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Se rompieron las cadenas.pdf - Stichting In de Rechte Straat

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Fundatión En la Calle Recta (ECR)<br />

<strong>las</strong> suyas. Con frecuencia, el hombre busca lo que le distinga <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más, pero yo,<br />

en aquella hora, gozaba <strong>de</strong> ser como ellos. Lentamente, me adormecí.<br />

De repente, me <strong>de</strong>sperté sobresaltado. Mi cabeza había golpeado contra el tabique<br />

divisorio <strong>de</strong>l <strong>de</strong>partamento. ¿Qué había ocurrido? Un empleado nos informó muy<br />

pronto que el tren había chocado contra unos vagones <strong>de</strong> mercancías, felizmente<br />

vacíos. Nos vestimos y bajamos.<br />

Un vagón estaba <strong>de</strong>shecho y había tres muertos. Nadie podía aproximarse al coche,<br />

pues aún encerreaba peligro.<br />

Después <strong>de</strong> seis horas partío el tren <strong>de</strong> nuevo. Llegué a Rio a <strong>las</strong> 2 <strong>de</strong>l mediodía con<br />

el retraso <strong>de</strong> seis horas citadas. Sin embargo, el Pastor Adriel se encontraba en la<br />

estación para recibirme. Fue un maravilloso reencuentro. , me dijo.<br />

La ida a la Avenida <strong>de</strong>l 7 <strong>de</strong> <strong>Se</strong>ptiembre fue muy distinta <strong>de</strong> la anterior. Las cuatro<br />

pequeñas <strong>de</strong>l Pastor, un poco tímidas al principio, se convirtieron muy pronto en mis<br />

amigas. Acariciar el rostro o la mano <strong>de</strong> un niño se consi<strong>de</strong>raba pecaminoso en el<br />

convento. Ahora me alegraba sin inquietud en <strong>las</strong> alegrías <strong>de</strong> <strong>las</strong> chiquil<strong>las</strong>.<br />

Los Adriel celebraban por la mañana un íntimo y breve culto. Leían un breve pasaje<br />

<strong>de</strong> la Biblia y hacían una meditación. Adriel estimó conveniente que aprendiese yo,<br />

tan pronto como fuera posible, los cantos protestantes y pidió a sus hijas que me los<br />

cantasen. Fue para el<strong>las</strong> un placer maravilloso po<strong>de</strong>r enseñar a un monseñor tan<br />

importante los cantos que el<strong>las</strong> conocían <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacía mucho tiempo.<br />

Conocí entonces los himnos <strong>de</strong> la Reforma. En general, son <strong>de</strong> gran belleza. Y, al<br />

contrario, ¡qué vacíos y tristes son casi siempre los cánticos católicos! Todo<br />

compositor musical estará <strong>de</strong> acuerdo conmigo. Y no pue<strong>de</strong> ser <strong>de</strong> otro modo. ¡Cómo<br />

componer, en efecto, con profunda emoción religiosa, un canto en honor <strong>de</strong> S.<br />

Gerardo Majella, <strong>de</strong> S. José, <strong>de</strong> S. Antonio <strong>de</strong> Nuestra <strong>Se</strong>ñora <strong>de</strong>l Perpetuo Socorro o<br />

<strong>de</strong>l mismo Sagrado Corazón <strong>de</strong> Jesús? A<strong>de</strong>más, los católicos fundamentan su<br />

salvación en los sacramentos. No es en la comunión con el Resucitado don<strong>de</strong> estriba<br />

para ellos la seguridad <strong>de</strong> su re<strong>de</strong>nción, sino en la Iglesia y en los sacramentos.<br />

Carecen <strong>de</strong>l sentimiento <strong>de</strong> ser llevados en brazos <strong>de</strong>l Buen Pastor. La razón <strong>de</strong> su<br />

salvación es la carencia <strong>de</strong> pecado mortal. La misericordia <strong>de</strong>l <strong>Se</strong>ñor es para ellos un<br />

motivo <strong>de</strong> confianza, mas no una cuestión <strong>de</strong> vida o muerte. Por eso no se da en los<br />

cantos católicos la intensa emoción <strong>de</strong>l alma en presencia <strong>de</strong> la bondad misericordiosa<br />

<strong>de</strong> Dios. Quien sin cesar la arranca <strong>de</strong>l pecado.<br />

El Pastor Adriel me pidió en una ocasión que le acompañase al mercado don<strong>de</strong> <strong>de</strong>bía<br />

hacer <strong>las</strong> compras para la familia. Me pareció humillante. Pensé: <br />

El domingo siguiente participé por primera vez un culto protestante. Llegué pronto a<br />

la iglesia. Algunos fieles que se sentaron junto a mí observaron que yo era nuevo allí.<br />

Me aofrecieron un manual. A lo largo <strong>de</strong>l servicio, me ayudaron a buscar los cantos.<br />

Su gentileza me agradó mucho. El verme sentado entre el pueblo, sin dirigir el oficio,<br />

<strong>Se</strong> Rompieron <strong>las</strong> Ca<strong>de</strong>nas 82 Herman J. Hegger

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