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118 comisión nacional de los derechos humanos<br />

Esos dos casos (el de la katana y el de las dos chicas) tienen algunos<br />

rasgos en común. Los autores son, en apariencia, chicos normales, estudiantes<br />

con cierta preparación cultural, no pertenecientes a capas<br />

marginales ni sectores desocializados. Otro rasgo común: los autores<br />

tenían cierto afán de curiosidad, de vanidad, de notoriedad. El chico<br />

de la katana, por ejemplo, quería llevar a su vida privada el éxito de<br />

un personaje de videojuego, experimentar él mismo el precio de la victoria,<br />

de la notoriedad, en una palabra, quería ser un héroe. En cierto<br />

modo, consiguió lo que se proponía: tras los crímenes, recibió cientos<br />

de cartas de admiradoras. Lo mismo pasaba con las dos chicas, según<br />

afirmaron, cometieron el asesinato de la amiga “para saber lo que se<br />

siente”, para experimentar cómo es un crimen. Además, se comprobó<br />

un dato significativo: ellas mismas tenían al chico de la katana como<br />

un ídolo, hasta el punto de que habían intercambiado alguna carta de<br />

admiración con él. Son, en definitiva, rasgos comunes en este primer<br />

tipo de violencia familiar o social.<br />

Violencia como manifestación de superioridad<br />

Veamos ahora una segunda clase de criminalidad juvenil: la violencia<br />

como manifestación de superioridad. En España se han dado en los<br />

últimos meses muchos casos violentos llevados a cabo por jóvenes en el<br />

ámbito escolar. Recordemos uno, especialmente trágico, muy reciente.<br />

Es el caso de Jokin, un joven de 14 años, estudiante en un instituto<br />

de Hondarribia (San Sebastián), introvertido, aficionado a la informática<br />

y a Internet y buen estudiante, a pesar de que el instituto se había<br />

convertido en un infierno para él. La causa estribaba en el trato vejatorio<br />

que sufría de sus propios compañeros de clase. Algunos de ellos se<br />

mofaban de él con el fin de que tenerlo amedrentado, manifestando<br />

al tiempo su superioridad. Es la violencia escolar que ejercen algunos<br />

“cabecillas”, que mediante actos de coacción o de atemorizamiento<br />

continuo consiguen tener a los demás a sus pies. En el caso de Jokin,<br />

la situación llegó al extremo que éste, ocultándoselo a sus padres, faltaba<br />

a las clases por la situación de miedo reverencial que originaban en<br />

él los “fuertes” de su clase. La situación llegó a tal límite, que el joven decidió<br />

suicidarse, para poner fin al infierno de humillaciones que venía<br />

soportando.<br />

A este tipo de violencia escolar se la conoce con el nombre de bulling,<br />

y alude al maltrato e intimidación entre compañeros. Como

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