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Se rompieron las cadenas.pdf - Stichting In de Rechte Straat

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Fundatión En la Calle Recta (ECR)<br />

como un hombre segregado <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más. Desempeña una elevada función y, <strong>de</strong><br />

hecho, vive separado <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong> la comunidad. Es juez en el tribunal <strong>de</strong> la<br />

penitencia don<strong>de</strong> se le confiesan <strong>las</strong> <strong>de</strong>bilida<strong>de</strong>s más secretas y dispone <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r<br />

mágico <strong>de</strong> los sacramentos. Diariamente realiza el milagro <strong>de</strong> la transubstanciación y<br />

cambia el pan y el vino en el Cuerpo y en la sangre <strong>de</strong>l <strong>Se</strong>ñor. Sólo sus <strong>de</strong>dos pue<strong>de</strong>n<br />

tocar al Dios presente en el pan consagrado que los <strong>de</strong>más fieles no pue<strong>de</strong>n tocar<br />

bajo pena <strong>de</strong> pecado mortal. El sacerdote es, pues, un hombre <strong>de</strong> otro mundo y el<br />

seminarista participa ya, <strong>de</strong> alguna forma, <strong>de</strong> ese mundo. por eso no se le admite<br />

fácilmente en la vida común cuando abandona el seminario, sobre todo si llegó a<br />

vestir la sotana.<br />

Volvió a subyugarme el i<strong>de</strong>al <strong>de</strong> la santidad y <strong>de</strong> la ascética. El soplo puro y apacible<br />

<strong>de</strong>l viento <strong>de</strong>l norte me hechizó nuevamente.<br />

Conseguí finalmente entrar en el colegio <strong>de</strong> los Padres <strong>de</strong> la Cruz, en Maaseick<br />

Bélgica. El 18 <strong>de</strong> septiembre <strong>de</strong> 1933 comenzaba en él mi ultimo año <strong>de</strong> estudios<br />

secundarios.<br />

Este colegio no estaba <strong>de</strong>stinado exclusivamente para futuros sacerdotes. Los<br />

estudios estaban orientados con vistas a la obtención <strong>de</strong> un diploma <strong>de</strong> bachillerato,<br />

reconocido por el Estado belga. Los Padres <strong>de</strong> la Cruz trataban <strong>de</strong> formar buenos<br />

cristianos sin empujar a los jóvenes al i<strong>de</strong>al ascético <strong>de</strong> los religiosos. El espíritu era<br />

allí más libre.<br />

Sin embargo, los métodos eran un tanto brutales. Algunos profesores infligían a los<br />

alumnos penosos castigos corporales. Un tal P. V. sembraba el terror en nuestros<br />

recreos. Recorría el patio gritando y sus ojos <strong>de</strong>spedían fuego. Si algún joven<br />

infringía el reglamento se arrojaba sobre él y le golpeaba con manos y pies,<br />

cubriéndolo <strong>de</strong> car<strong>de</strong>nales. Llegó incluso a golpear, con un manojo <strong>de</strong> llaves, <strong>las</strong><br />

cabezas recalcitrantes.<br />

El silencio reinaba entonces en el Patio, mientras en nuestros corazones brotaba la<br />

inquietud. Nos parecía <strong>de</strong>sleal y ventajista la forma como ejercía su autoridad.<br />

Abusaba <strong>de</strong> su inmunidad sacerdotal. Quien golpea a un sacerdote comete pecado<br />

mortal e incurre, a<strong>de</strong>más, según el Canon <strong>de</strong>l Derecho Canónico n. 2.343, en<br />

excomunión. No temía, pues, que nadie le <strong>de</strong>volviera sus golpes. Rechinábamos los<br />

dientes y nos limitábamos a hacer planes para <strong>de</strong>rrocar al dictador.. Los más<br />

veteranos comentaban cómo en otros tiempos había sido abatido un tirano<br />

semejante. Un día, en el momento en que él comenzaba a golpear a un alumno, todo<br />

el patio se puso a abuchearle. Sorprendido, miró a los muchachos a los más<br />

próximos. Entonces aumentó el griterío que se <strong>de</strong>jó oír en <strong>las</strong> calles vecinas. Durante<br />

veinte minutos siguió golpeando <strong>de</strong> los jóvenes golpeados se escuchaba el alarido <strong>de</strong><br />

los <strong>de</strong>más, dispuestos a no ce<strong>de</strong>r a ningún precio. Era un frente unido <strong>de</strong> resistencia.<br />

Los muchachos estaban seguros <strong>de</strong> su victoria. Finalmente, cedió el Padre y,<br />

bramando <strong>de</strong> ira, abandonó el patio. Otro profesor, que gozaba <strong>de</strong> la simpatía <strong>de</strong> los<br />

muchachos, restableció el or<strong>de</strong>n.<br />

Mientras yo estuve en el colegio no se produje nunca un hecho semejante. El P. V.<br />

supo mantener su régimen <strong>de</strong> hierro. La Iglesia <strong>de</strong> Roma no <strong>de</strong>be asombrarse si, en<br />

Bélgica, muchos <strong>de</strong> los jóvenes formados en esta disciplina la abandonan más tar<strong>de</strong> y<br />

se convierten en <strong>de</strong>cididos anticlericales. Esos jóvenes han sido, con frecuencia,<br />

profundamente heridos en su dignidad al ver un sacerdote, con flagrante abuso <strong>de</strong> su<br />

<strong>Se</strong> Rompieron <strong>las</strong> Ca<strong>de</strong>nas 20 Herman J. Hegger

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