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comentarios de - Escritura y Verdad

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52 OBRAS DE MARTIN LUTERO ROMANOS 53<br />

tiene que caer en cegUedad como consecuencia <strong>de</strong> su alejamiento<br />

completo <strong>de</strong> Dios. Y luego, sentado ya en las tinieblas 48 , ¿qué<br />

otra alternativa le queda sino seguir por el camino que transitan<br />

también los que están sumidos en el error y en la ignorancia<br />

Pues un ciego yerra con suma facilidad, hasta po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>cir que<br />

yerra siempre. Y así llegamos al cuarto nivel que es el e"or en<br />

cuanto a Dios, el peor <strong>de</strong> todos los errores, el error que convierte<br />

a los hombres en idólatras. Haber llegado a este punto es haber<br />

llegado al bor<strong>de</strong> <strong>de</strong>l abismo. Pues cuando una persona ha perdido<br />

a Dios, 10 único que le queda es ser entregada a toda suerte <strong>de</strong><br />

inmundicias conforme a la voluntad <strong>de</strong>l diablo. Y a esto sigue<br />

entonces aquel diluvio <strong>de</strong> males y <strong>de</strong>rramamiento <strong>de</strong> sangre <strong>de</strong><br />

que habla el apóstol en los pasajes subsiguientes.<br />

Recorriendo las mismas etapas, también la gente <strong>de</strong> hoy día<br />

viene a parar en una idolatría espiritual, <strong>de</strong> carácter más sutil, muy<br />

difundida y muy actual. La característica <strong>de</strong> esta idolatría es que<br />

adoran a Dios no como él es, sino como ellos se lo imaginan y<br />

como ellos quieren que sea. En efecto: la ingratitud y el amor a<br />

la vanidad (esto es, el elevado concepto que tienen <strong>de</strong> sí mismos<br />

y <strong>de</strong> su propia justicia o, como dicen, <strong>de</strong> su buena intención 49 ) son<br />

factores que producen en la gente una tremenda ceguedad, <strong>de</strong><br />

modo que se tornan incorregibles y no pue<strong>de</strong>n pensar otra cosa<br />

que: "nosotros vivimos una vida <strong>de</strong> suma perfección, y somos<br />

personas <strong>de</strong>l agrado <strong>de</strong> Dios". Y <strong>de</strong> esta manera ellos construyen<br />

para sí un Dios propicio, cuando en realidad está muy lejos <strong>de</strong><br />

serlo. Y a ese producto <strong>de</strong> su imaginación le rin<strong>de</strong>n un culto más<br />

'verda<strong>de</strong>ro' que al verda<strong>de</strong>ro Dios, ya que creen q~e éste es semejante<br />

al Dios imaginario <strong>de</strong> ellos. Y así es como "cambian a Dios<br />

en semejanza <strong>de</strong> su imaginación", algo que surgió <strong>de</strong> un corazón<br />

corruptible cuya sabiduría es una sabiduría carnal. ¡Ya ves qué<br />

mal más gran<strong>de</strong> es esta ingratitud! Su secuela inmediata es el amor<br />

a la vanidad; ésa lleva a la ceguedad; ésta engendra la idolatría, y<br />

ésta a su vez conduce a un funesto torbellino <strong>de</strong> toda clase <strong>de</strong><br />

vicios. Por el contrario, la gratitud conserva el amor a Dios, y así<br />

el corazón permanece orientado en dirección a El. Como resultado,<br />

el corazón es iluminado con luz divina. Y el corazón así<br />

iluminado adora sólo al Dios verda<strong>de</strong>ro, y a esta adoración no<br />

tardará en agregarse todo un coro <strong>de</strong> virtu<strong>de</strong>s 50 •<br />

48 Comp. Is. 9:2; Le. 1:79.<br />

49 La teología medieval consi<strong>de</strong>raba meritoria no sólo la buena acción,<br />

sino también la buena intenci6n (aunque no pasara <strong>de</strong> intenci6n...)<br />

50 El Charus virtutum, o callegium virtutum, solía representarse en las<br />

art~s plásticas como grupo <strong>de</strong> nobles seres en actitud <strong>de</strong> someter a un conjunto<br />

