Se rompieron las cadenas.pdf - Stichting In de Rechte Straat
Se rompieron las cadenas.pdf - Stichting In de Rechte Straat
Se rompieron las cadenas.pdf - Stichting In de Rechte Straat
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Fundatión En la Calle Recta (ECR)<br />
Yo supongo que esta efectividad rara veces <strong>de</strong>genera, a esa edad, en sexualidad<br />
brutal: La efectividad y la sexualidad están todavía separadas y sólo se confundirán<br />
con el perfecto <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la personalidad. Pero existe el peligro <strong>de</strong> que el erotismo<br />
se <strong>de</strong>svíe <strong>de</strong>finitivamente y surjan más tar<strong>de</strong> en el adulto ten<strong>de</strong>ncias homosexuales.<br />
El peligro <strong>de</strong> esta perversión era en aquel seminario todavía mayor, porque se nos<br />
prevenía continuamente contra él. Frecuentemente, <strong>las</strong> conferencias o los sermones<br />
versaban sobre este tema y <strong>de</strong>spertaban sin cesar nuestra atención. La amistad<br />
particular adquiría un matiz <strong>de</strong> misterio. Sobre ella se cuchicheaba en los recreos. El<br />
joven, que gusta <strong>de</strong>l riesgo, ama también la aventura; el hombre gusta <strong>de</strong> jugar con<br />
fuego y el fruto prohibido encierra siempre un gran atractivo.<br />
Con otros dos muchachos me aventuré en este terreno prohibido. Vivimos un<br />
pequeño romance amoroso. Teníamos nuestro propio calendario. Nuestra era<br />
comenzaba el 3 <strong>de</strong> marzo <strong>de</strong> 1933 (3-3-33). Contábamos siempre a partir <strong>de</strong> esta<br />
fecha; así, por ejemplo: IV-II <strong>de</strong>l año a.f.c., , es <strong>de</strong>cir, a partir<br />
<strong>de</strong>l año <strong>de</strong>l pacto establecido. Nos escribíamos breves cartas y teníamos un alfabeto<br />
convencional, a base <strong>de</strong> señales con los <strong>de</strong>dos, con el que nos comunicábamos<br />
mutuamente; y habíamos sellado nuestra pacto <strong>de</strong> eterna amistad con la sangre <strong>de</strong><br />
un pequeño corte hecho en un <strong>de</strong>do. Durante mucho tiempo vivimos en un mundo<br />
imaginario.<br />
Yo estuve más o menos enamorado <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> los dos jóvenes. Ya no era solamente<br />
la aventura lo que me cautivaba; gozaba también con su proximidad. Me invadía una<br />
sensación <strong>de</strong> dicha cuando enlazábamos nuestras manos.<br />
Esa vida <strong>de</strong> perfumes <strong>de</strong> rosas y claros <strong>de</strong> luna duró unos tres meses. Pasado este<br />
tiempo, caí en la cuenta <strong>de</strong> lo ridículo <strong>de</strong> nuestra situación. Entonces, revelada mi<br />
propensión al amor, me pareció evi<strong>de</strong>nte que no podría ser jamás religioso y que<br />
<strong>de</strong>bería contraer matrimonio como la mayoría <strong>de</strong> los hombres.<br />
Por tanto, el 19 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 1933 abandoné <strong>de</strong>finitivamente el seminario y volví a mi<br />
casa. Esta <strong>de</strong>cisión supuso una gran <strong>de</strong>cepción para mi madre. También para mi<br />
padre. El había pagado ya cinco años <strong>de</strong> mis estudios y concluidos estos, un año<br />
<strong>de</strong>spués yo sería religioso y más tar<strong>de</strong> sacerdote. El honor <strong>de</strong>l sacerdocio le atraía y<br />
estaba dispuesto a costear el último <strong>de</strong> mis estudios en el seminario menor, ya que la<br />
situación económica <strong>de</strong> la familia había mejorado, pues cuatro <strong>de</strong> mis hermanos le<br />
ayudaban en su trabajo.<br />
Mi padre me negó toda oportunidad <strong>de</strong> realizar otros estudios. Fui simplemente<br />
incorporado al trabajo <strong>de</strong>l almacén y <strong>de</strong> los quehaceres campesinos. Mi padre suponía<br />
que, <strong>de</strong> esta forma, me <strong>de</strong>cidiría a reempren<strong>de</strong>r los estudios abandonados. Supo<br />
jugar. Yo encontraba, en efecto, muy humillante el trabajar en el campo,<br />
frecuentemente bajo un sol abrasador y con vestidos sucios<br />
Entonces comenzó para mí un nuevo conflicto íntimo. El matrimonio y la vida <strong>de</strong><br />
familia me atraían sin dudas y el mismo director <strong>de</strong>l seminario ma había orientado en<br />
esa dirección. Sin embargo, consi<strong>de</strong>raba una cobardía el no ser capaz <strong>de</strong> sacrificar la<br />
vida matrimonial y estimaba que reducido a un simple hombre normal y ordinario<br />
sería siempre inferior a mis compañeros, que me juzgarían con <strong>de</strong>sprecio.<br />
Tenía a<strong>de</strong>más otra dificultad. Cuando un seminarista renuncia a su vocación se<br />
produce siempre un cierto escándalo. Durante años se le consi<strong>de</strong>ra un extraño al que<br />
difícilmente se le admite en la vida normal. ¿Por qué? Porque se juzga al sacerdote<br />
<strong>Se</strong> Rompieron <strong>las</strong> Ca<strong>de</strong>nas 19 Herman J. Hegger