Fundatión En la Calle Recta (ECR) con viva llama. Me alejaría <strong>de</strong> este mundo <strong>de</strong> quimeras para dirigirme a un mundo <strong>de</strong> ásperas pero atractivas realida<strong>de</strong>s. Cesaría <strong>de</strong> soplar un aire viciado. El soplo <strong>de</strong> la inmensidad llenaría bien pronto mis pulmones. <strong>Se</strong> Rompieron <strong>las</strong> Ca<strong>de</strong>nas 64 Herman J. Hegger
Fundatión En la Calle Recta (ECR) Capítulo IX Avenida <strong>de</strong>l 7 <strong>de</strong> septiembre 398 Fue unos días antes <strong>de</strong> Navidad. Pasaba una semana en Río <strong>de</strong> Janeiro antes <strong>de</strong> dirigirme a Tieté, don<strong>de</strong>, en febrero, <strong>de</strong>bía comenzar un nuevo curso. Era el momento oportuno para probar fortuna. Quizás no encontraría protestantes en Tieté. Y, a<strong>de</strong>más, siendo Tieté una pequeña ciudad, sería peligroso buscar allí protestantes y, sobre todo, a un pastor. Pero ¿cómo encontrar un pastor en Río? No podía, evi<strong>de</strong>ntemente, preguntarlo en el convento, pues me respon<strong>de</strong>rían enseguida: ¿para qué busca Vd. un pastor protestante? <strong>Se</strong> me ocurrió entonces consultar la guía telefónica. Busqué en ella la sección , iglesias. No encontré, naturalmente, ninguna iglesia holan<strong>de</strong>sa. Debía tener sumo cuidado para no caer en manos <strong>de</strong> los espiritistas, numerosos en el Brasil. Ví, al fin, un nombre conocido: . Sabía que los metodistas eran protestantes y había oído hablar <strong>de</strong> su actividad en Juiz <strong>de</strong> Fora y en el resto <strong>de</strong>l inmenso país. Anoté la dirección: Avenida 7 <strong>de</strong> <strong>Se</strong>ptiembre, 398, y cerré la guía. Nadie me había observado ni podría ponerme obstáculo alguno. Afectando la más absoluta calma, me dirigí al jardín no lejos <strong>de</strong>l cual se eleva el Tijuca, un monte <strong>de</strong> más <strong>de</strong> mil metros <strong>de</strong> altura. Su masa rocosa dominaba el convento y me sentía ante ella como ante la eternidad, a prueba <strong>de</strong>l tiempo. Pensé que la <strong>de</strong>cisión que iba a tomar tendría también valor <strong>de</strong> eternidad. Resurgieron, <strong>de</strong> repente, todos los lazos que me unían a la Iglesia. Veía <strong>de</strong> nuevo la mano <strong>de</strong> Roma extendida hacia mí y oía su voz: ¡No pue<strong>de</strong>s hacerlo! ¡Cometes un <strong>de</strong>lito <strong>de</strong> traición! ¡Si ejecutas tu proyecto, te con<strong>de</strong>narás eternamente!> Iba y venía bajo <strong>las</strong> palmeras. Era verano. Los cocos estaban ya maduros y <strong>de</strong>bía evitar que cayeran sobre mi cabeza. ¿estaría muy lejos la Avenida <strong>de</strong>l 7 <strong>de</strong> <strong>Se</strong>ptiembre? ¿Qué haría el pastor? ¿Me recibiría amablemente? Dudé aún durante dos horas. ¿No <strong>de</strong>bía esperar? No, sabía que entonces o nunca. El tiempo corría y días más tar<strong>de</strong> yo <strong>de</strong>bía partir <strong>de</strong> Río. Más allá <strong>de</strong>l jardín trepidaban los autos y lucían los tranvías. En el convento, los Padres ignoraban mi drama. En la rama <strong>de</strong> un árbol un pájaro lanzaba un trino monótono y triste. Observé cómo una abeja libaba en la corola <strong>de</strong> una bella flor. Repasé una vez más todas mis i<strong>de</strong>as. No había duda alguna: no podía seguir siendo católico y el protestantismo era para mí la única salida posible. Debía abandonar la Iglesia, era mi <strong>de</strong>ber hacerlo y <strong>de</strong>bía actuar. Decidí, pues, dirigirme al pastor metodista. Recorrí todavía cien veces el jardín, para afirmarme en mi resolución. . Tomada la <strong>de</strong>cisión, sentí la necesidad <strong>de</strong> actuar rápidamente. Corrí casi hasta la portería. . Volví al jardín para dominarme por completo y po<strong>de</strong>r preguntar <strong>de</strong>spués, con naturalidad, qué tranvía me llevaría a la Avenida <strong>de</strong>l 7 <strong>de</strong> <strong>Se</strong>ptiembre. <strong>Se</strong> Rompieron <strong>las</strong> Ca<strong>de</strong>nas 65 Herman J. Hegger