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cienso. Don Antonio bailaba con una mujer alta; él la besaba en el cuello, parecía que la mordía como culebra, y la mujer reía. — ¡Quítate de ahí, palomilla! —le dijo a Santiago un hombre gordo que llevaba del brazo a una negra. — ¡Bailemos mejor, gordito rico...! La negra le tapó la boca al gordo. Otra mujer fue hacia el jovenzuelo. Era delgada, joven, olía a perfume fuerte. —Anda, vete de aquí o acuéstate conmigo. No te cobro; por amor no se cobra. Lo tomó de las manos y lo sacó de la pieza, lo llevó hacia un pasadizo angosto. —Mira —le dijo—. Aquí, el que quiere lo hace con la puerta abierta. El pasadizo olía a incienso y ruda mezclados. Santiago salió corriendo. Había visto un inmenso cuerpo de mujer, blanco, desnudo, con las piernas abiertas, tendido sobre una cama. No pudo ir lejos. Se quedó sentado al final de la acera de cemento, donde la ciudad concluía. Metió la cabeza entre las rodillas y pudo recordar la alfalfa florecida de la hacienda, de esa finca escondida entre montañas de roca límpida donde gotea el agua, donde repercute la voz del río. Y el rostro de Hercilia, como espejo de oro en que está brillando la nieve del Arayá que purifica, que cría arañas transparentes. El chofer lo encontró inmóvil, acurrucado. Sin decir una palabra, lo guió hasta la casa de la señora Rosa. Tarde de la noche tocaron la puerta con una piedra. —Sí —dijo una voz de mujer—. Ha llegado un telegrama. Ya está el cuarto para el joven Santiago. —El chofer se persignó. "He estado con putas, Dios", dijo, y el joven oyó claramente la frase. —Su mano está sucia, ¿no —le preguntó. —Otra cosa está sucia. Usted... Mejor, oiga. Santiaguito, métase pronto, no respondo... Un pequeño árbol de naranjo exhalaba perfume en la humedad del estrechísimo patio de la casa. Santiago se quitó el sombrero y saludó al gran chofer. —Adiós, adiós, Don Antonio. Don Antonio también se quitó el sombrero delante del muchacho.
CRONOLOGIA Se agradece la colaboración de los hermanos del escritor, Arístides, Pedro y Nelly y de su tía Hortensia Altamirano, viuda de Cornejo, así como de la directora de la Biblioteca Nacional, María Bonilla de Gavidia, y de las autoridades del Instituto Riva-Agüero y de la Universidad Católica. Las iniciales I.R.A. distinguen los materiales procedentes del mencionado Instituto. (E. M. M. de Z.) La cronología de este volumen ha sido revisada y completada por el Departamento Técnico de la Biblioteca Ayacucho. V J
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ENSOÑACION Y MAGIA EN "LOS RIOS PR
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nesto ante cualquier circunstancia,
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una aparición en el mundo hostil,
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LOS RIOS PROFUNDOS
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Mi padre iba escondiéndose junto a
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la línea ondulante, imprevisible,
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Ingresamos a la plaza. Los pequeño
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cruzan las cordilleras, caminando i
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—El oro que doña María Angola e
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Yo sabía que en los conventos, los
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dor del día que llegaba tan atenua
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ostro. El viajero oriundo de las ti
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Pero mi padre decidía irse de un p
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pero yo me levantaba cuando mi padr
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clavan a un lado y a otro de las cr
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III. LA DESPEDIDA HASTA UN DÍA en
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odeada por la hacienda Patibamba, y
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chalhuanquino pretendió consolarlo
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pre está lejos, al otro lado del p
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ñannimpi k'ochpaykunkiman. Amas p
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V. PUENTE SOBRE EL MUNDO " ¡Pachac
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Yo iba a las chicherías a oír can
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había decidido el triunfo, al conc
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los que estaban en la fila. Al poco
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— ¡Estupideces de malcriados! ¡
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quiso seguir luchando. Lo insultaro
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de nosotros, iban, siguiendo a los
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Por eso, los días domingos, salía
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VI. ZUMBAYLLU LA TERMINACIÓN quech
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cidos. Le ponen boquilla de plata o
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El canto del zumbayllu se internaba
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Hasta aquella mañana de los zumbay
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aturdido, febril, excitado por los
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Lleras empezó a observarnos. Palac
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demostró a mi rival que dadas las
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A las ocho y media tocaban la campa
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jillas. Un denso calor empezó a es
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Al día siguiente me levanté muy t
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extinguirse. Comprendí que si no s
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titud era compacta. Sudaban las muj
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Una mujer que estaba a su lado ten
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lies. La voz del coro apagó todos
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funda corola de los grandes lirios
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estaban afuera. Todos tomaban, como
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Pero cuando llegamos muy cerca de l
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el río me llevara. No hay que cruz
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pertar sobre el regazo de la señor
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que nos recibieron, el día anterio
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¿Escarmiento Era una palabra antig
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con el muro! El cordel se deslizó
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puna que embisten la sombra de los
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Entramos a la capilla. No estaba Ll
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ola y se lanzan después a volar, c
