la luz <strong>de</strong>l Espíritu Santo. Tuve la impresión <strong>de</strong> que<br />
aquel<strong>las</strong> palabras reflejaban una íntima comunión con Dios. Este pastor no es,<br />
ciertamente, un instrumento <strong>de</strong> Satanás.<br />
Al <strong>de</strong>spedirme, sus cuatro hijitas vinieron a saludarme y me tendieron sus pequeñas<br />
manecitas. Avanzaron hacia mí con vacilación y retiraron <strong>de</strong> mi mano, muy pronto,<br />
<strong>las</strong> suyas. Aquella vida <strong>de</strong> familia me agradó intensamente. Pensé que, si<br />
abandonaba la Iglesia, también yo podría formar una familia, podría ir por la vida con<br />
una mujer que sería mi amiga y con quién podría hablar <strong>de</strong> todo, una mujer que me<br />
sostendría con su amor.<br />
Ya en la calle, me di cuenta <strong>de</strong> que era <strong>de</strong> noche. Las luces estaban encendidas. Tuve<br />
un sentimiento <strong>de</strong> irrealidad. Era como si entrase en un nuevo mundo.<br />
De repente, empero, me acordé <strong>de</strong>l hombre que me había acompañado. Miré a lo<br />
largo <strong>de</strong> la Avenida pero no le divisé. ¿Habría advertido a mi superior? ¿Sospecharían<br />
en el convento lo que me había ocurrido?<br />
Llegué durante la cena pero tuve la suerte <strong>de</strong> que el superior estaba ausente y sus<br />
subalternos más inmediatos no concedieron ninguna importancia a mi retraso.<br />
Muy pronto reapareció mi conflicto interior. Retrocedí ante la importantísima <strong>de</strong>cisión.<br />
Tocaba mi sotana y pensaba que la iba a trocar por simples y burgueses trajes. A<br />
veces, cuando paseaba con otros Padres por el jardín, mi secreto me oprimía.<br />
Tuve todavía dos días <strong>de</strong> duro combate. Pero llegué <strong>de</strong> nuevo a la misma conclusión:<br />
<strong>de</strong>bía seguir el camino que había emprendido.<br />
Comuniqué mi <strong>de</strong>cisión al Sr. Adriel, tres días <strong>de</strong>spués. Yo estaba <strong>de</strong>cidido a<br />
permancer en contacto con su Iglesia.<br />
Al día siguiente marché a Aparecida do Norte, el lugar <strong>de</strong> peregrinación más visitado<br />
<strong>de</strong>l Brasil. El río <strong>de</strong> la región, el Paraiba, forma en aquel lugar unos meandros con la<br />
forma aproximada <strong>de</strong> una eme. <strong>Se</strong>gún la leyenda, una estatua <strong>de</strong> la Virgen fue allí<br />
encontrada y, por ello, se construyó una iglesia en el lugar en don<strong>de</strong> el río traza la<br />
primera letra <strong>de</strong>l nombre <strong>de</strong> María.<br />
Esta iglesia está regentada por los Re<strong>de</strong>ntoristas. Pasé allí tres días. Había una gran<br />
muchedumbre <strong>de</strong> peregrinos. Les veía avanzar <strong>de</strong> rodil<strong>las</strong> sobre la explanada que hay<br />
ante el templo para cumplir sus votos. Otros rezaban arrodillados, extáticos. <strong>Se</strong><br />
escuchaba el murmullo <strong>de</strong> la masa. Me hizo la impresión <strong>de</strong> un paganismo casi<br />
diabólico. No se observaba ningún rasgo <strong>de</strong> verda<strong>de</strong>ra piedad.<br />
<strong>Se</strong> Rompieron <strong>las</strong> Ca<strong>de</strong>nas 68 Herman J. Hegger