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Se rompieron las cadenas.pdf - Stichting In de Rechte Straat

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Fundatión En la Calle Recta (ECR)<br />

¿Qué sentido tiene, <strong>de</strong> hecho, la doctrina <strong>de</strong> la transubstanciación? ¿Qué provecho le<br />

redunda al alma el que Cristo <strong>de</strong>scienda al estómago bajo <strong>las</strong> apariencias <strong>de</strong> pan y<br />

vino? Lo que interesa es la comunión viviente. ¿Para qué, pues esta presencia<br />

corporal bajo <strong>las</strong> especies? Impi<strong>de</strong> la visión <strong>de</strong>l <strong>Se</strong>ñor en Su gloria <strong>de</strong> Resucitado. En<br />

realidad Cristo se nos aparece en su Palabra y en su Espíritu. Po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>scansar en<br />

Él, en su propia revelación evangélica. La doctrina <strong>de</strong> la mágica presencia eucarística<br />

no me proporcionaba sino temor. Me sentía más cercano a un fuego <strong>de</strong>structor que a<br />

un calor confortante. No sabía qué <strong>de</strong>cirle a Cristo en la acción <strong>de</strong> gracias, <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> la comunión, y aquellos momentos me resultaban sumamente dolorosos. Las<br />

distracciones que asaltaban mi espíritu me atormentaban y no me quedaba,<br />

finalmente, sino el sentimiento <strong>de</strong> un vacío, <strong>de</strong>cepcionante.<br />

La teología eucarística me parecía, a<strong>de</strong>más, <strong>de</strong>masiado complicada. <strong>Se</strong>gún <strong>las</strong><br />

enseñanzas <strong>de</strong> los teólogos Jesús no <strong>de</strong>scien<strong>de</strong> propiamente al altar con su Cuerpo y<br />

su Sangre, pues Él permanece intacto en el cielo. Pero la substancia <strong>de</strong>l pan y <strong>de</strong>l<br />

vino se transforma en substancia <strong>de</strong>l Cuerpo y <strong>de</strong> la Sangre <strong>de</strong> Cristo.<br />

Difícilmente podía dirigirme yo a Jesús, presente en el altar <strong>de</strong> forma tan sutil. En<br />

dicha presencia encontraba un obstáculo, más que una ayuda, para dialogar con Él.<br />

Realmente la presencia <strong>de</strong>l <strong>Se</strong>ñor en la Eucaristía es, <strong>de</strong> esta forma, muy limitada. La<br />

mayoría <strong>de</strong> los teólogos protestantes enseñan que Jesús está realmente presente en<br />

la Santa Cena <strong>de</strong> un modo misterioso e impenetrable al espíritu <strong>de</strong>l hombre. No osan<br />

<strong>de</strong>sflorar este misterio con la fría razón. Afirman, con absoluta certeza, que Jesús<br />

está realmente presente en la Santa Cena, junto a nosotros, para confirmarnos<br />

nuevamente por los símbolos <strong>de</strong>l pan y <strong>de</strong>l vino Su fi<strong>de</strong>lidad eterna u Su amor<br />

inmutable. Por eso, la Santa Cena no me produce ya los escalofríos que se sienten<br />

ante la sola presencia <strong>de</strong> la Majestad divina sino me consuela con una paz<br />

sobrenatural.<br />

Y nadie estime que no supe apreciar el simbolismo <strong>de</strong> la misa, al contrario.<br />

Cuando profundamente inclinado ante el altar recitaba el Confiteor, tenía un profundo<br />

sentimiento <strong>de</strong> mi culpa, <strong>de</strong> mi grandísima culpa. En el ofertorio, al lavarme los<br />

<strong>de</strong>dos, anhelaba la purificación que Dios opera en el alma. Le pedía al <strong>Se</strong>ñor, en esos<br />

instantes, que limpiase mi alma <strong>de</strong> toda mancha. Al <strong>de</strong>jar caer una gota <strong>de</strong> agua en<br />

el vino, <strong>de</strong>seaba una unión completa con el <strong>Se</strong>ñor glorioso y con su Cuerpo Místico, la<br />

Iglesia. En la elevación, ofrecía a Dios mi alma, mi cuerpo, mi vida, todo mi ser. Al<br />

romper el Pan, me i<strong>de</strong>ntificaba con el dolor <strong>de</strong> Cristo que se <strong>de</strong>jó romper sus brazos y<br />

piernas por nuestros pecados. Y, en el momento <strong>de</strong>l Agnus Dei, al golpearme el<br />

pecho y pronunciar <strong>las</strong> palabras , me sentía como el publicano, que en<br />

fondo <strong>de</strong>l templo no osaba levantar los ojos hasta el cielo.<br />

El sacerdocio confiere a<strong>de</strong>más el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> administrar el sacramento <strong>de</strong> la penitencia.<br />

En este sacramento radica gran parte <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la institución romana. La<br />

confesión constituye, en efecto, en el sistema teológico <strong>de</strong> la Iglesia, una posición<br />

estratégica <strong>de</strong> primer or<strong>de</strong>n que manifiesta claramente la <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>l laico<br />

respecto <strong>de</strong>l sacerdote. Este se sienta en el confesionario como un juez, con bonete<br />

en su cabeza y el penitente arrodillado a sus pies. El penitente, respetuoso,<br />

compungido, le <strong>de</strong>scubre sus faltas y le revela secretos que ha ocultado celosamente<br />

a la vista <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más. Después, <strong>de</strong>l sacerdote <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> el que reciba la absolución o<br />

<strong>Se</strong> Rompieron <strong>las</strong> Ca<strong>de</strong>nas 45 Herman J. Hegger

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