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comentarios de - Escritura y Verdad

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256 OBRAS DE MARTIN LUTERO<br />

ROMANOS 257<br />

WA<br />

348<br />

lo que <strong>de</strong>biera, sino que lo hace sólo por obligación - cuánto ~enos<br />

este hombre carnal hará lo que <strong>de</strong>be hacer! Así, en efecto, el<br />

espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado <strong>de</strong> nadie"<br />

(1 Co. 2: 15).<br />

Sobre el fondo <strong>de</strong> todo esto enten<strong>de</strong>remos al fin aquellas palabras<br />

<strong>de</strong> David: "Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que<br />

puedas ser hallado" (Sal. 32:6), y enten<strong>de</strong>remos también por qué<br />

Cristo repudió a su esposa, la Sinagoga 29, ~ ~au~ <strong>de</strong> ~u fealdad,<br />

a saber: porque ésta no quiere reconocer, su ImquI~ad nI confesarla<br />

a la misericordia <strong>de</strong> Dios, sino que se tIene por Justa y santa. Lo<br />

<strong>de</strong>más ya fue expuesto con suficientes <strong>de</strong>talles en el capítulo 4.<br />

V.8.<br />

Porque sin la ley el pecado estaba muerto.<br />

Al explicar este texto y las palabras que le siguen, San Agustín<br />

lo relaciona con el tiempo <strong>de</strong> la infancia, cuando aún no se ha llegado<br />

al uso <strong>de</strong> la razón. Citamos lo que diee en el libro 2 Contra<br />

lulianum 30: "Un niño pequeño, que todavía no posee la capacidad<br />

<strong>de</strong> razonar, no anda ni en lo bueno ni en lo malo en lo que a su propia<br />

voluntad se refiere. Pero a medida que pasan los años y se<br />

<strong>de</strong>spierta la razón, viene el mandamiento, y entonces cobra nueva<br />

vida el pecado. Y una vez que el pecado haya entrado a luchar<br />

contra este niño en crecimiento, se pondrá <strong>de</strong> manifiesto lo que<br />

yacía durmiendo en el infante. El resultado será: o el pecado vencerá<br />

a la persona y alcanza el dominio sobre ella, o será vencido y<br />

curado". En efecto: la ley revive, y el pecado empieza a aparecer,<br />

cuando el hombre comienza a conocer la ley. Entonces surge y se<br />

hace manifiesta la concupiscencia que en el infante yacía aún<br />

oculta. Mas al hacerse manifiesta en la adolescencia, verda<strong>de</strong>ramente<br />

hace salir a la luz <strong>de</strong>l día lo que en el niño pequeño todavía<br />

no era visible. Pasa como con una plantita tierna que todavía no<br />

revela qué frutos traerá; pero al brotar las hojas y al <strong>de</strong>sarrollarse los<br />

frutos, se pue<strong>de</strong> saber qué tipo <strong>de</strong> ~rbol es. ..,<br />

Sin embargo, pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>scubrIrse en esto un sentIdo aun mas<br />

profundo: Hay también personas que en cuanto a entendimiento<br />

no pasan <strong>de</strong> la etapa infantil, así que lleguen a los cien años. Son<br />

aquellas a quienes un. ~ngel <strong>de</strong> Satanás ti~ne embelesadas con la<br />

ilusión <strong>de</strong> un bienespmtual por el cual suspIran con ardor, con. más<br />

ardor quizás <strong>de</strong> lo que cualquier adúltero suspira por una mUjer o<br />