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—Padrecito, ¿qué dice que la tr
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—Le ruego, Padre, que me deje ir
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po—. En su alma hay de todo. Una
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—El regimiento está formado por
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—Pero usted, ¿no me dijo de desp
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"Si la voz del winku no te ha llega
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—Ahora está el ejército. Y ella
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Cantaron en los barrios, y dicen qu
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enfurecerse más que un toro que oy
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son tan extremadas. ¡Tuya, tuya! M
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opa, a la demente del Colegio, corr
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Seguí cantando, en mi interior, el
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—¿Hay retreta mañana —le preg
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—Es razonable, muy razonable —c
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—Oye, "Chipro", espérame —le d
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usted tomó del brazo, es mi enamor
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ni el trueno, ni el condenado asust
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nada a un lado de su pequeño reboz
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Pall'ark'optikik'a ramark'optikik'a
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como los de mi pueblo. No de hacien
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as, son bailes de competencia. Pero
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mente a las piernas del guardia. Do
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a gritos. Escuchaban la marcha; se
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ñoras y caballeros paseaban; grupo
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Siguió caminando frente a los tabi
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padre. Y me sentí nuevamente solo
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lámpago al Apurímac y al Pachacha
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hubiera consentido aunque no fuera
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que se rió con Pablo, el hermano d
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— ¡Por el zumbayllu soy de Abanc
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triste y con la braveza del mar que
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—¿Yo hermanito, yo hermanito Soy
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Mientras preguntaba al pampachirino
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—Voy a avisar al Padre —le dije
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Me cubrí la cabeza con las frazada
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Nada pudieron. En la tarde, los int
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—Mañana —me dijo—. Las clase
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—Precipicios de rocas hay entre e
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—¿Ya Romero se había ido —Sí
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un extremo del corredor, frente a l
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—¡Manan! —contestó el mayor,
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—¿No —exclamó con violencia
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de harahui, dirigido a los mundos y
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CUENTOS
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de ellos... En esos relatos estaba
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chanchos y demás animales de los i
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Esto último es verdad, no cabe dud
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la muía nazqueña de Don Garayar,
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mujer, por esa proclividad masoquis
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colectivas de la sociedad ficticia.
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aleza está animada, todas las cosa
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cuentran compañeros comprensivos y
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de la huerta sonaban con ruido larg
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dejaba dormir. A los catorce años
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DIAMANTES Y PEDERNALES I IBA A CUMP
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las cuerdas de alambre, de las nota
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calle. Si el joven se iba a dormir
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—Yo no puedo tomar mujer porque l
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giones. La noche del 23 de junio es
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Don Aparicio arregló la casa nueva
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La tarde en que la viuda y Adelaida
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grupo de gente que la miraba con ex
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— ¡Manan, mananpunim! (¡No, de
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Y sentían que la palabra "chola" n
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DIEZ DÍAS PERMANECIÓ Don Aparicio
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y volvió a alzarse. La crin del cu
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— ¡Como yo; seguido! —le dijo.
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Se sentaron juntos. La joven sinti
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—Papay —contestó el Alcalde—
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Page 254 and 255: LA AGONIA DE RASU-ÑITI ESTABA TEND
Page 256 and 257: Se oía ya, no tan lejos, el tumult
Page 258 and 259: "Rasu-Ñiti" bailó tambaleándose
Page 260 and 261: el movimiento cada vez más extravi
Page 262 and 263: ien. Pero había un poco de espanto
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Page 272 and 273: vacío; toda la tierra. Sopló un v
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Page 276 and 277: por eso el árbol no tenía sombra.
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Page 280 and 281: Doña Gudelia le preguntó: "Hijito
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Page 292 and 293: El motor apagó todos los ruidos ex
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Page 312 and 313: ledo Palomo le dirá después: "No
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Page 328 and 329: Cornejo Polar (2), Tomás G. Escaja
Page 330 and 331: VARGAS LLOSA, MARIO: "José María
Page 332 and 333: PRÓLOGO, por Mario Vargas Llosa IX
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