revista chilena comunicacion.indd - CREA - Universidad UNIACC
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Acerca de la Interculturalidad Etaria: Al borde de la Incomunicación<br />
que el mundo se dé por descontado; el aprendizaje, y la comunicación por consiguiente,<br />
precisan de un proceso que tiene que ser exigente. Se aprende haciendo, se entra al mundo<br />
del asombro solamente si se tiene conciencia de la maravilla diaria.<br />
Para comunicarnos con los más jóvenes, con los que a menudo vemos como provenientes<br />
de otros mundos, tenemos que tener conciencia de que tienen en el fondo exactamente<br />
las mismas dudas y las mismas expectativas que tuvieron sus mayores, pero que no han<br />
aprendido a plantearlas. Se comunican entre ellos, y excluyen a los mayores porque estos<br />
no supieron armarles un mundo coherente y un sentido del asombro que perdieron, o que<br />
olvidaron por no saber cómo.<br />
Al no haber un mensaje de encantamiento, los signos que transmitimos pierden validez y<br />
credibilidad ante un receptor acostumbrado a la precisión, no necesariamente verdadera,<br />
de la red, que no admite ambigüedades. El emisor no consigue hacerse entender por los<br />
adeptos a una nueva subcultura, y no quiere aceptar el hecho de que su lenguaje se hace<br />
oscuro, o, lo que es peor, inútil en un mundo de valores en crisis. Olvidamos que lo esencial<br />
en la comunicación es el receptor, y que es a él a quien deben subordinarse todos los<br />
componentes del proceso interminable de la comunicación. Cuando los jóvenes no están<br />
ni ahí, es porque no nos hemos preocupado de darles un ahí en que esperarnos, porque<br />
nosotros mismos lo hemos perdido, eventualmente desarmado para descubrir por que razón<br />
no funcionaba.<br />
Por otra parte, hay un cambio social que significa una revolución total en nuestra visión de la<br />
sociedad. Hemos conseguido hacer valer la idea de que todos los hombres son iguales, lo que<br />
está a la base de nuestro sistema democrático. Lo que se olvida es que se trata de igualdad<br />
ante la ley. El que no somos iguales en nuestra realidad física y psicológica es evidente, y<br />
afortunado. Independientemente del hecho de que, en una memorable expresión, algunos<br />
son más iguales que otros. Esta igualdad no puede borrar las jerarquías, que son precisas<br />
para la vida en sociedad y para el aprendizaje. No considerarla es, no prueba de espíritu<br />
democrático, sino de arrogancia. Creerse, intelectualmente, igual a todos, es peligroso. El<br />
concepto de jerarquía crea anticuerpos, ha sido abusado, y se lo ha convertido en la base de<br />
tiranías, haciéndolo explicación y excusa de mediocridad, dictadura y despojo. Sin embargo<br />
es necesario devolverlo a su sitio, como base de convivencia y de aprendizaje. Jerarquía es<br />
respeto por los valores sin lo cuales la sociedad queda basada en la fuerza o en el dinero. En<br />
vez de ser un concepto reaccionario es revolucionario, ya que es accesible a todos los que<br />
muestran capacidad y respeto por los demás. No es casta, en el sentido de grupo cerrado y<br />
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