29 La relación Iglesia - Sinagoga era un tema frecuente en los autos y<br />

las artes eclesiásticos.<br />

30 Agustín, Contra Iulianum 11, 4, 8. Patro1. Ser. Lat. XLIV, 679.<br />

un avaro por una gran fortuna. Por este presunto bien espiritual<br />

olvidan la ley y también la obediencia que le <strong>de</strong>ben a Dios. Personas<br />

tales son los judíos, los herejes, los cismáticos, y ciertos individualistas<br />

con i<strong>de</strong>as raras, que no tienen pecado porque todavía no se<br />

les ha dado la ley. Pero si supieran <strong>de</strong> la ley contra la cual atentan,<br />

no cabe duda <strong>de</strong> que al instante reconocerían su pecado, ya que los<br />

anima un celo fervoroso por la ley. Por tanto, cuando entran en<br />

contacto con la misma, el pecado cobra nueva vida para ellos; porque<br />

entonces, se inflama aún más su anhelo pOr 10 que es el objeto<br />

<strong>de</strong> sus <strong>de</strong>seos, se acrccknta su irritación contra la ley, y terminan<br />

por odiarla, porque les cierra el camino que ellos habían escogido<br />

como "camino conforme a la ley" tal como ellos la entendían. Por<br />

esto, cuando la ley dice: "No codiciarás", la codicia queda prohibida<br />

en forma tan terminante que todo lo que se codicia fuera <strong>de</strong><br />

Dios resulta ser pecado, aunque se lo codiciara por causa <strong>de</strong> Dios.<br />

De ahí que el amor que muchos profesan al comportamiento virtuoso,<br />

a la oración, a los estudios, las lecturas, los actos <strong>de</strong>vocionales,<br />

las meditaciones y otras obras - que ese amor redun<strong>de</strong> en<br />

su perdición cuando creen que tales obras son algo así como el<br />

súmmum <strong>de</strong> la piedad y las únicas que agradan a Dios, al extremo<br />

<strong>de</strong> que cuando se los llama a servicios más mo<strong>de</strong>stos, se llenan <strong>de</strong><br />

indignación y se ponen a murmurar. ¡Ignorantes y fatuos que son!<br />

No saben que lo que Dios busca en los hombres no son las obras,<br />

sean <strong>de</strong> la índole, calidad y magnitud que fuesen, sino un espíritu<br />

quieto, reposado y obediente, como lo recalca el Salmo 51:16:<br />

"Si tú lo hubieras quetido, yo te habría ofrecido un sacrificio,<br />

pero un holocausto no te agradaría" (quiere <strong>de</strong>cir, no tienes interés<br />

en ninguna clase <strong>de</strong> obras nuestras si son obras <strong>de</strong> nuestra propia<br />

elección). ¿Y entonces qué "El sacrificio <strong>de</strong> Dios es el espíritu<br />

tribulado" (o sea: quebrantado); "al corazón contrito y humillado"<br />

(es <strong>de</strong>cir: quebrantado y contrito) "no <strong>de</strong>spreciarás tú, oh Dios"<br />

(Sal. 51: 17), esto es, a un corazón y un espíritu no endurecidos por<br />

una pertinaz terquedad, sino dispuestos a <strong>de</strong>jarse guiar y doblegar<br />

conforme a tu voluntad, que no se <strong>de</strong>dican por elección personal a<br />

una obra <strong>de</strong>terminada, sino que esperan ser elegidos para realizar la<br />

obra que se les asigne, cualquiera que sea. Todo esto ha <strong>de</strong> servir a<br />

que "el Señor abra nuestros labios, y nuestra boca publique su<br />

alabanza" (Sal. 51: 15). Pues los que hacen obras <strong>de</strong> su propia elección,<br />

no pue<strong>de</strong>n abstenerse <strong>de</strong> cantar su propia alaba.nza. Sus obras<br />

son <strong>de</strong>l entero agrado <strong>de</strong> ellos mismos; por esto qUIeren que sean<br />

también <strong>de</strong>l agrado <strong>de</strong> Dios. En cambio, los que se atienen a los<br />

<strong>de</strong>signios divinos, agradan a Dios, y éste y no otro es e~ motivo por<br />

qué se agradan también a sí mismos. Así es como el dIablo le trastorna<br />

el juicio a la gente con el objeto <strong>de</strong> invalidar la vocación que<br />

tiene cada cual, e incitarlo con sus artimañas a hacer aquello a lo<br />

WA<br />

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