15.05.2013 Views

Se rompieron las cadenas.pdf - Stichting In de Rechte Straat

Se rompieron las cadenas.pdf - Stichting In de Rechte Straat

Se rompieron las cadenas.pdf - Stichting In de Rechte Straat

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Fundatión En la Calle Recta (ECR)<br />

Me puse entonces <strong>de</strong> rodil<strong>las</strong> y recé: Un respetuoso temor al <strong>Se</strong>ñor Todopo<strong>de</strong>roso me<br />

llenó <strong>de</strong> frío. ¡Conocía tan poco el dichoso mensaje <strong>de</strong>l Evangelio tal como lo conocen<br />

los protestantes! A pesar <strong>de</strong> ello busqué los ojos <strong>de</strong> Dios. Él tocó lo más íntimo <strong>de</strong> mi<br />

alma y algo dijo en ella: .<br />

Des<strong>de</strong> la calle me llegaban voces <strong>de</strong> algunos transeúntes. Miré mi reloj y era hora <strong>de</strong><br />

acostarme. Un día entero se había ido. ¿Cuándo vendría el día <strong>de</strong> la libertad?<br />

¿Cuándo brillaría la luz sin fin?<br />

Había llegado, pues, el tiempo <strong>de</strong> preparar mi salida <strong>de</strong>l convento. Numerosos<br />

obstáculos se alzaban contra mí.<br />

Primeramente <strong>las</strong> dificulta<strong>de</strong>s con la correspon<strong>de</strong>ncia. Todas <strong>las</strong> cartas que<br />

recibíamos eran abiertas por el superior y leídas si sospechaba alguna irregularidad.<br />

Las únicas cartas que el superior no podía leer eran aquel<strong>las</strong> que llegaban con la<br />

anotación: , a no ser que temiese un gravísimo <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n.<br />

Yo usaba <strong>de</strong> esta excepción para escribirme con los pastores Adriel y Nocetti. Sin<br />

embargo, esperaba siempre con ansiedad sus cartas, pues podría suce<strong>de</strong>r que el<br />

superior <strong>las</strong> abriese por acci<strong>de</strong>nte y mi secreto saltaría a la luz pública. No sucedió<br />

nunca.<br />

Debía, a<strong>de</strong>más, adquirir los sellos <strong>de</strong> correo. Como religioso no disponía <strong>de</strong> dinero y,<br />

para los <strong>de</strong>splazamientos, recibía lo estrictamente necesario. Y, si por cualquier causa<br />

me sobraba algo, <strong>de</strong>bía <strong>de</strong>volverlo inmediatamente al retornar a casa. Una carta<br />

dirigida a un pastor protestante no podía, evi<strong>de</strong>ntemente, enviarla a través <strong>de</strong>l<br />

superior; <strong>de</strong>bía, pues, franquearla fuera <strong>de</strong>l convento. De lo contrario hubiera sido<br />

inevitablemente leída a pesar <strong>de</strong> la mención: .<br />

Con este fin había ahorrado algún dinero cuando, en Foresto, celebraba la misa fuera<br />

<strong>de</strong>l convento; hacía el trayecto a pie en vez <strong>de</strong> tomar el tranvía. Un día tuve a<strong>de</strong>más<br />

la ocasión <strong>de</strong> coger unos sellos en le convento. ¿Fue un robo?<br />

Otra dificultad y grave era mi tonsura. De la misma forma que, durante la guerra, un<br />

evadido <strong>de</strong> un campo <strong>de</strong> concentración hubiera sido fácilmente reconocido por su<br />

cabeza afeitada, podía serlo yo por mi tonsura. La tonsura era una <strong>de</strong>nuncia<br />

permanente.<br />

La ceremonia <strong>de</strong> la tonsura se efectuó con mucha solemnidad y en ella se nos predicó<br />

un bello sermón. Pero Roma no sólo tiene el sentido <strong>de</strong> la solemnidad sino también el<br />

<strong>de</strong> la practicidad. Un monje pue<strong>de</strong>, ciertamente, arrojar sus hábitos y disimular su<br />

condición con un simple traje burgués. Pero jamás conseguira que sus cabellos<br />

crezcan repentinamente en la cima <strong>de</strong> su cabeza.<br />

Después <strong>de</strong> muchas reflexiones <strong>de</strong>cidí, seis semanas antes <strong>de</strong> mi salida, <strong>de</strong>jar crecer<br />

mis cabellos. Las tonsuras se afeitaban cada semana. <strong>Se</strong> encargaba <strong>de</strong> ello un<br />

estudiante durante el recreo <strong>de</strong>l mediodía. Cada vez encontraba un pretexto para<br />

eludir el afeitado. Con frecuencia tocaba mi coronilla y comprobaba que mis pelos<br />

crecían con rapi<strong>de</strong>z, lo que no <strong>de</strong>jaba <strong>de</strong> ser peligroso pues si un superior cualquiera<br />

lo notaba, podía obligarme a rasurármele <strong>de</strong> nuevo. Días antes <strong>de</strong> mi salida me dijo<br />

un alumno: , pensé,<br />

y, . En su celo se ofreció esperar hasta <strong>las</strong> vacaciones ya que<br />

entonces dispondríamos <strong>de</strong> más tiempo.<br />

<strong>Se</strong> Rompieron <strong>las</strong> Ca<strong>de</strong>nas 72 Herman J. Hegger

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!