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Leer-Los-ríos-profundos

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Cantaron en los barrios, y dicen que una noche llegaron hasta muy cerca<br />

de la Plaza de Armas.<br />

Antero vino a visitarme el sábado en la tarde. Conversamos en el patio<br />

interior.<br />

—A los maridos de las chicheras los han sacado a puntapiés de la cárcel<br />

y les han hecho barrer la calle —me dijo—. Eran diez. Dos de doña Felipa.<br />

Les pusieron un rabo de trapos y les hicieron barrer la calzada. Les<br />

daban de puntapiés, mientras avanzaban. Al final de la cuadra los soltaron.<br />

Reventaron cohetes mientras escapaban. Todo lo han hecho por consejos del<br />

alcaide.<br />

—¿Es cierto, Antero, que los maridos de las chicheras son humildes<br />

—le pregunté.<br />

—<strong>Los</strong> de doña Felipa, dicen. Dos tenía. Dicen que el alcaide, de la<br />

cárcel lo arrojó a empellones de su chichería, porque él también quiso quedarse<br />

a dormir en la chichería. Ya estaba borracho y lo tendió en la calle.<br />

Ahora se ha vengado. Pero, doña Felipa ha prometido volver sobre Abancay.<br />

Unos dicen que se ha ido a la selva. Ha amenazado regresar con los<br />

chunchos, por el río, y quemar las haciendas. Lleras se ha ido con una mestiza<br />

del barrio de Huanupata. A caballo se fueron hacia el Cuzco. La mestiza<br />

era costurera y tenía una cantina en el barrio de Huanupata. El Lleras<br />

ha dejado su maldición en Abancay; ha dicho que tumbó al Hermano y que<br />

lo revolcó a patadas. La gente ya sabe; las beatas y las señoras están rezando<br />

por el Hermano. "Aunque sea negro, tiene hábito", dicen. Pero quieren<br />

que se vaya de Abancay. La tía donde quien vivo me ha dicho: "Vamos a<br />

pedir al Padre Director que lo despache; un fraile que ha sido afrentado<br />

ya no debe seguir en el pueblo; no debe salir siquiera a la calle". La madre<br />

de Rondinel ha decidido no mandar ya al Flaco al Colegio; lo van a trasladar<br />

a un internado del Cuzco. "Donde han ofendido a Dios no irá mi hijo", ha<br />

dicho. Y no lo deja salir. El Flaco ha llorado; yo lo he visto.<br />

—¿Adonde irá Lleras —le dije a Antero—. Si pasa por las orillas del<br />

Apurímac, en "Quebrada Honda" el sol lo derretirá; su cuerpo chorreará<br />

del lomo del caballo al camino, como si fuera de cera.<br />

—¿Lo maldices<br />

—No. El sol lo derretirá. No permitirá que su cuerpo haga ya sombra.<br />

El tiene la culpa. La desgracia había caído al pueblo, pero hubiera respetado<br />

el internado. Lleras ha estado empollando la maldición en el Colegio,<br />

desde tiempo.<br />

—¿Y el "Añuco"<br />

—Casi ha muerto ya. Le regalé el winko y se animó en ese instante. El<br />

Hermano, al bendecirnos, bendijo al zumbayllu y le quemó su brujería. Pero<br />

cantaba y bailaba como antes. El "Añuco" acabará por amansarlo; nació<br />

para libre y ahora está en una celda, igual que su nuevo dueño. Le crecerá<br />

moho en la púa y en los ojos, así como ya se apagó el genio del "Añuco".<br />

Creo que a él los Padres, como es huérfano, han decidido hacerlo fraile también.<br />

Para eso se reunieron. Y ya no vino más donde nosotros.

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