<strong>de</strong> bestias <strong>de</strong>formes que simbolizaban a los vicios.<br />

v.24.Por esto los entregó Dios a las concupiscencias <strong>de</strong> sus<br />

corazones.<br />

. Este "e~t~egar" no es una mera permisión <strong>de</strong> parte <strong>de</strong> Dios<br />

sm ~na comISIón, una or<strong>de</strong>n suya. Así lo comprueba claramente<br />

el ultImo capítulo <strong>de</strong> 1 Reyes (1 Reyes 22:22), don<strong>de</strong> el Señor da<br />

ór<strong>de</strong>n.e~.a un e,.,íritu ~e me!1tira <strong>de</strong> inducir a error a Acab, rey <strong>de</strong><br />

Israel. ~,él dIJO: Le ~duCIrás, y aun lo conseguirás; vé, pues, y<br />

h~lo así , ~ lo que sIguen las palabras <strong>de</strong>l profeta dirigidas al<br />

":llsmo rey: y ahora, he aquí el Señor ha puesto espíritu <strong>de</strong> mentIra<br />

en la boca <strong>de</strong> todos tus profetas". En forma similar en 2 Sam<br />

,~6: 10,11 David ~ijo, refIriéndose al que le estaba m~ldiciendo;<br />

El Señor le ha dIcho que maldj,ga a David. Dejadle que maldiga<br />

pues .~l Seño.r se lo ha dicho". Del mismo modo el Seftor or<strong>de</strong>nÓ<br />

tamblen al dIablo y a la carne que acosen con tentaciones y <strong>de</strong>rroten<br />

al hombre que lo tiene merecido a los ojos <strong>de</strong> Dios a causa <strong>de</strong><br />

s'!.s malda<strong>de</strong>s. Quizás alguno ponga en tela <strong>de</strong> juicio esta afirma­<br />

Clon, argumentando que como Dios prohíbe lo 'malo es un error<br />

p.ensar que él entrega a alguien a hacer lo malo, es <strong>de</strong>ck, que incentIva.<br />

el mal p~a que predomine y triunfe; y que tampoco pue<strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>CIrse que DIos. or~ena que se haga lo malo. A esto respon<strong>de</strong>mos:<br />

Todo esto es muy CIerto en circunstancias en que Dios actúa como<br />

Señor bondadoso; pero cuando castiga como Juez severo entonces<br />

sí hace que los malos pequen con siempre mayor abund~ncia contra<br />

sus santos mandamientos, para castigarlos tanto más abundantemente.<br />

No hay ninguna contradicción entre lo uno y lo otro.<br />

El "entregarse a la inmundicia" por parte <strong>de</strong>l hombre que es entregado<br />

a ella es un acto <strong>de</strong> permisión mediante el cual Dios retira<br />

su ayuda <strong>de</strong> .aquella pe~sona y la abandona a su propia suerte.<br />

~ntonces el dIablo, que sIempre está a la expectativa <strong>de</strong> tales situac~ones<br />

y prep~rad.o para aprovecharlas, recibe o piensa haber recibIdo<br />

la auto,nzaclón y el mandato <strong>de</strong> Dios para entrar en ·acción.<br />

E~ este sentIdo se pue<strong>de</strong> hablar <strong>de</strong> una "or<strong>de</strong>n" <strong>de</strong> Dios. En cambIO,<br />

es <strong>de</strong>l todo incorrecto acusar a Dios <strong>de</strong> que él esté or<strong>de</strong>nando<br />

al hombre hacer lo malo. Antes bien, Dios <strong>de</strong>ja solo al hombre <strong>de</strong><br />

modo que éste ya no pue<strong>de</strong> oponer resistencia al diablo, que a este<br />

efect~ cuen~a con el mandato y la voluntad <strong>de</strong> Dios. Dígase lo que<br />

se. qUIera: SI a9uel hombre es vencido por el pecado, es porque<br />

DIOS así lo qUIso. Pero esa voluntad <strong>de</strong> Dios es al mismo tiempo<br />

una buena voluntad, porque quiere que el hombre sea vencido<br />

por lo que r>ios más odia; en otras palabras, lo hace esclavo <strong>de</strong><br />

aquello que el Señor está <strong>de</strong>cidido a castigar con máxima severidad..<br />

Y esto es precisamente la "máxima severidad": entregar a<br />

algUIen en manos <strong>de</strong> aquél a quien tú más odias. Ahora bien: <strong>de</strong>l<br />

hecho <strong>de</strong> que sea voluntad <strong>de</strong> Dios que el hombre incurra en peca-<br />

WA<br />

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