Se rompieron las cadenas.pdf - Stichting In de Rechte Straat
Se rompieron las cadenas.pdf - Stichting In de Rechte Straat
Se rompieron las cadenas.pdf - Stichting In de Rechte Straat
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Fundatión En la Calle Recta (ECR)<br />
Capítulo X<br />
Tieté<br />
Un sábado por la tar<strong>de</strong>, el día 13 <strong>de</strong> marzo <strong>de</strong> 1948, me encontraba en la casa<br />
parroquial <strong>de</strong> Laranjal, villa situada a una hora <strong>de</strong> autobús <strong>de</strong> Tieté. Debía celebrar<br />
misa al día siguiente, pues el párroco había servido la cena. En Brasil, un sacerdote<br />
no pue<strong>de</strong> tener una sirvienta, pues corren <strong>de</strong>masiados rumores sobre <strong>las</strong> relaciones<br />
entre los párrocos y sus amas. Esos comentarios tienen, por tanto, <strong>las</strong> mismas<br />
<strong>de</strong>bilida<strong>de</strong>s humanas que los <strong>de</strong>más.<br />
Sin embargo po<strong>de</strong>mos citar el conocido refrán: Posiblemente<br />
estos rumores nazcan <strong>de</strong> los instintos eróticos <strong>de</strong> los brasileños. Pero, en realidad,<br />
una criada en la casa <strong>de</strong> un párroco está mal visto en Brasil.<br />
Después <strong>de</strong> servirme la cena se marchó el fámulo. Me quedé solo. En algún sitio<br />
sonaba el tic-tac <strong>de</strong> un péndulo. Podía escuchar el rasgueo <strong>de</strong> mi pluma sobre el<br />
papel y mi respiración al aspirar y expeler el humo aromado <strong>de</strong> mi cigarrillo. Aparte<br />
<strong>de</strong> estos ruidos, el silencio era completo. Empero, a veces, el viento batía sobre <strong>las</strong><br />
ventanas o silbaba en los ángulos <strong>de</strong> la fachada.<br />
Durante el viaje, el cielo estaba nublado y a mi llegada a Laranjal caía lentamente,<br />
una lluvia menuda. De repente me sentí íntimamente solo, <strong>de</strong>sesperadamente solo.<br />
Me sentí un ser perdido en un rincón <strong>de</strong> este vasto mundo.<br />
Yo no era ya católico <strong>de</strong> corazón, pero vestía aún la sotana; confesaba y celebraba<br />
misa diariamente; enseñaba filosofía en el gran seminario <strong>de</strong> Tieté; tenía la estima <strong>de</strong><br />
mis hermanos en religión y gozaba <strong>de</strong>l afecto <strong>de</strong> mis alumnos. Y, sin embargo, todo<br />
esto no servía sino para reforzar el sentimiento <strong>de</strong> mi soledad.<br />
No podía abrir a nadie mi espíritu ni podía hablar a nadie <strong>de</strong> mi íntimo combate.<br />
Tenía, ciertamente, algunos contactos con los pastores metodistas citados, pero<br />
<strong>de</strong>bía extremar mi pru<strong>de</strong>ncia para evitar que sus cartas cayeran en manos <strong>de</strong> mis<br />
superiores.<br />
Cuando <strong>de</strong>partía con los <strong>de</strong>más profesores <strong>de</strong>l seminario, la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> mi marcha se<br />
clavaba con obsesión en mi espíritu y me sentía, entonces, totalmente extraño a todo<br />
y a todos. Mi presencia en el convento era una impostura. Y, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacía dos meses,<br />
no había hablado ni una palabra en holandés. Tenía nostalgia <strong>de</strong> mi pequeño país y<br />
<strong>de</strong> <strong>las</strong> realida<strong>de</strong>s vividas en el seno <strong>de</strong> mi familia.<br />
La duda surgió entonces en mi alma. ¿Era realmente buena la <strong>de</strong>cisión que había<br />
tomado? ¿Por qué otros sacerdotes no llegaban a mi misma conclusión? La Iglesia<br />
cuenta con muchos siglos <strong>de</strong> existencia y muchísimas personas inteligentes le fueron<br />
siempre fieles; ¿Sólo yo, pues, veía repentinamente la verdad? ¿Permanecían todos<br />
los <strong>de</strong>más en el error y tan solo yo escogía el recto camino?<br />
Pero pensé también en los numerosos protestantes para quienes la Biblia es objeto<br />
<strong>de</strong> constantes estudios y quienes están sinceramente convencidos <strong>de</strong> poseer la<br />
verdad. Era ésta otra realidad incuestionable. El argumento <strong>de</strong>l número tiene poco<br />
peso. ¿No comenzó Jesús con un pequeño grupo? ¿No le rechazó la masa?<br />
Y nadie había podido refutar, hasta entonces, mis propios argumentos. Adquirí,<br />
pues, <strong>de</strong> nuevo, la convicción firme <strong>de</strong> que <strong>de</strong>bía salir <strong>de</strong> la Iglesia. Si permanecía en<br />
ella, toda mi vida sería un vida <strong>de</strong> hipocresía.<br />
<strong>Se</strong> Rompieron <strong>las</strong> Ca<strong>de</strong>nas 71 Herman J. Hegger